Capítulo dos.

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—Él quiere una hamburguesa con papas y pastel de chocolate en vaso, y para mí sólo café. —ordenó Yeonjun por ambos.

—Sí, ya vengo —dijo la mesera, llevándose los menús con ella; Yeonjun agradecía que en ése local supieran quién era él porque aunque no tuviesen pastel de chocolate en vaso, se lo darían—. Aquí tienen, que lo disfruten. —dijo, llegando nuevamente después de unos cinco minutos.

—Gracias. —murmuró Beomgyu y después se puso a observar su comida, observando después a Yeonjun—. Yeon, ¿qué significa "serafín*"? —preguntó con curiosidad.

—Es el nombre de un ángel que está al lado de Dios. —explicó el oji-azul—. ¿Cuántos años tienes? —preguntó después, acariciando el cabello del chiquillo mientras que éste le daba una mordida a la hamburguesa.

—Diecinueve... Voy a cumplir veinte en un mes y tres días. —murmuró el rizado cuando terminó de comerse lo que tenía en la boca.

—Qué bien, entonces tendré que hacerte una fiesta y darte muchos regalos. —dijo el hombre, alegrándose internamente de que Beomgyu ya fuese mayor de edad, eso facilitaría las cosas—. Estaba pensando que toda tu ropa y tus cosas se quedaron en tu antigua casa, ¿por qué no cuando termines de comer vamos a comprar cosas nuevas? —propuso ahora, observando que la salsa de tomate de la hamburguesa se había escurrido sobre un costado del rostro de Beomgyu, cerca de su mentón.

—Está bien. —aceptó el oji-miel y se sorprendió un poco cuando una de las manos de Yeonjun se posó sobre su nuca, atrayéndolo un poco más cerca y después se acercó a lamer su mentón, limpiando la salsa de tomate.

—Serafín, ¿qué harías por mí? —preguntó de la nada el castaño; Beomgyu lo observó por un momento.

—Lo que sea. —afirmó el chiquillo, seguro de que si Yeonjun era la primera persona que lo amaba entonces haría todo, cualquier cosa, sólo por él; Yeonjun le sonrió levemente.

—Bueno, termina tu hamburguesa y podrás comer pastel. —le dijo suavemente el castaño, acariciando su cabello nuevamente; Beomgyu sonrió, él adoraba el pastel—. Y después iremos a comprar todo lo que quieras. —finalizó, observando cómo el chiquillo asentía levemente mientras se llevaba un par de papas a la boca.

—Yeon, ¿por qué preguntas qué es lo que haría por ti? —preguntó con curiosidad el rizado, yendo casi ya por la mitad de la bolsita de papas.

—Sólo quería asegurarme de que tú también me amas. —dijo Yeonjun y sonrió levemente, pasándole una servilleta de papel al chiquillo ya que éste no las alcanzaba y asintió.

—Te amo. —aseguró el oji-miel, observando a Yeonjun—. Yeon, ya terminé mi comida... ¿Puedo comer pastel ahora? —preguntó mientras se limpiaba de las manos la sal y la fina capa de grasa que habían dejado las papas.

—Sí, claro. —aceptó el castaño y le dió a Beomgyu una de las cucharas plásticas que estaban en el pequeño vaso de donde la gente podía tomarlas.

—Gracias. —murmuró Beomgyu, comenzando a comerse el pastel de pequeñas cucharadas; Yeonjun no contestó, simplemente se dedicó a observarlo y ni siquiera tocó su taza de café, sólo pensando en que ése niño era el más bonito de todo el planeta y lo quería sólo para él, odiaba la idea de que alguien más llegara y se lo llevara, eso no sucedería porque Beomgyu ahora era suyo, sólo suyo y si nadie tenía el derecho de tocar lo ajeno mucho menos tenía derecho de tocar algo que le pertenecía a él, el mismísimo Choi Yeonjun dueño y rey del mundo—. Ya terminé. —mencionó, dejando sólo el jarabe de chocolate en el fondo del vaso y sin atreverse a comérselo todo, le parecía demasiado fuerte.

—Bien, vámonos ya, serafín. —dijo el oji-azul, sacando su billetera del interior de su saco y dejó algunos billetes sobre la mesa, saliendo hacia el estacionamiento en dirección a su auto junto a Beomgyu—. Dime a dónde quieres ir. —pidió mientras subía al auto después de Beomgyu.

—Yo no, no sé... Nunca fui a muchas partes, mi mamá siempre me llevaba la ropa a casa. —confesó el rizado, moviendo los pies de nuevo, justo igual como lo hizo cuando iban hacia el local de comida.

—Entonces, ¿qué te parece si vamos a un centro comercial en donde no haya nadie? Para que la gente no esté amontonada y molestando. —sugirió Yeonjun, encendiendo el motor y también la radio mientras esperaba una respuesta por parte de Beomgyu.

—¿Está abandonado? —preguntó confundido el oji-miel; Yeonjun se rió levemente.

—No, serafín. A ésta hora ya está cerrado, pero es uno de mis negocios y por eso nosotros podemos ir ahora. —explicó el castaño, sonriéndole al chiquillo.

—Está bien. —aceptó Beomgyu, y entonces Yeonjun puso marcha hacia ese lugar, donde no tardaron más de cinco minutos para llegar ya que estaba realmente cerca; finalmente entraron en el estacionamiento y bajaron del auto, caminando hacia la tienda mientras Yeonjun agarraba la mano del chiquillo entre la suya propia; Beomgyu suspiró al sentir que su corazón brincaba de alegría.

—Buenas tardes, señor Choi, ¿necesita algo? —preguntó el muchacho que estaba tras un mostrador, enderezándose para recibir a quien era su jefe.

—No, estamos bien. Yo te llamaré si ocupamos de ti, gracias. —agradeció el oji-azul mientras seguía caminando junto a Beomgyu, adentrándose en la sección de ropa; el otro muchacho asintió—. Bueno, observa todo y toma lo que te guste, me lo das y yo lo dejaré en la caja de cobro, ¿está bien? —le dijo; Beomgyu asintió y caminó hasta donde las camisetas, observando algunas.

—No sé mi talla. —murmuró con algo de vergüenza el rizado y jaló el costado de la camiseta que traía puesta para poder ver la etiqueta, dejando su estómago plano y lechoso a la vista; Yeonjun sonrió y desvió la vista, no queriendo tener la polla como roca todo ese tiempo y también descubrió que su empleado estaba observando toda la situación.

—Oye, mantén la vista en donde debes si no quieres ser despedido. —amenazó Yeonjun, observándole fijamente; el chico asintió de forma nerviosa y se giró hacia otro lado.

—Yeon, me gustan éstas —dijo de pronto el oji-miel, llegando hasta Yeonjun con algunas camisetas y éste las tomó.

—Perfecto, pero no puedes vivir sólo con esto. Busca más. —dijo el castaño, tomando el mentón de Beomgyu entre sus dedos y lo besó de manera breve; Beomgyu asintió suavemente, algo aturdido y se dirigió ahora hacia la sección de pantalones; Yeonjun decidió seguirle—. Todo esto es muy bonito, ¿qué otra cosa llevarás? —preguntó mientras tomaba un par de pantalones que Beomgyu había escogido.

—No sé... Siempre quise una falda pero mamá nunca quiso comprármela. —dijo el rizado.

—Bueno, puedes llevarla. —ofreció el oji-azul; Beomgyu lo observó por un momento.

—¿De verdad? —preguntó el chiquillo, asegurándose.

—Claro. —le aseguró Yeonjun, sonriendo de lado y Beomgyu también sonrió de regreso.

*Serafín: Los ángeles que están más próximos a Dios.

──  𝓗𝖾 𝖨𝗌 𝖺𝗇 𝓐𝗇𝗀𝖾𝗅  世'✿ 𝗬𝗲𝗼𝗻𝗴𝘆𝘂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora