Capítulo 27: Cayendo a la desgracia

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Brezinski estaba mirando los videos de las cámaras de seguridad por décima vez, mientras una risilla escapaba de sus labios. Nunca hubiese imaginado que la buena doctora, a la que todos debían respetar o temer, era una de aquellas bestias, pero algo mucho más interesante. Tras ese descubrimiento, habló con su patrocinador, que no parecía tan sorprendido como él del descubrimiento. De todas formas, aquello era sólo una de las dos maravillas esa semana. Había conseguido transformarse, no únicamente en lobo o media forma, sino que era el doble del tamaño que un licántropo corriente. Él había superado todas las expectativas impuestas. Reprendió a los hombres que se habían equivocado de mujer, tomando a la hermana omega y no a la alfa de la manada, tampoco importaba, tenía un hombre en aquella manada que lo mantenía informado. Brezinski bebió un poco de la taza de café y se rascó la barba incipiente pensando en su nuevo plan de acción. Lo dejó impresionado el saber donde se encontraba Vera, no obstante, era bastante conveniente. Los humanos estaban demasiado nerviosos a la idea de que compartirían derechos con esos monstruos, por lo que se le había encomendado deshacerse de ellos antes de que se multiplicaran a cualquier costo. Se estaba volviendo demasiado engorroso y largo, necesitaba a Vera para ser mucho más que un simple licántropo. Asesinaría a la Alfa y a quien se interpusiera y tomaría a Vera, y debía hacerlo antes de la aprobación de aquella estúpida ley, por lo tanto, también debía deshacerse de aquel estúpido de Roy Masters.

—Señor, nos han informado que podemos proceder. —Dijo un soldado al entrar en la oficina de Brezinski.

— ¿Cuál será la historia?

—Una lucha entre especies. Sólo hay tres especies de cambiantes y ninguno se lleva bien, por lo que es una guerra por territorio.

— ¿Y la alfa? ¿Dónde estará? 
—Irá a la base que dejamos como señuelo junto con su hermano menor, las otras dos estarán en sus tierras unas horas más cuando estén dispuestas a ir a la ciudad en la noche. No quieren llamar la atención.  

—Y nosotros tampoco. —Dijo con una sonrisa sardónica. —Atacaré a la Alfa con mi equipo, asegúrense de acabar con todos esos perros en su hogar, que no puedan ir a ayudarla y tomen a Vera.

—Lo que ordene, señor. ¿Algo más?

—Nada más, puedes retirarte. —Lo despachó, extendiendo su brazo, maravillándose mientras creció, se cubrió de espeso pelo marrón y las garras emergieron letales. —Me pregunto en que caos estarían si pierden a su Alfa.

   Mientras Brezinski quería ser parte de ellos, liderándolos a todos, su patrocinador era un tonto que deseaba la destrucción de la nueva especie, temeroso de que esa ley le quitara el lugar a la humanidad, sin ver su maravilla. Las bestias desatadas sin su líder, la única persona que les brindaba refugio, propósito y esperanza. Kara Hunt debía morir, así como toda su mugrosa familia, que deseaban ser como los patéticos humanos. Él tomaría a Vera, la haría suya, la utilizaría para ser mucho más que un licántropo, mientras arrebataba la vida de esos perros que atrasaban lo inevitable. Cuando las bestias se quedan sin un guía, amenazados por una especie, aunque no superior en poder, si en número, perderían la razón y traería el caos, luego necesitarían un nuevo líder y allí estaría él para tomar el papel. Ya no sería el nuevo orden, sino la nueva era.

  Kara estaba en su escritorio, Sawyer de pie a su lado como era usual, mientras Lorena estaba frente a ella, Lara, Miranda, Roy y Max no estaban muy lejos, debido a que, mientras Miranda y Roy estaban sentados en el sofá frente a la chimenea, Max estaba al otro extremo de su Alfa y Lara se encontraba apoyada junto a la chimenea. Lorena sintió más a Kara que cualquiera que no fuera la compañera de la Alfa, ya que, después de todo, era su hermana gemela.

—Y dices que Enna murió en tus manos.

—Intentó asesinar a mi compañera y la defendí como haría cualquier lobo.

Tomando posesión de ti: Un nuevo ordenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora