Entre hermanos (COMPLETO)

Capítulo 8: San Valentín.

En el hotel todo era absolutamente perfecto. Lex se había encargado de cada detalle necesario para celebrar el amor. Era todo tan típico para una sorpresa de San Valentín que resultaba todavía más tierno para Nikki, ver cómo Lex se había esforzado en ser tan romántico.

—No puedo creer que Lex Hoffman sea un hombre que sabe cómo enamorar a una mujer. — Dijo Nikki mirando el ramo de flores que Lex le había regalado. —Es hermoso Lex, gracias por esto.

—No tienes que agradecer nena. Esto para mí es nuevo, pero intentaré que sea perfecto y que jamás olvides este fin de semana. —Habló pegando su frente en la de ella, decidido a hacer las cosas bien.

—No sería capaz de olvidar ningún momento a tu lado, eres parte de mi historia Lex y seguramente la más importante. —Confesó Nikki emocionada y Lex la llevó a la cama con toda la intención de hacerle el amor, pero la chica lo empujó tirándolo al suelo. —¡Ahí está el semental que no sabe seguir el protocolo, ya sabía que todo era demasiado perfecto! —Soltó Nikki en una carcajada saltando de la cama para escapar de Lex que ya estaba loco por tenerla desnuda encima de aquella cama para hacerla suya todo el día.

—Es el día del amor, yo quiero hacerlo y mucho, si es posible todo lo que resta de este glorioso día.

—¿Me estás diciendo que me has traído a París para tenerme encerrada en un hotel, con las piernas abiertas mientras que me das un orgasmo tras otro? —Nikki pensó en lo que había dicho y soltó una risa maliciosa. —Bueno, ahora que lo digo en voz alta tampoco suena tan mal.

Lex la agarró para tenerla más cerca y besó su cuello antes de mordisquearlo, erizando toda la piel de Nikki.

—No, pero tenía que intentarlo. —Dijo con un tono sarcástico y ella mordió su labio. —He reservado más cosas para nosotros hoy.

Lex caminó hasta el armario de habitación de donde sacó una caja blanca grande con un lazo del mismo color. Los ojos de Nikki se abrieron como platos al ver que era de una famosa marca de diseño.

Dentro de la caja había un vestido hecho especialmente para ella y también se fijó que había otras cosas más para que pudiera prepararse para la noche. La chica miró al hombre que parecía estar ansioso a su lado y saltó a sus brazos haciendo que se cayeran sobre la cama otra vez. Después lo llenó de besos.

—Vamos a hacer esto bien, cena romántica, paseo por la ciudad, champagne, todos los bombones que quieras y después mucho…mucho sexo. Quiero que amanezcas mañana creyendo que necesitas una silla de ruedas. —Habló Lex con satisfacción y Nikki soltó una carcajada.

—Cuidado señor Hoffman, a lo mejor yo despierto sin sentir mis piernas, pero usted amanecerá seco. —Sentenció Nikki levantándose y se contoneó hasta la puerta de la habitación para echarlo. —Ahora lárgate de aquí para que me ponga como la reina que soy.— Demandó y Lex agarró su traje a medida, le dejó un beso en los labios a su Leona y salió de la habitación.

Por suerte la suite tenía dos habitaciones que la pareja pudo aprovechar para alistarse.

Lex no tardó casi nada en vestirse y terminó en la sala con una copa de brandy en la mano y una impaciencia que lo estaba poniendo de los nervios. Hasta que la puerta de la habitación principal se abrió.

La quijada de Lex casi cayó a la alfombra persa que pisaba. Nikki se veía increíblemente hermosa, tan bella que no parecía real.

Ella llevaba un vestido rosa con los hombros descubiertos, la tela ceñida a su cuerpo que le llegaba hasta los pies. Lo conjuntó con unas sandalias de Jimmy Choo perfectas para ella. Un diseño delicado con brillos que lucía todavía más elegante con la pequeña cartera que tenía en la mano. Sus cabellos sueltos, los labios pintados con un tono de rosa suave y poco maquillaje.