Fue un día de lo más corriente, a excepción con que aquel día Penelope no pensaba que su vida se vería removida radicalmente de rumbo. Fue imposible descifrar para la niña de 14 años que ese día se enamoraría.
No fue particularmente poética, ni curiosa, ni menos romántica la manera en la que lo hizo, fue simplemente intempestiva; llegó como del cielo, con una certeza y una fuerza indescriptible hasta el día presente.
Si lo definiera, sería: avasallador.
Su amor así lo era.
Colin era su compañero hace apenas unos meses, se había cambiado de escuela de una lejana región cuando toda su familia se mudó nuevamente a la gran ciudad luego de haber residido en el campo por años. Pero, el muchacho, estaba lejos de ser un joven contrariado con su nueva realidad. Muy por el contrario, siendo el tercero de una linea familiar extensa de ocho hermanos, Colin era la definición de la extroversión y el carisma. Un chico sumamente amigable, que siempre tenía un comentario mordaz y una sonrisa risueña para quien se le acercara, lo que le había ganado un puesto en un grupo de muchachos del mismo estilo, que gozaban de una popularidad mediana a alta dentro de la escala social de la escuela privada.
Penélope era distinta. Ella formaba parte del grupo más extremo de la cadena alimenticia de los adolescentes; allí donde se encontraban los introvertidos, los frikis, los pasados de peso y los con gustos diversos. Lo único que ella podía admitir que tenía a favor era que no era material de burlas expresas, pues sin saber como, Penelope había logrado ganarse el respeto mínimo de no ser víctima del matonaje propio de esos ambientes. Pero, claro, ella sabía que si se reían de ella a sus espaldas.
Como perfecta nerd, Penélope se sentaba al frente de la clase, junto al profesor, así que ese día estuvo en primera línea para ver como su nuevo compañero de clase era entrevistado por uno de sus (pocos) amigos. el profesor había dispuesto graficar el género literario de la entrevista mediante un ejemplo.
Aquel momento tan sencillo, tan olvidable, habia convencido a la joven e introvertida niña de cabello castaño claro y baja estatura que le gustaba su compañeros.
No sabía si fue la seguridad con la que hablaba, o las sonrisas sucesivas que brindaba, o quizás sus comentarios vivaces que siempre guardaban dobles sentidos...pero algo en él, en sentirse libre de fijarse en sus gestos corporales, hizo que saliendo de clases Penélope se acercara a una amiga.
-Creo que me gusta...-dijo la castaña, sentada en el suelo fuera de la sala de clases en pleno tiempo libre, sin mirar a su amiga que se sentó junto a ella.
-¿De quién hablas?- preguntó curiosa la muchacha, una niña más alta que ella, más delgada que ella, pero con la misma personalidad retraída e introspectiva.
Penélope no supo qué decir. ¿debía confesarlo a su amiga, a ella especialmente?
-De hecho...creo que es amor. Sí, no sé explicarlo, me golpeó simplemente. Fue tan repentino...
-Woow...¡es increíble, qué emoción! me encantan las historias románticas...¡pero ya dime de quienes se trata!
Y ese era el problema.
-No te molestes- pidió Penélope, en medio de un sonrojo y acercándose a su amiga que estaba sentada en el piso, para susurrarle- de...de Colin.
Eloise empalideció. Su rostro pasó de emoción a un gesto que podría tomarse como repulsión fácilmente. Y es que el problema es que Eloise y Colin eran hermanos mellizos, separados de curso.
-No, dime que es broma- dijo finalmente la niña, soltando un suspiro enojado, que entristeció a su amiga.
-¿Cuál es el problema...?
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Primero fue el amor
RomancePenélope se enamoró de Colin un día cualquiera. Tampoco fue especial el día que comenzaron a ser amigos. Menos el día que se confesó. Un recorrido por un historia de amor no correspondido a través del tiempo y cómo las circunstancias van creando c...