Malos consejos

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-Que mala suerte que El se haya enfermado justo hoy para la entrega de los pasteles- dijo Sylvia, mirando de reojo a Pen que estaba sirviendo porciones de postres y pasteles a sus compañeros. Era el último día de clases antes de las vacaciones. Lo cierto es que Pen sospechaba que su amiga se había quedado en casa a propósito. -¿Supiste si a Colin le gustaron los cupcakes?

-No lo sé, supongo que sí. Cuando se trata de comida no es nada complicado- respondió la muchacha, sonriéndole a su amiga.

-Aprovechando que no está El... ¿que has pensando de lo que te dije?

Pen se detuvo. Sintió nerviosismo de solo recordarlo.

-No lo he pensando, Sylvia-

Aunque, en realidad, sí lo había pensado. Se había imaginado mil veces en aquella situación, contándole de distintas maneras lo que sentía por él. Y, claro, las formas en que él le respondería.

-Hoy sería ideal, último día...ustedes en buena situación. Podrían tener todo el verano para ser novios.

Pen evitó seguir esa conversación. Lo que su amiga no entendía era que, de confesarse, sólo sería un acto de valentía y liberación, nunca algo más que eso. Para su suerte, Sylvia tuvo que volver a clases y la dejó a solas, al menos solo con sus pensamientos los que se alteraron con fácil al notar que Colin estaba cerca de ella, jugando pelota con sus amigos del curso. No la había visto, mucho menos la había saludado. Ese día se veía tranquilo, su rostro atractivo de labios suaves, de cabellos sedosos y dos ojos que coronaban la situación de un tono verde intenso parecía destacar incluso más que en otras ocasiones. Llevaba unos segundos abstraída mirando, cuando él le devolvió la mirada.

¿La habría sentido?

Cuando la vió, Colin le sonrió con amabilidad, como siempre lo hacía...¿o habría algo más en aquel gesto que Pen sentía tan personal? Realmente, a veces no sabía si lo imaginaba pero sentía que él la miraba con una ternura especial, distinto a otras muchachas.Y no es como que no fuera cercano a otras chicas, al contrario, tenía una fama oculta a la generalidad de la gente pero no entre las mujeres de su edad de ser una especie de conquistador a base de labia. Sabía decir cosas bellas, sin querer realmente llegar a ningún lado.

Pen lo saludó a la distancia. Colin, que seguía jugando, le hizo gestos con la mano, primero tocándose el estómago y luego subiendo el pulgar como gesto aprobatorio.

Ella entendió: "Estaban ricos los cupcakes" . En respuesta, le sonrió con dulzura, ladeando la cabeza un poco apenadas de su sonrojo. Luego, él siguió jugando.

-Tan bello...-murmuró Pen.

¿Podría permitirse seguir creyendo que esos momentos solo eran para ella?

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La falta de Eloise penaba intensamente a Pen, haciéndola sentir aburrida. Los últimos días de clases nunca se hacía mucho, pero en la tarde tendría una clase importante y el profesor se había negado a cancelarla. Por no estar su mejor amiga, la adolescente almorzó sola y espero en el patio de la escuela que comenzara el próximo módulo de clases. Le encantó notar, al subir la vista hacia su salón, que Colin se encontraba hablando con un amigo apoyado contra la baranda del segundo piso.

Su nube íntima se reventó cuando Sylvia llegó a su lado, riendo.

-¡Eres tan obvia!

-Dios, no me asustes de esa manera- exclamó la chica, un poco molesta ya de la presencia de la chica. Se estaba comenzando a sentir como Eloise, un poco harta de la gente en general.

Primero fue el amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora