Lucerys suelta su mano.
Aemond siente la sobrecogedora necesidad de correr tras él, pero se resiste. Tenía que. El dolor que le sigue es insoportable. Lucerys nunca le había sonreído de esa forma. ¿Cómo podría? Las pequeñas muecas que le mostraba con sus labios palidecían ante lo que veía ahora. Eran la luna en lugar del sol. Muestras de afecto secretas que escondía en su pecho, encerradas en un rincón y manchadas. Aemond admitía, sin embargo, que había una belleza en ello. Podía aceptar ese hecho a pesar de que lo estuviera destrozando por dentro.
Ahora veía el horrible futuro mostrándose frente a él. Su cabeza pesa con la corona que no debería llevar y las palmas de sus manos pican por querer tomar algo que nunca fue suyo. Sí. Sí así es como todo terminará, al menos lo haría viendo todo con claridad. Su ojo ahora estaba completamente abierto. Estaba listo.
El viento trae hacia Aemond la voz de Lucerys, la cuál suena como bella música en sus oídos.
—Madre, madre —escucha como dice, como si fuera un clamor.
Su propia madre se encontraba muy lejos ahora. A salvo junto a Helaena y los niños, lo cual hace todo esto un poco más fácil. Este podría ser el momento que consolide sus decisiones. Lucerys se deja caer en los brazos abiertos de otra persona mientras Aemond lo observa desde lejos cual extraño. Admira lo fácil que es para Lucerys ser así. Es como si tuviera plena confianza en que las manos de la otra persona lo sostendrían. ¿También se sentiría igual con Aemond? El pensamiento lo llenó de una extraña energía.
Tal vez Aemond siempre había sabido como terminaría todo. ¿Acaso había sido todo por nada? Se sentía mal, demasiado mal, por haber alejado a Lucerys de esto. Un secreto más que añadir a la lista; otro nudo en la cuerda que los ataba. Ahora no podía hacer más que cortar dicha cuerda y colgarse con ella.
Con ese pensamiento en mente, y completamente embelesado con la escena frente a sus ojos, el mundo a su alrededor se queda en completo silencio. Es tanto así que no se da cuenta de cuando Daemon desenvaina su espada. No es sino hasta que ve como Lucerys aleja su atención de Rhaenyra y sus ojos se llenan de terror mientras grita "¡Daemon!" en una súplica que Aemond finalmente siente la cuchilla contra su cuello. Está tan fría como el hielo. El platinado le da la bienvenida y muestra su cuello. No tiene intención alguna de sacar su propia espada.
Daemon estaba completamente encrespado mientras lo observaba con esos ojos violeta oscuro. Su tío era un hombre en formas que Aemond no. Era ira pura, la cual cruzaba líquida por sus venas. Había cosas que ese hombre había hecho y visto que Aemond solo conocía por los libros. Espera que la única cosa que los conecta sea suficiente. Su causa no es una que valga la pena, pero es la única que conoce.
—No se si debería llamarte "idiota" o "valiente".
—Me temo que no soy ninguno —dice Aemond mientras cruza sus manos tras su espalda.
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Prize -Lucemond-
Fanfic(TRADUCCIÓN AUTORIZADA) Edit 26/06/23 (Leer el fic bajo su responsabilidad después de pasar por las aclaraciones) -Te odio -le dice, pero hay poco veneno en sus palabras. Lucerys está cansado. La pelea dentro de sí ha desaparecido. Arrax está muerto...