Capítulo 04 Son unos forasteros indeseados

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Lara caminaba junto a Max, el hombre fornido, sonrisa fácil y cabello oscuro de ojos violáceos, ella más pequeña del mismo color de ojos, pero de cabello blanco espeso y recientemente cortado hasta los hombros con las puntas negras debido a su naturaleza. Ambos iban vestidos con chaquetas de cuero, camisetas y pantalones oscuros, y mantenían los brazos tras su espalda, esperando a la comitiva que se acercaba. Un todo terreno apareció atravesando el bosque, deteniéndose en la entrada cubierta por un muro extenso, dos vigilantes acompañaban a los hermanos. El coche se detuvo y al abrirse la puerta aparecieron dos personas, uno era un hombre rubio, una sonrisa se asomó en sus encantadores ojos azules, tras de él, una mujer de cabello castaño pelirrojo ondulado que caían hasta media espalda, fleco recto que sobre ojos azules al igual que su compañero, ocultos bajo unas gafas de marco metálico delgado, su sonrisa era igual de brillante. En cambio, Max y Lara retuvieron cualquier expresión de gusto o de disgusto, simplemente porque no había una crítica positiva o negativa a sus invitados. La mujer traía una carpeta metálica con un gancho, un bolígrafo simple también se sujetaba. Max, que era joven como su hermana, pero había crecido bastante alto y de buena musculatura gracias a un arduo entrenamiento, extendió su mano a los humanos para darles la bienvenida.

—Maximilian Hunt, hermano de la Alfa. Fui encargado de ustedes en su estadía.

— Roy Masters. —Respondió el humano rubio tomando la mano de Max. —El presidente me mandó para concretar el tratado con los cambiantes. Vamos a pasar, como se concretó con su Alfa, algunos días aquí en sus tierras y, dependiendo a lo que veamos, decidiremos si se firmará el acuerdo. Una alianza que espero que se haga realidad.

—Yo también... ¿Y su compañera es?

—Mi asistente, la señorita Miranda Mansfield.

—Ambos sean bienvenidos. —Max apretó el hombro de Lara al sentir su inconformidad. —Ella es mi hermana Lara, también encargada de cuidarlos y guiarlos por nuestras tierras.

—Un placer señorita. —Dijo Roy ofreciendo su mano, que fue ignorada.

—Sígannos, por favor. —Dijo la joven de 24 años simplemente, apartándose de la peste de los humanos, pues eso eran para ella, una plaga.

—Aquí vivimos como una comunidad, tenemos entrenamientos ya que, así como el servicio militar protege al país, nosotros protegemos nuestras tierras.

— ¿Tienen enfrentamientos seguidos?

—No muchos, es sólo un método de prevención.

—Los humanos han provocado más guerras que nosotros enfrentamientos entre nosotros o cualquiera. —Gruñó Lara y Roy decidió ignorarlo. Era evidente que ella no los quería allí, pero no había de otra. Tampoco era que un humano se sintiera cómodo rodeado con los que consideraba monstruos, Roy se había ofrecido ya que sentía curiosidad, y Miranda era diligente e igualmente estaba intrigada, así que, con un poco de optimismo de que todo saliera bien, siguieron a los hermanos al interior de la tierra que una vez fue únicamente para la familia Hunt, hasta que comenzaron a albergar a todos los que se descubrían licántropos. No había sido fácil y no lo sería en el futuro.

— ¿Es verdad que los cambiantes son inmortales?

—Pero que estupidez. Si no lo éramos cuando el mundo no nos veía todos peludos. ¿Lo seríamos ahora? —Bufó Lara tras su comentario despectivo. "No son inmortales", anotó Miranda que, a pesar de tener un buen móvil, le gustaba anotar las cosas, no confiando demasiado en la tecnología.

—Lo que Lara quiere decir es que, de serlo, habría sobrepoblación, así que no, nosotros tenemos el mismo rango de vida que un humano corriente.

— ¿Y la reproducción?

Tomando posesión de ti: Un nuevo ordenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora