Capítulo 18: Decisiones para bien o para mal

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Lara intentó luchar por la conciencia, su cuerpo le dolía demasiado por la lucha con el tigre. Lo último que recordaba era a Miranda entre ella y un arma de fuego, el rostro de miedo y determinación, la humana que no tenía ningún poder para protegerla y que igualmente había intentado defenderla. Sentía frío, el lugar en el que estaba era helado, y al abrir dificultosamente los ojos, se dio cuenta de que había regresado a su forma humana, estando ahora desnuda, salvo por el collar de plata en su cuello que evitaría que se transformara. Se encontraba en un lugar rodeado de blanco, desde las paredes como las luces, brotes de plata se mostraban frente a ella. Su cabeza le dolía más que cualquier cosa. Su lobo le exigía levantarse, porque Miranda, su hermosa humana, estaría en alguna parte. Tenía que rescatarla, llevarla a un lugar seguro, agradecerle y pedirle que fuera a su hogar con ella, para no separarse nunca, jurándole que sería más fuerte en el futuro, para poder protegerla como es debido. Se apoyó con su brazo sano, sus piernas no reaccionándole por la debilidad.

—Mir… ¡Miranda! —Gritó y escupió sangre. — ¡Miranda! ¡¿Me oyes?!

   No había respuesta, pero no se daría por vencida. Necesitaba encontrar a su pareja, a la mujer que su lobo y su corazón reclamaban como suya. Antes de seguir gritando, una mujer rubia apareció, mirándola con aprensión.

—Estás con vida.

— ¿Dónde está Miranda? ¡¿Dónde tienen a mi novia?!

— ¿Por qué una cosa como tú tendría a una humana como novia?

—No lo entenderías… ¡Ustedes desgraciados no pueden saber qué es el amor!

— ¿Amor? —Bufó Vera cruzándose de brazos. —Mi novia murió asesinada y violada por un licántropo. ¡Son ustedes los que no saben sobre amor!

—Lo lamento… pero no por eso deben sufrir los demás… ¡No por eso Miranda que es una inocente tiene que pagar!

—Es una pena, porque ella está muerta.

— ¿Qué? —Jadeó sintiéndose mareada. — ¡Es una mentira!

—Puedes buscarla como el perro que eres, pero no la vas a encontrar. Ella está muerta, así que olvídate de esa humana.

  Vera caminó presurosa, su rabia subiendo como la bilis hasta que entró en la oficina de Brezinski, cuya sonrisa de satisfacción estaba tan ancha que la rubia lo encontró desagradable. Ella golpeó ambas manos sobre el escritorio.

— ¡¿Se puede saber qué coño se te ha metido en la cabeza?!

—Es un lenguaje extrañamente vulgar viniendo de usted, Doctora.

— ¡¿Cómo se te ocurre secuestrar a la hija menor de Moira Hunt?!

—Su sangre es primigenia, la necesito para completar mi investigación.

— ¡Maldita sea si te permito hacerlo! ¡Una cosa es tomar uno y que otro lobo solitario que a nadie le importe para los experimentos! ¡No a la maldita hija pequeña de Moira Hunt! ¡Déjala ir ahora mismo!

—Después de completar las pruebas, te aseguro de que no tendremos que preocuparnos por Moira Hunt o ninguno de esos perros. No se preocupe.
— ¡Dije que la suelte!

— ¡¿Y a usted que le importa?! ¡Los odia mucho más que yo!

—No tanto como para arriesgarme… O la suelta, o lo haré yo misma. —Amenazó y fue a la entrada de la oficina, siendo detenida por las últimas palabras de Brezinski, el hombre ahora de pie.

—Nuestro patrocinador sabe lo que estoy haciendo y el que ella esté enjaulada. Si la sueltas, Moira Hunt sabrá de nosotros, y él te verá como una traidora. Ya te puedes ir despidiendo de tu propia investigación. —Dijo sentándose en su silla nuevamente. —Espero que seas consciente de que no deja cabos sueltos, te silenciará apenas des un paso en falso.

   Vera mordió su labio por la ira, saliendo de la oficina seguida de Zena, le tigre no le había dicho que ella había sido causante de las heridas de Lara. No podía imaginar que aquello iba a suceder. Vera se apoyó en un muro, una de sus manos sobre su frente y la otra abrazando su abdomen. Si no hacía algo, torturarían y muy posiblemente matarían a la joven.

—Tengo que sacarla de aquí… Conseguiré la llave y te la entregaré. Llévatela a su hogar y deja que te interroguen, pero quédate también allí.

— ¿Estás segura? Si lo haces, se acaba tu venganza.

—Tú deberías ser la que más esté contenta con esta situación, ya que eres un cambiante. Sé que odias lo que estaba haciendo.

—Ni los licántropos, ni los humanos son de mi interés. Si estoy en peligro, lucharé, si quienes me importan lo están, pues también pelearé, porque eso es lo que soy. Es mi propio egoísmo hablando… Tú, en cambio, estás triste. 

—No trates de ser compasiva conmigo.

—Tú eres la que se dejó encantar por el enemigo que intentabas destruir.

— ¡Lo único que no quiero es que se repita!

—Los humanos no son mucho mejores… tienen armas de fuego.

—Odio a los cambiantes.

—Pero amas a Lara.

—Que estupidez… Sólo quería vengar a mi novia, por eso entré al territorio de Moira Hunt y sentí curiosidad por una de ellos. Lara es imbécil, no debió buscarme. ¡¿No era que odiaba a los humanos?!

—Y tú odias a los cambiantes, ambas se parecen.

—Basta ya de tonterías. —Dijo arrimando su cabello rubio tras la oreja. —Buscaré la llave, prepárate para llevártela de este lugar.

— ¿Y qué harás después?

— ¿Yo? —Sonrió. —Destruiré la mierda de investigación de Brezinski y la mía. Nadie la usará que no sea yo y ese desgraciado pagará por lo que ha hecho. Nadie se atreve a amenazarme y se sale con la suya.

—Dices eso, pero estoy segura de lo que harás es un gran alboroto para que podamos escapar.

—Eres bastante inteligente para no ser normalmente tan habladora.

—No mueras.

— ¿Te preocupas por mí? —Volvió a sonreír y Zena se encogió de hombros, viendo como el cuerpo de Vera cambiaba hasta tomar la forma de Brezinski.

—Tu poder es realmente extraño.

—Extraño es igual a interesante.

—Por si llegas a morir. ¿Cuál es tu verdadero nombre?

—Creí que no querías que muriera. —Comentó caminando por los pasillos hasta las celdas, viendo al vigilante junto a la celda de Lara, la albina se había desmayado poco después de la visita de la rubia. —Entrégame las llaves y retírate, quiero extraer muestras del espécimen.

—Por supuesto.

—Te llamaré si te necesito.

   El vigilante asintió, retirándose y Vera esperó a la aparición de Zena, la pelirroja de cabello aleonado cargó a Lara tras su espalda, Vera regresó a tomar su forma original. La rubia agradecía traer pantalones y camisas en el laboratorio, especialmente para estos casos. Miró a Lara, apretando su mano para evitar tocarla, pues eso era lo que deseaba hacer. Odiaba a los cambiantes, pero ese corto tiempo con la chica, habían conseguido hacerla sonreír, algo que no le había pasado tras el fallecimiento de su pareja. Su nombre, el real, era Miranda, el nombre de su venganza era Vera, el nombre de la mujer que amaba. Había intercambiado sus rostros, la Miranda que Lara amaba, tenía el rostro de Vera, mientras que la rubia que era su apariencia autentica. “Lara ama a una mujer muerta.” Quiso reír, porque, aunque ella fue sincera en sus atenciones hacía la joven, Lara nunca podría conocer al retorcido ser que era por su rencor. “Destruir a todos por una mujer, o acabar con mi trabajo por una loba.” Aquello si era absurdo. Años de esfuerzo sólo para salvar a alguien que pertenece a la estirpe que deseaba erradicar. Extrajo una pequeña pistola que tenía oculta bajo la bata de médico, para luego señalar uno de los pasillos.

—Ve a esa dirección, quemaré mi oficina y todos se concentrarán allá. Les dará algo de tiempo. Me encargaré de todos los que se quieran acercar a ustedes.

—Regresaré para ayudarte.

—No digas tonterías, limítate a hacer lo que te ordené.

   Ambas mujeres corrieron en direcciones opuestas, Vera subió las escaleras hasta llegar a su oficina, encendió el computador con ansiedad, hasta que encontró lo que buscaba. Inmediatamente un temporizador se vio en la pantalla, ella salió y en menos de cinco minutos su oficina estallaba. Las alarmas se encendieron, así como los rociadores. Tomó la forma de un hombre joven y comenzó a disparar mientras era disparada. Corrió golpeando con el codo el rostro de uno de los guardias, le quitó el fusil y disparó diestramente a los que se acercaban. Abrió la chaqueta del hombre y se la puso, esperando que la ayudara contra las balas. Nunca les tuvo demasiada confianza a los chalecos antibalas, especialmente por su peso. Siguió disparando, hasta que una de las balas llegó a su pierna derecha. Gimió de dolor, no obstante, estaba feliz de que la atravesara y no se mantuviera incrustada. Llegó a la sala de seguridad, disparándole en la cabeza a los guardias que observaban las pantallas. En una de ellas, Zena mantenía a Lara en su espalda, pero la entrada principal evitaba su huida. Varios hombres les disparaban, por lo que la pelirroja bajó a Lara y se transformó en su media forma, sujetando a los soldados y chocando sus cabezas contra el muro hasta destruir sus cráneos.

—Maldición, Vera, no puedo salir. —Dijo tras cargar nuevamente a Lara. Los portones se abrieron de repente, Zena levantando el rostro para ver una de las cámaras de seguridad sobre ella.

—Ya puedes irte, y ve al noroeste, allí hay vía libre. Llegarás a la ciudad en poco tiempo. —Escuchó la voz de Vera y, en vez de preguntar cómo, siguió las instrucciones. La rubia volvió a cambiar su aspecto al sentir que alguien se acercaba. El rostro de su amante fallecida llegó a ella, sintiendo que le había fallado en favor a un licántropo, un ser que había jurado no querer.

   Zena corrió lo más fuerte que pudo, esquivando a los que la perseguía, se detuvo en seco cuando la figura de Enna estaba frente a ella. La castaña de cabello cortó pasó su mirada a Lara en la espalda de la pelirroja, mostró los incisivos, dispuesta a salvar a la albina y someter al tigre.

— ¡Deja ir a Lara ahora!

—Bien… Bien… Tranquila… No es lo que crees.

    Bajó a Lara, Enna rápidamente se había transformado en lobo y Zena apenas la pudo esquivar, para luego agarrar al lobo y lanzarlo contra un árbol. Mientras Enna trataba de levantarse aturdida, Zena aprovechó para regresar por donde vino, esperando llegar antes de que asesinaran a Vera. Entre tanto, Brezinski miraba extrañado al soldado sometido. Vera estaba golpeada, con los brazos tras la espalda, su cuerpo flojo en el suelo.

—No reconozco a este chico. —Dijo pisando la cabeza de Vera. —Mátenlo.

   Brezinski se retiraba, en su mano estaba el video de seguridad que esperaba ver en su oficina, para descubrir que había ocurrido. Zena corrió con su forma de tigre, más rápida y pesada, saltando sobre el soldado que iba a disparar a Vera. Atacó al resto, ignorando los roces de las balas hasta que todos los humanos estaban muertos a su alrededor. Regresó a su forma humana y cargó al joven tras su espalda, sin dudas de que era Vera, pues llevaba el mismo perfume de siempre cuando iba al laboratorio. Era diferente del que usaba cuando estaba con Lara. Al poco tiempo de escapar, la rubia estaba regresando a su forma original, al parecer siendo igual que los licántropos que tomaban su forma humana al desmayarse. Escapar ahora había sido ligeramente más fácil, salvo cuando regresó donde se encontraba Enna con Lara, allí también estaban Max, Lorena y Kara. Max había encontrado a Lorena, por lo que la había retenido, hasta que Kara mostró su presencia, Enna había llamado a Max y él trajo a sus hermanas consigo. 

— ¿Todavía quieres pelea? Por qué no podrás contra tres, no importa que tan grande seas. —Habló Kara, Lorena mirando con aprensión a Zena, pues no pudo encontrarla antes.

—Me rindo, solamente quiero que atiendan a ésta mujer.

—Muy bien… Max, toma a Lara. Más te vale obedecer o te mataré aquí mismo.

—Lo comprendo. —Respondió caminando tras la Alfa, Enna vigilándola desde atrás, todos yendo al hogar de Roy.

  Lara estaba segura de que la mantuvieron sedada, no únicamente era el collar de plata. Al abrir los ojos, se encontraba en una cama, aun así, se sentó alterada y confundida, gruñendo al sentir que alguien entraba en la habitación.

—Agacha la cabeza, que soy tu Alfa.

—Hermana… ¿Cómo…?

—Eso es algo que el tigre nos tendrá que contar. ¿Cómo te encuentras?

—Bien… Creo… Me duele el cuerpo.

—Zena apareció con una mujer rubia. ¿Sabes quién es?

—Ella es el enemigo.


Continuará…😍


Hola a todos y a todas, espero que les haya gustado el capítulo y les haya parecido emocionante, fue difícil. ¿Qué les pareció la revelación sobre Miranda? Esta historia es complicada de escribir, ya hacer uno completo en un día es laborioso hacer, dos fue pura suerte. Un abrazo. 😗

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Espero poder leer sus comentarios, me animan mucho y me divierten sus reacciones, sus votaciones también estarían genial, pero realmente me gustaría leer que les parecen los capítulos.😊

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😄

Tomando posesión de ti: Un nuevo ordenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora