Capítulo 09 Yendo a tierra de la manada

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Zena apenas había podido escapar de los humanos con Lorena en brazos, le ardía la herida de bala, así que necesitaba descansar. Ambas se encontraban en medio del bosque, así que encontró una cueva y se ocultó allí con la loba. A voluntad, transformó su brazo a media forma, la piel rayada y las garras emergentes, sintiéndose adolorida, pero era la forma más rápida de sanarse. Lorena estaba apoyada en el muro de la cueva ardiendo en fiebre, la pelirroja se quitó la chaqueta que le robó al guardia, buscó algún lago, y tras encontrarlo una hora después, bebió hasta saciarse, lavó la chaqueta, la remojó más y regresó junto con Lorena, exprimiendo un poco en la boca de la más joven, para luego colocarla sobre su frente con cuidado, esperando que eso la ayudara. Necesitaban moverse pronto, especialmente si los humanos las seguían buscando. “Debería dejarla morir.” Se dijo mientras atendía a la loba. Ella odiaba estar en deuda, lo sabía desde que fue huérfana, siendo adoptada por una familia que la utilizaba para conseguir dinero del gobierno, siendo golpeada constantemente, hasta que mató al hijo mayor de la familia al él intentar violarla. Había conseguido una gran cantidad de placer en el asesinato, especialmente en defensa propia, al darse cuenta de que nunca más tendría que depender de la falsa generosidad de las personas. Había descubierto lo que era sola, lo había perfeccionado y se hizo fuerte. No es que ella no trabajara para sobrevivir, tendía a usar sus habilidades para ser una mercenaria, en ese momento estaba trabajando para alguien hasta que fue capturada por los humanos. Bufó dando una patada a una pequeña piedrita y volvió su mirada a la loba. “Definitivamente tendría que matarla.” Volvió a razonar, en consciencia de que tendría que moverse rápido para no ser atrapada. En cambio, torció dolorosamente sus huesos, su columna cambió y sus incisivos y garras emergían como el vello en su piel, hasta que se transformó en un tigre inesperadamente más grande que uno normal. Se acomodó junto a Lorena y se durmió, alegrándose de tener el sueño ligero. Si alguien se acercaba, ella lo descubriría.

   El laboratorio estaba oculto en las montañas, era más seguro y menos visible, allí experimentaban con los cambiantes capturados, tratando de descubrir sus orígenes, y de no encontrar una razón lógica, por lo menos, la forma de controlarlos o erradicarlos. Eran un peligro para la humanidad, después de todo. En una de las camillas estaba un espécimen de lobo en su media forma, con el torso abierto, puesto a que le habían sacado todos los órganos para estudiarlo, era igual que a su pareja femenina, que seguía en su forma humana, igualmente abierta, más no encontraron razón viable para darle una explicación a la singular forma que tenían los licántropos, o cualquier cambiante, para poder doblar o triplicar su tamaño humano, hasta conseguir aquella forma blasfema. El Doctor Brezinski, estaba más interesado en duplicar la transformación para los que no nacieron como cambiante, que erradicarlos, algo que la organización debía buscar con determinación y paciencia. Brezinski tenía el cabello negro y barba incipiente, su delgadez era moderada y su rostro cansado cargaba con unas gafas delgadas, luciendo más viejo que sus 42 años de edad. Posiblemente por las noches sin dormir, entregándolo todo a su investigación personal. Él deseaba dejar de ser el hombre enfermizo de siempre, tirar el bastón que lo mantenía erguido tras un severo accidente. Ahora se encontraba en una camilla junto a los cadáveres, despertándose de la anestesia tras haber conseguido que le trasplantes uno de los órganos de los especímenes licántropos.

—Cuando la Doctora se entere de esto, va a…

—No seas estúpido y cobarde. —Dijo con la garganta seca, tocándose la herida en su vientre. Llevaba dormido en ese lugar varios días, pudo determinar, hasta que la fiebre pasó y su cuerpo comenzó a aceptar los trasplantes.

—Esto será el mayor hallazgo de la humanidad… Ya no le temeremos a los cambiantes. ¡Seremos como ellos!

—Pero, ella es la…

—Ésta empresa es tanto mía como de ella… ¿Por qué destruir una raza tan hermosa, cuando puedes ser parte de ellos?

   Puede que la directora en jefe fuera aterradora, especialmente ya que parecía que ningún secreto se le escapaba. La mujer se encontraba haciendo una investigación en solitario, por lo que nadie sabía dónde estaba, pues tampoco llevaba el móvil con ella. Brezinski sonrió a la idea de mostrarle su hallazgo a la arrogante doctorcita. Ella era joven, pero inteligente, ambiciosa y temeraria, capaz de deshacerse de quién le estorbase. La diferencia entre él y ella era que la mujer deseaba exterminar a los cambiantes, sin buscar un punto medio en sus ambiciones además de la completa aniquilación, mientras Brezinski quería el poder que venía con la transformación. No dudaba que ella quisiera matarlo si descubría lo que estaba haciendo, más no se preocupó, pues, cuando consiguiera la capacidad de transformarse por completo, la eliminaría.

   Max se sentía adolorido, apenas recordaba estar caminando con Sawyer antes de ser emboscado. La piel que había sido desgarrada ahora sanaba, por lo que le picaba, seguiría así hasta que su cuerpo se recuperara por completo. Su boca estaba seca y deseaba agua, recordó de nuevo a Sawyer y se sentó de golpe, con su mano sobre su abdomen marcado.

—No te levantes, estás muy herido. —Dijo Roy al empujar el fuerte hombro, animando a Max a recostarse. Al escuchar sobre el joven herido, Roy se desesperó, pidiendo a la Alfa que le permitiera verlo. No había sido fácil, especialmente por la necesidad de Kara de proteger a su hermano menor, pero aquello no importaba. La mayor de los Hunt sentía que la preocupación del rubio era sincera. — ¿Cómo te sientes?

—No quiero ni pensarlo… No puedo creer que hayan podido conmigo.

—Sawyer dijo que fueron demasiados y ni ella los vio venir.

— ¡¿Sawyer está bien?!

—Lo está, la Alfa consiguió rescatarla… Su enemigo está muerto.

—Mi hermana es tan… —Su voz sonaba animada, evidenciando que la idolatraba. Roy sonrió a ese rostro de niño ilusionado.

—Lamento arruinarte tu fantasía, pero fue Sawyer quien lo derrotó. La Alfa no se interpuso, pues era asunto de ella vengar a su familia.

—Ah… Ya veo… Debe estar contenta.

—Dentro de poco habrá una pelea entre ellas... No lo comprendo, creí que eran amigas, no enemigas.

—Si Sawyer venció al enemigo y Kara quiere que ella y su manada se unan a la nuestra, debe enfrentar a Sawyer y derrotarla. Sawyer demostró que, a pesar de que no es una alfa, es fuerte para proteger a su manada, pero ellos no la aceptarán siendo omega, porque no asegura que pueda cuidar de ellos… Mi hermana es Alfa y la aceptarán, especialmente si derrota a quien venció a su anterior Alfa y esa es Sawyer… Las jerarquías son importantes para mantener el control, será mejor que lo recuerdes. Es importante para el equilibrio de nuestra sociedad. Necesario para quienes nacemos con la lucha entre la humanidad y la bestialidad en nuestro interior.

—Supongo que lo es. ¿Quieres agua? —Preguntó sirviendo un vaso para el joven de largo cabello negro y ojos violáceos. Max lo aceptó, bebiendo un largo trago, tan desesperadamente que parte del contenido vagó por su garganta.

—Gracias… Realmente me hacía falta… Y gracias por estar aquí. 

—No hay problema. —Se encogió de hombros para luego levantarse y empujar a Max en la cama, sorprendiendo al más joven que quería ver lo que acontecería a continuación. Roy besó al joven, sus labios buscando desesperadamente los del otro. Max lo sujetó y rodó para quedar sobre el humano. De ninguna manera estaría bajo de él. Su lengua entraba en la boca, su pelvis se empujaba contra la cadera del rubio, hasta que sus bocas se separaron. —Bastante bueno.

—No lo suficiente.

—Tal vez continuemos luego, primero vamos a ver el enfrentamiento de la Alfa con Sawyer. ¿Quieres?

—Iré, pero estoy seguro de que Kara ganará.

— ¿Por qué ella es el Alfa?

—No, así es para los demás… Ella ganará porque es mi hermana.

   Sawyer estaba en la entrada del bosque esperando, todos a su alrededor la miraban con curiosidad mientras esperaban la llegada de su alfa. Ella en el fondo deseaba ser de Kara, tener un lugar al cual pertenecer y asegurarse de que su manada estaría protegida, sin embargo, tenía dignidad, no podía simplemente entregarse a la mayor de los Hunt sin pelear, así que deseó que Kara fuera tan poderosa como decían los rumores y que sea digna de su obediencia. Kara se encontraba con Max, Roy y Miranda, los humanos mirando por primera vez la lucha de dos lobos por la posición de líder. Para Roy, que conocía muy bien a su asistente, Miranda estaba preocupada por Lara, pues no la había visto desde el día anterior, saber que estaba en una misión para buscar a Lorena no parecía tranquilizarla, no obstante, ignoró la preocupación de su asistente y se concentró en lo que iba a ocurrir. Todos se congregaban, hasta que finalmente llegaron donde Sawyer se encontraba. Para Kara, había pasado la mayor parte de su vida entrenando, permitiéndose ser débil únicamente frente a su gemela, pero Lorena no estaba, no había nadie a su lado a la cual pudiera confesarle su inseguridad. Ser alfa, era algo impuesto por ser la mayor y la más agresiva, por eso debía mantener más su control, pensar antes de actuar, cualidades que no se le dieron bien desde que nació, adoptándolas al crecer por el miedo a decepcionar a su familia y a poner en peligro a quienes amaba.

— ¿Lista? —Preguntó Kara al llegar frente a Sawyer, la más joven asintió determinada sintiendo la piel erizarse.

   Ambas se desnudaron y sus cuerpos cambiaron, sus garras, incisivos y pelaje emergieron hasta ser dos lobos, más grandes que los comunes. Sawyer corrió al bosque siendo perseguida por Kara. Kara se sentía viva, no era sed de sangre, era emoción, juego y desafío, la idea de tomar a Sawyer y hacerla suya la emocionó, saltando sobre la espalda de la loba marrón, sus colmillos agarrando la piel tratando de someterla, la joven se retorció y giró hasta invertir sus posiciones, gruñó mientras rodaba con la loba negra. Kara era más grande, más pesada y fuerte, por lo que aprovechó la oportunidad y escapó. No iba a hacer daño a Sawyer, lo único que tenía que hacer es conseguir someterla, así que corrió lejos de la loba marrón, olisqueó el aire y fue en dirección opuesta, conociendo esos bosques desde que nació. Corrió tan rápido como sus patas le permitieron hasta estar sobre una enorme piedra que era cubierta por las raíces de un gran árbol, se agachó y esperó, en consciencia de que muy prontamente podría ver a Sawyer acercarse. Sonrió de satisfacción en su interior al verla finalmente, esperando agazapada hasta que estuvo lo suficientemente cerca. Saltó con todo su peso hasta caer en la espalda de la loba marrón, sus colmillos fuertemente en la piel de Sawyer, escuchándola gimotear mientras trataba de sacudirse a Kara de su espalda. Se sacudió desesperadamente hasta que las fuerzas la abandonaron y aflojó su cuerpo.

— ¿Te rindes? —Dijo en su interior, más la loba marrón lo escuchó claramente. Sus mentes juntas, ahora siendo algo más que manada. Siendo Kara mucho más que simplemente su alfa.

—Esto parece más un juego que una lucha para ti. —Se quejó Sawyer sintiendo a Kara bajarse de su espalda. La morena volvió a su forma natural, esperando a que Sawyer hiciera lo mismo.

—No voy a lastimar a mi futura pareja.

—Así que ahora soy tu pareja. —Respondió la castaña al imitar a la morena. Los ojos violáceos de Kara nunca le parecieron tan hermosos.

— ¿Alguna queja de eso? —Gruñó la morena y Sawyer soltó una pequeña risita antes de acercarse a Kara y juntar sus frentes.

—¿Cuidaras de mi manada y de mí desde ahora, Alfa? —Preguntó permitiendo que Kara la abrazara.

—Lo juro con mi vida.

—Entonces soy tuya.

—Es hora de anunciar que tu manada ahora es mi manada, que eres mía y que eres superior a ellos después de mí… Vamos, compañera.

—No puedo esperar.

   Lorena se despertó sudorosa y adolorida, sintiendo algo cálido y reconfortante en su espalda, al tocar lo que era, ella había estado apoyada en un tigre sorprendentemente grande, mucho más que un felino normal. Zena estaba dormitando, más sus orejas mostraban que seguía alerta. La loba sonrió, pues el gato antipático la había ayudado después de todo. El celo no se había ido, necesitaba regresar a sus tierras, llegar a su clínica y tomar los inhibidores antes de que volviera a enfermarse.

— ¿Estás despierta?

—Lo estoy. ¿Te sientes bien para irnos, cachorra? Si no lo hacemos pronto esos estúpidos nos encontraran. —Respondió al cambiar rápidamente a su forma humana. El cabello naranja aleonado de puntas negras tapaba su espalda y parte del pecho. Zena estiró el brazo y tomó la ropa, colocándosela presurosa.

—No estoy segura, todavía me duele todo.

—Estás en celo… Vas a ser un gran estorbo mientras intentamos escapar.

—Si vamos por el noreste podremos llegar a las tierras de mi manada.

—No tengo intención de ir a tierras llenas de lobos, no estoy loca.

—Es mejor a esperar a que esa gente nos mate o experimente con nosotras.

—Los lobos me van a disecar apenas ponga un pie allí.

—Entonces me encargarme de que no lo hagan, gata tonta.

Continuará…

Lamento la tardanza, entre ganarse la vida y andar enferma casi constantemente, cada vez tengo menos tiempo y energía. Sólo espero que les guste, no puedo decir más nada que eso.

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Espero poder leer sus comentarios, me animan mucho y me divierten sus reacciones, sus votaciones también estarían genial, pero realmente me gustaría leer que les parecen los capítulos.

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Tomando posesión de ti: Un nuevo ordenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora