Capítulo 10: Medidas desesperadas

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Enna y Lara continuaban la exploración, había comenzado a llover, por lo que las huellas del vehículo apenas eran visibles por el barro. Enna se sentía casi desesperada, temiendo lo peor para la loba a la que siempre había amado, lamentándose por no ser escogida, ya que de ese modo podría sentir mejor a Lorena, lo único que la tranquilizaba era que Lara estaba con ella, la joven de cabello blanco de puntas negras estaba conectada por la sangre, si estuvieran cerca de la doctora, podrían encontrarla gracias a su hermana menor. Entre tanto, Lara, a pesar de estar igualmente angustiada por su hermana mayor, había otra cosa inquietándola. Miranda, con sus ojos grandes cubiertos con gafas, su carácter inocente y delicado, conseguían debilitarla, odiando la mirada de miedo que le mostró al ella enojarse y amenazar a su jefe. Lara no podía evitar odiar a los humanos, al menos los que no estaban dentro de la manada, la última vez que había tenido contacto con humanos fuera de sus tierras, era al ir a la escuela, en su adolescencia llamándola animal y monstruo, hasta el punto en el que su molestia llegó al límite, uno de sus acosadores echándole un balde de agua, diciendo que ella era una perra apestosa, por lo que Lara se enojó, extrayendo garras y colmillos, sujetándolo de la camisa e impactándolo contra los casilleros. Desde ese momento había empeorado, mostrándose más osados con ella los días siguientes, cuando uno de ellos la golpeó con el bate del equipo de béisbol, la ataron, amordazaron, queriendo ver cómo era una alfa femenina, si ella realmente poseía un pene o una vagina normal, casi violándola de no ser por la llegada de su hermano. Ella y Max siempre habían estado juntos desde el nacimiento, siendo el apoyo del otro, por lo que Lara había dejado su ternura, esa que parecía conservar Miranda, para ser alguien que se enfadaba fácilmente, desconfiando de todos los que no considerara familia. Miranda tenía unos ojos tristes como los suyos, no obstante, no había prejuicio o asco, pareciendo querer sinceramente tener una amistad con ella. Darle una oportunidad se le escapaba de las manos, temiendo ser traicionada. Las personas fuera de la manada no podrían jamás entender el dolor de ser diferente, deseando en el fondo ser normal para ser aceptado. Su singularidad, en lugar de ser maravillosa, era una maldición. Ella era mujer y lobo, por lo tanto, cuando tuviera una compañera la amaría y la protegería, así como hace con su familia y su manada.

— ¿Estás bien? —Preguntó Enna, pues no le convenía que Lara se distrajera.

—Lo estoy… No es nada.

—No lo parece, puedo sentirte desde aquí… Estás irritada.

—Siempre lo estoy. ¿No? Se lo que los demás piensan de mí… Que soy salvaje e imprudente… Por eso mi hermana me hizo patrullera y a Max guardaespaldas.

—No sé nada de eso, pero te conozco Lara, desde hace mucho tiempo. Tienes fuego, que es algo que necesitamos ahora si queremos rescatar a Lorena… Y con lo de imprudente, eres nuestra mejor guerrera. Sí yo fuera la alfa, obviamente te escogería como patrullera. Tu visión, olfato y oído son excepcionales, además de que eres rápida y estás dispuesta a todo por cuidar a la manada… Me alegra que te escogieran como mi compañera para proteger las tierras de la manada.

—Gracias… De verdad me hubiera gustado que fueras mi cuñada.

—A mí también, lástima que Lorena no piense lo mismo. Ahora, ¿en qué pensabas? Y no me digas que no era nada.

—Miranda. —Respondió con un encogimiento de hombros.

— ¿La humana? ¿Qué pasa con ella? ¿Ha hecho algo?

—Nada en particular, ella quiere ser mi amiga y yo no quiero.

—La Alfa parece confiar un poco en esos humanos.

—No es que tenga alternativa. ¿No te parece? De todas formas, ella no es manada y se irá al terminar su trabajo. No sirve de nada ser amistosa con ella.

—No todos los humanos son malas personas, Lara, y tampoco todos nos ven como monstruos. Recuerda que hay humanos en la manada.

—Todo se reduce en manada y no manada, Miranda no lo es, no tengo que ser amistosa con ella.

—La humana te interesa más de lo que dices.

—Tonterías... Yo nunca me interesaría en una humana enclenque y debilucha como una rama vieja. Mi cama y mi tiempo es para compartirlo con otra loba. Todos mis cachorros serán de sangre pura.

— ¿Temes romperla si tienen sexo?

— ¡Claro que no! ¡Y nunca tendré sexo con ella!

—Eres muy orgullosa, parece que todas las hembras de tu casta son así. El único que conserva humildad es Max.

—Él es un buen hermano.

—Lo es. —Enna suspiró con las manos tras la espalda. —El bebé sale de la raza del padre obligatoriamente … Aunque nunca hemos visto una pareja fuera de lobo con lobo o lobo con humano antes. Los cambiantes son una raza muy nueva para saber que ocurre cuando dos especies de cambiantes se juntan.

—Imagino que es igual, que el bebé sale de la raza del padre… pero una loba lobo entregando su vientre para tener un hijo de otra especie es de lo peor. Debemos proteger nuestra propia manada, teniendo hijos lobos fuertes.

—Tienes razón, es la única forma de protegernos y que otros nos respeten. Está en la cantidad y el poder.

   Lorena estaba jadeante contra un árbol, la fiebre seguía sin bajarle del todo, entre tanto Zena mordía la yugular de uno de los soldados que las había encontrado. Había algunos cuerpos esparcidos por el húmedo bosque, tanto que, para ser un tigre que no ha comido nada y apenas se recuperaba, demostraba la fortaleza de Zena. Todavía tres soldados disparaban con rostros de horros, las balas rozaban, brazos, piernas y costados de la mujer de cabello aleonado, por lo que Lorena intentó ponerse de pie para ayudarla, sintiéndose impotente y furiosa al caer de rodillas. Sin los inhibidores, su mente estaba cegada en una neblina de lujuria y fiebre, su cuerpo estaba debilitado y temía usar la forma de lobo pues sucumbiría más fácilmente a la fiebre y seguramente se desmayaría para tratar de sanar. Una bala perforó la pierna de Zena, por lo que rugió poderosamente. Para Zena, si se transformaba, podría acabar con ellos, no obstante, si había otro cerca de Lorena y ella necesitaba ayuda, no podría ayudarla. Su mente humana necesitaba estar alerta, más que su bestia. Uno de los hombres consiguió llegar a Lorena, apuntándola con su arma, Zena giró y saltó sobre él ahora como un tigre más grande y pesado de lo normal, por lo que el impacto consiguió romper los huesos del soldado, desnucándolo en el proceso. Zena ahora fue contra los que quedaban, destrozó el pecho del que tenía en su flanco izquierdo y luego fue sobre el otro cuya pata estaba en su rostro y lo aplastó contra la tierra, destrozando el cráneo. Zena volvió a pararse en dos piernas como mujer, cojeando hasta llegar a la loba.

— ¿Cuánto falta para llegar a tu hogar? —Preguntó, más Lorena no respondía, manteniendo los ojos cerrados mientras respiraba dificultosa, así que Zena la sacudió sujetándola de los hombros. — ¡Lorena! ¡Responde!... ¡Maldición!

   Zena mordió su labio inferior hasta que sangró, tomó una decisión y luego cargaría con las consecuencias. O las mataban a ambas si no escapaban pronto, o abandonaba a Lorena, que seguramente moriría a causa de la fiebre que iba en aumento. Sin los inhibidores, la doctora podría morir. Alzó a Lorena que apenas podía mantenerse en pie, lamió su garganta y raspó con los incisivos por la clavícula y el pecho, hasta que tomó un pezón con la boca. Frunció el ceño, pues la idea de intimar con una loba le daba repulsión, sin embargo, era eso o morían las dos, por lo que seguramente tendría que cargar con el desprecio y los reclamos de la morena más tarde. Mamó animosamente, admitiendo que, muy a pesar de que odiara a los lobos, Lorena era hermosa y su cuerpo era delicado y suave en sus manos. Sus uñas ahora romas rasparon los costados de Lorena hasta sus caderas, jadeando, la loba abrazó la cabeza del tigre para que siguiera en su pecho, empujando la pelvis insistentemente para recibir atención allí. Zena chupó la piel pálida, dejando pequeños chupetones hasta pasar al otro pezón, tirando de él con los dientes. Miró el rostro de Lorena, la joven luciendo hermosa en su indefensión, en completa necesidad.

—Abajo. —Imploró la chica empujando la cabeza de Zena para que bajara a su intimidad, la pelirroja siguió raspando con dientes, lamiendo y dando mordisquitos en las costillas, abdomen y piel cerca del ombligo, mordiendo con más fuerza el hueso pélvico, lamiendo la sangre que quedó, Lorena estaba al borde de la desesperación tras ese acto, por lo que empujó con más fuerza la cabeza se Zena, hasta que quedó entre sus muslos. siguió besando, lamiendo y mordiendo la piel de sus muslos internos, sus uñas raspando la piel del culo de Lorena, que sujetaba la cabeza de la pelirroja y la hundía entre sus piernas. —Tómalo, te lo ruego.

   Zena perdió la razón al escuchar el lamento, la voz tan hermosa como la dueña, así que lamió su sexo, sujetando de las nalgas a Lorena, chupó vehementemente el clítoris, se aferró a las piernas de Lorena, Zena estando arrodillada. La bestia en su interior perdió la razón, tenía a una mujer necesitada en sus manos, la lujuria ganándole al sentir a la loba correrse en su boca, por lo que la empujó contra el suelo, viendo en los ojos de la morena que no era suficiente. No lo pensó, debió haberlo hecho, pero sus instintos la dominaban, especialmente al ubicarse entre las piernas de la loba, entrar en ella y empujar con rudeza. La joven abrazó a Zena, sus garras extrayéndose y clavándose en la espalda de la pelirroja. Sus caderas se movían en vaivén desesperado, necesitaba más, la liberación final, sintiéndose llena y completa. Para Zena no era diferente, sus ojos cambiaron a oro, las bestias conociendo algo que ellas no, aquella necesidad de no estar solas. El tigre ganó a la mujer al escuchar un quedo “muérdeme” salir de los labios de Lorena. Mordió poderosamente el hueco entre el hombro y el cuello, ambas convulsionando hasta el cansancio. Ella debió salir de Lorena, lo sabía, pero ambas no podían moverse, no podían separar la unión, o desgarrarían el interior de Lorena, de todas formas, no podrían, especialmente al quedarse dormidas.

   El tiempo pasó, el amanecer había llegado, por lo que Zena se despertó, salió de su compañera y juntó sus frentes, suspirando de alivio al sentir que la fiebre de la loba había desaparecido del todo. Lorena dormía tranquilamente, tan hermosa e indefensa que el pecho de Zena dolió, por lo que se sentó a su lado, preparándose para despertar a la joven, temerosa de que los soldados las encontraran nuevamente, hasta que sintió una presencia llena de furia, intentó esquivarla, pero fue imposible, un lobo saltó sobre ella y mordió su brazo, tratando de someterla. Zena rugió y el lobo gruñó con rabia. Sujetó el hocico de su enemigo y consiguió separarlo de su ahora sangrante brazo, tomó lo que le quedaba de fuerza, sintiendo las piernas débiles de repente. Intentó transformarse, más cayó de una rodilla. “No puedo.” Dijo en su interior, pues había usado lo que quedaba de su energía en Lorena, en protegerla y sanarla. Rodó al ver que el lobo marrón haría su próximo movimiento, no supo cuánto tiempo estuvo esquivándolo cuando su pecho se sintió terriblemente pesado por la falta de aire. Necesitaba comer y dormir, o se desmayaría. Aquel lobo podría ser uno solitario, ya que venía solo, y ellos normalmente violaban a las hembras indefensas, por lo que no podía permitir que se acercara a Lorena. Necesitaba protegerla. Podía correr y llamar su atención, pensó, más su plan falló cuando una jauría saltó sobre ella y la sometió del todo. Sus ojos se cerraron por el agotamiento y se preparó para morir.

  Enna no podía creer la ira corrosiva en su interior, había visto a aquella bestia sobre Lorena, saliendo de ella y el entendimiento llegó. Lorena estaba enferma y débil y la bestia se aprovechó de ella. Apretó sus puños y las lágrimas cruzaron por sus parpados, maldiciendo el no haber marcado a Lorena cuando pudo, ahora ella estaba pálida en la cama de una de las clínicas de la manada, con moretones, arañazos y mordidas en su piel, sorprendiéndose de las quemaduras por herida de balas.

—Ella escapó y fue atacada en el camino, y no pude protegerla. —Dijo a nadie en particular. Sus lágrimas ganaron al sentir la mano de su Alfa apretando su hombro. — ¡Lo siento, Alfa! ¡Perdóneme!

—No es tu culpa, Enna, es mía, yo fui la que no pudo protegerla. Soy el alfa y es mi deber, así como lo es como su hermana. —Dijo reprochándose a sí misma. No era cualquier lobo el que estaba en cama, era su gemela, a la que sentía más que a cualquiera en su piel. Ahora ese puesto lo compartía con Sawyer, a la que muy pronto tendría que marcar y reclamarla como pareja frente a su manada.

—No puede dividirse, Alfa, y yo amo a Lorena, debía cuidar de ella.

—El tigre está en encarcelado si te hace sentir mejor.

— ¡Hay que asesinarla!

—Lo sé, pero primero esperemos a que Lorena despierte. Me encargaré de la bestia luego.

— ¿Qué hay del marcaje? ¡Hay que deshacerlo!

—El médico dijo que no podíamos con Lorena tan débil… Podría matarla. 

—Pero… —Enna apretó los puños. — ¡Esa cosa la violó!

—Sigue siendo marcaje, si matamos a su compañera antes de romper con la unión, el shock matara a Lorena. No voy a arriesgar a mi hermana nuevamente.

   Miranda caminó por la tierra de la manada, buscando a Lara al escuchar que había regresado, tras buscarla por un buen tiempo, dio con ella que estaba sentada en un tronco cerca de la entrada al bosque, por lo que, inquieta, se sentó junto a la mujer cuatro años más joven.

—Lamento lo de Lorena. ¿Estás bien?

—Lo estoy. — Dijo abrazando más las piernas contra su pecho, sintió la mano de Miranda en su hombro y se sintió extrañamente reconfortada. Por lo que cerró los ojos, abriéndolos ligeramente al escuchar la voz de Miranda.

—Me gustas… ¿Sabes?



Continuará…

Hola a todos y a todas, espero que les haya gustado el capítulo. Últimamente me cuesta tener tiempo y energía para escribir, esta será la historia a la que le preste atención ahora, al menos mientras no esté bloqueada. Gracias y espero que me sigan apoyando y les den una oportunidad a las historias ya realizadas y las que están por venir. Un abrazo.

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Tomando posesión de ti: Un nuevo ordenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora