Capítulo 14: sordid (sórdido)

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Siente la ira hervir bajo su piel, atravesando cada parte de su cuerpo y envenenando su sangre. Su estómago está apretado en nudos. No había podido dormir, no cuando su sed de sangre lo quemaba por dentro y lo reducía a cenizas. Necesitaría beber un océano entero para apaciguarla.

Aemond observa como Lucerys duerme pacíficamente y escucha el ritmo de su respiración para intentar calmarse.

Pero no funciona.

Solo causa el efecto opuesto, en realidad, el cual empieza a sentir subir a la superficie de su perlada piel. Ver como el pecho de Lucerys sube y baja lo enoja más. Odia lo pacífico que se ve cuando Aemond se acaba de dar cuenta de que en realidad el muchacho no estaba seguro, ni siquiera con la corona sobre la cabeza de Aemond.

La luna brilla pálida sobre ellos, filtrándose a través de las cortinas. Es un brillo austero que ilumina la fragilidad del momento; las sombras sobre sus costillas, el sudor sobre su piel. Ahora, ya sobrio de su noche de placer y sólo con sus pensamientos, se siente enloquecer.

Quiere respuestas a preguntas que no se siente capaz de formular. ¿Acaso Cole lo había tocado? ¿Había pasado algo más que simples miradas?

Había pasado toda su vida pensando que Cole era incapaz de tales depravaciones. Sus manos habían sido bendecidas por el Septon para sostener una espada que había jurado usar para protegerlos. Esas mismas manos lo habían entrenado y moldeado a Aemond desde su punto más débil hasta convertirlo en un guerrero.

El solo pensar en esas mismas manos tocando la piel de Lucerys, dejando marcas dentro y fuera de él... Solo siente una amarga ira sobre su lengua, en su boca, y sacudiendo sus músculos. Había tenido que contenerse para no abandonar la recamara y buscar al caballero, donde sea que estuviera, y usar a Blackfyre para atravesar su cráneo. Ni la cercanía entre ellos ni los buenos recuerdos podrían salvar su vida ahora.

—Aemond, —gruñe Lucerys, medio dormido y con sus ojos aún cerrados—. Estás temblando.

—No es cierto —extiende su mano y presiona un dedo bajo la barbilla de Lucerys. Cuando Aemond levanta el rostro del castaño hacia él, Luke estaba ya completamente despierto, aunque aún algo molido por el sueño. Estaba vulnerable, muy diferente del insaciable muchacho con el que se había acostado hace unas horas. Aquello llena a Aemond de calidez, por lo que lo toma en brazos para besar su nariz y temblorosas pestañas.

—No te estás haciendo para atrás, ¿verdad?

—No, —Aemond aprieta su agarre sobre Luke—. Te hice una promesa que pienso cumplir.

Lucerys asiente con la cabeza. Se acurruca más profundamente dentro de los brazos de Aemond y exhala, lleno confort y completa confianza.

—Solo desearía que me lo hubieras dicho antes —dice con la voz baja—. De haberlo sabido, lo hubiera atravesado con mi espada frente a todo King's Landing.

—No me dio tiempo. Pasó justo antes de tu... coronación. Y luego, cuando te volvía a ver... —Lucerys muerde su labio y acaricia el pecho de Aemond con sus manos—. Ya no lo tenía en mente. Además, teníamos cosas más importantes que tratar.

Aemond tararea. Las manos de Luke se sentían suaves, por lo que no puede evitar disfrutar de sus afectos.

—Estará muerto al caer el sol de mañana.

—¿Qué hay de-?

—Ya te he dicho que necesitamos ser más discretos con él, ¿no es así? —Había una dureza en su voz. Tan fuerte como la ansiedad que crece en su estómago. Lo cierto es que Aemond tenía miedo. No lo quiere demostrar, pero le preocupa que la inestabilidad en su voz lo delate. Preferiría morir a dejar que Lucerys lo note.

Prize -Lucemond-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora