Capítulo 22: Cuándo me caigo, tengo que levantarme

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Brezinski todavía no podía creer ni entender cómo había podido suceder semejante desastre, pronto su patrocinador llegaría, por lo tanto, pediría una explicación.  Se sentó resueltamente en su escritorio, colocando en su computador el video de las cámaras de seguridad. Allí estaba la doctora Vera, frente a su mascota, abriendo él los ojos de par en par al ver la transformación de la rubia. La doctora que siempre parecía estar al tanto de todo, sin estar nadie muy seguro de la razón, era como ellos, no sólo eso, era un cambiante nunca visto. Brezinski carcajeó, su estómago, antes redondo, ahora musculado desde que había comenzado a inyectarse sangre de licántropo, así como había cambiado la mayoría de sus órganos. Estiró su musculado brazo, se concentró lo suficiente en su rabia, en el deseo de destrozar el rostro de la rubia y su brazo se transformó, el vello creció hasta cubrirlo por completo, las garras emergieron y su risa se detuvo, para mirar con una sonrisa ladina su media forma. Finalmente había conseguido aprender sobre la transformación de los licántropos, algo que emergía de los más poderosos sentimientos, para Brezinski era el odio, especialmente para Vera. Necesitaba a la mujer en una jaula, descubrir lo que la hacía tan especial y tomarlo para él. Ella había escapado de la forma más singular y él se determinó a cazarla como la perra que era. La sometería y la haría suya, como a cada persona que se atrevió a subestimarlo. Ahora él tenía el poder y lo aprovecharía.

   Zena y Lorena estaban caminando por el pueblo, todo extrañamente simplificado en casas hechas de madera gruesa, roca, como en épocas pasadas, de todas formas, también tenían internet, televisión, teléfonos móviles y cualquier modernidad imaginable. Habían encontrado comodidad en la mezcla de entornos, especialmente el natural. Lorena caminaba sobre un muro de piedra como si fuera una niña, Zena mirándola con una sonrisa mientras caminaba a su lado. La noche era fresca, el otoño llegaba y las hojas cambiaban su verdor por las hojas naranjas y cafés. La morena de hermosos ojos violáceos era exactamente igual a su gemela, salvo por su personalidad, su olor y el mechón blanco que caía sobre uno de sus ojos. Era un poco extraño sentir comodidad e incomodidad al ver el mismo rostro. De todas formas, cuando se trataba de la mujer omega, la pelirroja disfrutaba su compañía.

—Gracias por sacarla de la celda y llevarla a tu clínica… Fue una sorpresa ver que tu casa está unida a ella. 

—Creo que Miranda ya la ha pasado bastante mal… Espero que descanse mejor. 

—Seguro que lo hará… Aunque, todavía me preocupa… Lo que le hizo tu hermana es…

—Lamento lo que hizo Lara. No pienso justificarla, pero… no puedo simplemente atacarla, aunque haya hecho algo terrible… Es mi hermana.

—Lo comprendo… Sabes que la Alfa estará furiosa por sacar a Miranda de la celda. ¿Verdad?

—Kara y yo siempre hemos estado juntas… Era quien mascaba mi oreja al jugar. —Comentó deteniéndose, tomando sus manos tras la espalda y observando la enorme luna sobre sus cabezas. —Llegué a envidiarla, pues ella sería Alfa, la sucesora de nuestra madre… Yo nunca podría ser escogida, porque nadie aceptará a un omega como líder…—Lorena sonrió melancólicamente. —Ahora no la envidio en lo absoluto. Kara tiene una carga muy grande… Me atreví a llamarla cobarde, pero no es así… Kara nos ama, por lo que quiere que todos seamos felices y estemos protegidos, así que entendí que, lo que quieren unos, no lo van a querer otros, por lo tanto, cada vez que Kara tome una decisión como líder, siempre habrá personas que se enojarán, no importa si ella cree que es la correcta… Debo confiar más en ella. 

—Yo lo haré si tú lo haces.

—Gracias… ¿Me bajas? —Preguntó con una dulce voz, algo que consiguió ruborizar a Zena, pues el muro no era particularmente alto, además de que Lorena era loba, por lo tanto, no necesitaba ayuda de nadie. La respuesta era simple, la morena deseaba contacto, así que Zena extendió sus brazos para sujetarla, alegrándose de ser mucho más que humana, pues fue bastante fácil tomarla y sentarla en el murillo. Tras hacerlo, un beso fue depositado en la mejilla de Zena. —Gracias de nuevo, gata tontita.

—Y tú cachorra. —Respondió refunfuñona, sentándose junto a la morena. Lorena colocó su cabeza sobre el hombro de Zena, sujetando su mano, estirándolas para ver el tamaño de las suyas en comparación con las de la pelirroja, siendo los dedos de Zena ligeramente más largos.

— ¿Qué piensas hacer ahora?

—Protegeré a Miranda, es mi ama y necesita de mi protección.

—Eso es muy loable de tu parte… aunque me gustaría que te quedaras.

—Aún no sabemos qué va a pasar, tampoco creo que Miranda se vaya hasta que tu Alfa lo permita. Después de todo, ahora es una traidora y la buscarán.

—Ella e salgo poco común.

—Lo sé, y con más razón tengo que cuidarla.

—Lo comprendo. —Murmuró apesadumbrada, sorprendiéndose cuando Zena sujetó su rostro y la besó. Sus colmillos le pinchaban ligeramente los labios, la lengua se pasaba por la superficie, buscando entrar a su boca. Ella abrazó a Zena, aceptando el beso, continuándolo para su placer. Lorena gimió al sentir la mano entrar en su suéter azul celeste, sujetando su pecho. —Me gustaría que se quedaran… Me gustaría que te quedaras.

—Yo también. —Suspiró sobre los labios de Lorena, mirando el increíble de los ojos violetas. Lorena era demasiado buena, dulce y blanda, deseando tenerla de nuevo. La empujó sobre el murillo, manteniéndola acostada, alegrándose de que estaban tras la clínica y lejos de la multitud, solamente acompañadas por la luna y el sonido de los árboles al viento tocar sus hojas. Aquel crujir de la naturaleza era reconfortante. A Zena no le importaba si estaba bien o mal, siendo ella tigre y Lorena loba, lo único que tenía en mente era que la morena era suya. —Eres mía, ya lo he decidido.

— ¿Ah? ¿Sí? ¿Cómo? —Preguntó con una sonrisa tranquila mientras Zena levantaba su suéter y exponía los pechos, besándolos en su redondez, para luego tomar la mano de Lorena y besar el pulso.

—Por qué te voy a marcar otra vez, y no tienes permitido borrarlo. De esa forma podré estar contigo, aunque no pueda estarlo, y te encontraré siempre que estés perdida… Lucharé a tu lado si me necesitas. 

—Entonces, Zena, se una conmigo.

   Con un asentimiento, Zena bajó un poco con besos por el abdomen de la morena hasta dar con el hueso pélvico, bajando un poco la falda, por lo que mordió allí, Lorena girando el rostro sintiendo la ola de placer en su vientre. Alzó la cadera, así que Zena subió la falda, bajando la ropa íntima y tomando a la loba con la boca. Su lengua caliente trabajando en su sexo, la morena presionando más contra los labios de Zena, que bebían de ella. El vaivén de sus caderas, se mantenían ligeramente firmes tras la pelirroja sujetar sus muslos, para penetrarla con la lengua. Lorena continuó gimiendo, más como pequeños suspiros, hasta que se corrió en aquella boca. Zena besó los muslos internos antes de alejarse, para poder besar el cuello de Lorena y abrazarla. 

—Me gustas mucho… Te quiero. Quería llevarte conmigo al escapar, pero temí que no quisieras… Éste es tu hogar. —Confesó Zena.

—Quiero un hogar contigo… Quiero que nos queramos más… Quédate.

—Yo… espero poder… Pero hay alguien que me necesita.

—Entonces te ayudaré a protegerla.

  Miranda estaba sentada abrazando sus piernas en la cama de Lorena, agradeciendo a la loba por permitirlo y a Zena por conseguirlo. Su mente divagaba en lo que sus padres le hicieron, volviéndola un monstruo, para luego ir a Vera, quien había sido violada y asesinada por un lobo en celo. Quiso reír por la ironía, pues ella había sido violada por una loba a la que amaba, que estaba enamorada de su amante muerta. Limpió una lágrima errante, pues no había nada que calmara su corazón acongojado. Escuchó que alguien tocaba la puerta, pensando que era Lorena y Zena, pero era Kara. La Alfa la miraba con una expresión seria.

— ¿Vas a regresarme a mi celda?

—No me gusta que hagan las cosas sin mi permiso, pero no, no te regresaré a esa ceda. Tengo un par de propuestas. ¿Puedo sentarme?

—Lo que quieras, eres la Alfa. —Respondió con indiferencia, Kara sentándose a su lado en la cama.

—Lo que ha hecho Lara no tiene perdón y, aunque lo que planeabas hacer me da la libertad de encerrarte o matarte, quiero darte una oportunidad.

—Así que ser violada salva mi mugrosa vida. —Habló con ironía.

—Velo de la forma que se te antoje. Eres un ser único, por lo tanto, peligroso, cuando tus colegas se enteren no van a dejarte ir fácilmente. Quédate en la manada bajo mi protección y trabaja como una espía para mí.

—Quieres que regrese al laboratorio bajo otro rostro.

—Entre otras cosas. ¿Aceptas?

— ¿Qué hay de Zena? Ella está interesada en tu hermana.

—A los lobos no les gustará, pero lo aceptaré si lo deseas como parte del trato. Aunque me sorprende que ayudes tanto a Zena.

—Supongo que es porque es la única que me entiende y no juzga mis acciones… Una de las dos debe ser feliz si la otra será desdichada. ¿Qué hay de Lara?

—No tendrá permitido estar cerca de ti sin vigilancia.

—Muy bien… Tampoco es que tenga alternativa… Brezinski me odia, me dará caza de todas formas.

—Roy está afuera y quiere hablar contigo.

—Deja que entre.

   Kara asintió, levantándose de la cama y saliendo de la enorme cabaña, permitiendo que Roy entrara. Tímidamente señaló la cama y ella asintió. Era difícil de aceptar que la Miranda que conocía fuera una farsa. La rubia miró al hombre que estaba a su lado, sabiendo perfectamente lo que había en su cabeza. 

—Fuiste mi amiga por un largo tiempo… ¿Por qué?

—Al principio fue para buscar información, algo que pudiera ayudarme… Al principio no me interesabas en lo más mínimo.

— ¿Por eso te acercaste a mí? ¿Para tu venganza? ¿Para entrar en la manada de la alfa Kara?

—No había forma de saber que sería tan conveniente juntarme contigo para eso… Trabajé como secretaria de otra persona, no había necesidad de hablarte si ya tenía una forma de recabar información.

— ¿Entonces? ¿Por qué?

—Ya que eres mi hermano.

   Sawyer miraba a Lara, que tenía los ojos nublosos por los calmantes, acercó una silla y se sentó con una pierna cruzada sobre la otra. La chica un año mayor se había dejado llevar por su dolor, eso era evidente. La castaña se cruzó de brazos mirando a su cuñada con severidad.

— ¿Qué quieres hablar sobre Miranda?

—Espero que no estés pensando en relacionarte más con ella.

—No puedo prometerte que no la buscaré… Todavía necesito entender por qué y también… necesito disculparme con ella.

— ¿Realmente crees que ella va a perdonarte después de lo que le has hecho? Soy una omega y como toda omega, sufro con el miedo de ser brutalmente violada, estoy segura de que Lorena siente lo mismo. Ahora imagina que lo haga la persona que más quieres.

—Ella me mintió… ¡Quería destruirnos!

— ¿Y eso lo justifica?

—No, no lo hace… Pero entiéndeme también, no pude aceptar que Miranda muriera, para descubrir que estaba con vida, y peor, que no era quien yo creía que era. Le hice el amor a una mujer que murió hace cinco años.

—No sé la razón de Miranda de usar el rostro de su amante fallecida, no obstante, no debiste perder el control de esa manera.

—Lo sé… Tenía una vorágine en mi cabeza y en mi corazón, la tenía allí y solamente pude pensar en que era mía y tomarla, por muy dolida y rabiosa que estuviera… Necesito disculparme y entenderla o perderé el control nuevamente.
—Kara no lo permitirá.

—Entonces la enfrentaré si es necesario.

— ¿Lucharías contra tu Alfa? ¿Tu hermana? —Arqueó la ceja y Lara apretó el puño en la sábana desgarrada.

— ¿Permitirías que cualquiera de nosotros se interpusiera entre tú y Kara?

—No. —Respondió lacónicamente, endureciendo su expresión.

—Por eso mismo necesito hablar con ella… Lo necesito.

—Puedo conseguir que eso pase, pero serás vigilada… No podrás tocarla o acerarte más de lo necesario… Debes prometerme que no le harás daño.

— ¿Por qué estás haciendo esto?

—Kara necesita ayuda y soy su compañera.


Continuará…😅

Comentario de la autora:
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😉

Tomando posesión de ti: Un nuevo ordenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora