Nikki Hoffman podía tener a cualquiera, todos los chicos que pertenecían a la alta sociedad de Londres arrastraban la baba por ella, pero Nikki puso sus ojos en el único hombre que no podía tener, el hijo adoptado de sus padres, Lex Hoffman.
Para L...
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La Leona se sorprendió con lo hermosa que estaba viendo su reflejo en el espejo de la habitación de sus padres mientras que Sol terminaba de peinarla.
—¡Mamá de verdad que tus manos hacen magia!
—No querida, ninguna magia. Eres una joven muy bella, solo he destacado un poco más tu belleza con mis trucos.—Dijo Sol embelesada con su hija.
La chica se veía muy linda con un vestido rojo y sus rizos rubios recogidos en un peinado elegante. Su maquillaje era bastante natural y se sentía hasta un poco más mujer vestida de aquella manera, estaba sexy y se veía poderosa.
Nikki sonrió con tristeza preguntándose qué pensaría Lex cuando la viera, pero recordó que se estaba poniendo guapa para ser la acompañante de otro hombre y que era el muchacho que el mismísimo Lex había elegido para ella y que por rabia decidió aceptar.
—No te veo muy animada para esta cena mi niña. –Indagó Sol y Nikki levantó la vista para mirarla. –En realidad no te he visto entusiasmada con absolutamente ninguna de las citas que has tenido con Ben en estos días. ¿Estás segura de que te gusta de verdad ese muchacho?
Lex había estado aplazando la cena pues tenía mucho trabajo en su nuevo puesto en la empresa de la familia que estaba en Londres y Nikki a su vez tuvo que seguir con la locura de dar una oportunidad a Ben mientras esperaban que llegase el día de la dichosa cena. Nikki y Ben tuvieron un par de citas a solas. Era un encanto de chico, pero la Leona huía de él cada vez que buscaba acercarse un poco más a ella y Ben era tan insistente que tanto Sasha como Sol terminaron enterándose que ella estaba saliendo con el mejor amigo de Lex, porque el muchacho buscaba cualquier oportunidad para presentarse en su casa en las últimas dos semanas desde que Lex y Nikki se habían enfrentado en el gimnasio. Ben estaba decidido a conquistarla.
—¿Nena, ese muchacho es de tu agrado o solo estás saliendo con él porque es amigo de tu hermano? –Insistió Sol y Nikki se levantó de la silla.
—Es su amigo y nos conocemos desde niños. Ben es guapo, de buena familia y algún día será un gran médico. –Contestó Nikki encogiéndose de hombros. - ¿Qué más podría pedir? Es un buen partido.
—Puede que lo sea cariño, pero eso no es suficiente. El debe tener una virtud especial y al parecer esa le falta a Ben. –Opinó Sol.
—¿Y cuál sería esa virtud mamá? –Preguntó Nikki con curiosidad.
—Pues ser el hombre que te robe el corazón, el que te haga suspirar, el que se adueñe de tus pensamientos. Y no creo que Ben haya logrado nada de eso contigo, ¿o me equivoco?
—Eso no tienes como saberlo mamá, no estás dentro de mi corazón para saber si siento o no algo por Ben.
—No mi amor, pero puedo ver que te falta ese brillo especial en los ojos, el de una chica enamorada. –Sol la abrazó por detrás mientras que Nikki se miraba en el espejo. –No importa si me cae bien a mí, a tu padre o que sea el mejor amigo de tu hermano. Lo único que debe importar es lo que te haga sentir. Que puedas encontrar en el hombre de tu vida la otra mitad de tu corazoncito, un cómplice con él cuál compartir tus mejores momentos y vivir tus locuras.