Podrían distinguirse fácilmente tres estados intermitentes en la conducta de Colin desde hace un tiempo. Pasaba de la rabia, a la tristeza y luego a la melancolía con mucha frecuencia. Cosa muy extraña en él, que siempre brillaba por su buen ánimo, su disposición y su tranquilidad ante la tempestad. Claro que nunca había sufrido el rechazo directo y constante de nadie, por increíble que pareciera.Pero ¿por qué le molestaba tanto? Lleva una buena cantidad de días maldiciendo, gruñendo a sus hermanos menores y dejando comida. Lo último siendo lo más notable, a ojos de cualquiera que lo conociera bien. Su hermano Anthony lo había relacionado a la cantidad de trabajo que significaba su labor como presidente del centro de alumnos pero; por otro lado, su madre y Eloise creían que tenía que ver con lo propio del estrés del último año escolar unido a su simple condición de varón. Solo Benedict, que parecía estar siempre sosteniendo una risa culpable cerca de su hermano, asemejaba identificar que su carácter destemplado tenía nombre, apellido y personalidad.
Aquella mañana muy temprano volvía a su mente la imagen de Penelope ayudandole a vomitar. Dios, que horrible recuerdo. Solo le levantaba el espíritu la resolución a la que había llegado el día anterior: seguiría insistiendo. Había preparado una guía a su parecer notable pero con un par de pequeños errores puestos con el solo propósito de que la chica le hablara. Eso sí tenía que ser un acto desesperado, todo por volver a...
¿A qué? ¿Su amistad? Dudo por unos segundos. No alcanzó a analizarlo más porque llegó al salón y buscó, disimuladamente, a su compañera de trabajo. Creyó por unos segundos que debería esperarla pero, para empeorar su mal genio, encontró una suerte de masa de ropa de tonos azules que parecían ser dos cuerpos abrazados y ocultos. Solo supo que era ella por sus rizos castaños.
Se paralizó, al menos por unos segundos, los que fueron seguidos de una cantidad de furia que venía directo de sus estomago y se posaba con determinación en su pecho. Con pasos duros llegó hasta ellos y la llamó con dureza por su nombre.
-¿Colin?- preguntó Pen, saliendo de su abrazo, pasando de las risitas a un estado de vergüenza, o al menos eso le pareció él.
-Sí, él mismo. Toma, es la guía de esta semana. Adiós.
Sin decir nada más, se giró en sí mismo y fue rápidamente hacia su puesto en la sala de clases. Pen, atónita en su sitio, no salía de su sorpresa. Al momento que llegó a su lugar fingió sacar las cosas de su bolso, con gestos tan bruscos y a la vez tan torpes que se sorprendía de que no estuviera todo explotando a su alrededor.
No fue bueno que justo llegaran dos de sus amigos a molestar en el peor momento.
-¿Estudiaron para la prueba de hoy?
-No- respondió cortante Colin, deseando que deseparecieran.
-Claro que no, fue cumpleaños de Daph. Estuvo bueno, debiste ir- agregó Ian, mirando fijamente a Colin, como intentando descifrar su mal humor
-¿Sabes si James y Penelope tienen algo? ¿los vieron juntos en la fiesta? estaban abrazos ahora.
-Tu no fuiste a la fiesta, pero sí-
Los sentidos de Colin, que estaban lejos de relajarse, se erizaron aún más al escuchar que Pen estaba en boca de todos. ¿Y cómo no? si estaban muy juntos, repulsivamente juntos.
-Parecía como si se la estuviera comiendo, fue desagradable- gruño Colin, logrando que sus amigos rieron de buena gana. Pero él fue muy consciente apenas dijo eso que había sido terrible. Más aún cuando, levantando la mirada de sus cosas, se dió cuenta que frente a él y detrás de sus amigos, habiendo escuchando todo, estaba Penelope, mirándolo ya no con odio sino con abierta pena.
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Primero fue el amor
RomancePenélope se enamoró de Colin un día cualquiera. Tampoco fue especial el día que comenzaron a ser amigos. Menos el día que se confesó. Un recorrido por un historia de amor no correspondido a través del tiempo y cómo las circunstancias van creando c...