Vampire Academy love after death

Capitulo 3.

Recosté el cuerpo en los asientos y entre al hotel. Lissa estaba recostada en el pecho de Eddie. Christian hablaba con Tasha al igual que los demás. Todo se interrumpió cuando entre. Las cabezas se levantaron y fijaron su mirada en mí, todos menos Lissa. Ella parecía un zombi. Tristemente me recordaba cuando Rose había perdido a Mason. El vinculo llego como una gran ola golpeándome. Lo había retenido con mi propio horror. Esa ola traía odio, tristeza, soledad, amor, depresión... oscuridad.

Lissa fijo sus ojos en mí al darse cuenta que la observaba fijamente. Lentamente alzo su brazo y las lágrimas empezaron a caer por su rostro. Me acerque a ella y la robe de los brazos de Eddie. Una vez más empezó a sollozar pero deslizo un anillo en mi dedo.

- Te protegerá - tartamudeo

Aproveche que tenía el espíritu curándome y tome la oscuridad de su aura. Se sintió un fuerte viento y luego el espíritu del anillo lo curo. Ahora estábamos más calmados.

- Volveré rápido - le susurre

Lissa asintió y volvió a los brazos, pero esta vez de Janine

- Lo siento - ella le susurro

Janine sacudió su cabeza y le beso el cabello. Sus ojos estaban rojos y tan vacios como los de Lissa. Estaba recuperándose ella misma.

Entre a mi habitación y tome una ducha. Me ayudo a calmar mi estado alterado y me dejo pensar un poco, pero antes de hacer un pensamiento razonable, la realidad me golpeo como un maremoto.

Mi Roza estaba muerta. Camille había cumplido su amenaza. Había logrado destruirla al igual que a mí, que a Lissa, que a Janine... a todos nosotros. Al grupo que nos acompañaba, nuestros amigos.

Solo una muerte logro despedazar varias almas. Ahora todos éramos diferentes. Con más odio y más sombríos de corazón.
Estábamos sentados en una sala. Nuestros atuendos negros solo demostraban respeto, tristeza y odio. Esperamos por unos minutos mientras preparaban el cuerpo. Estos transcurrieron en un molesto silencio. Aunque quería acabarlo, no sabía como escapar de esta situación. El aire cada segundo se hacía más pesado.

Abrí la nota que Mikhail y Sonya habían mandado desde España

Dimitri,

Nos hemos enterado acerca de la muerte de Rose. Es una perdida terrible y odiamos no poder acompañarlos ahora que lo necesiten. Estaremos con ustedes tan pronto como podamos.

Recuerda que el amor vence todos los obstáculos que se interponen en nuestro vivir. Rose siempre cuidara de ti. Nunca lo dudes

Con Amor

Sonya Karp y Mikhail Tanner

Mi celular sonó en ese momento. Hice una mueca al reconocer el numero, aunque también me alegre que ella estuviera bien

- Belikov, ¿Dónde estás, Alberta?

- Oh, Dios mío - jadeo ella - gracias a Dios que estas bien - ella vacilo - ¿Pasa algo malo?

- ¿Por qué lo preguntas?

- Su voz suena sin vida ¿Qué ha pasado?

- Rose

Mi voz se corto y un sollozo se alzo en mi garganta antes de que pusiera suprimirlo

- ¿Qué pasa con ella? ¿Esta herida?

- Oh, Alberta - cuanto me gustaría que solamente fuera eso, pero la vida no es lo que uno quiere recordé amargamente con lagrimas - ella murió

- Dios - el celular se quedo en silencio por unos segundos hasta que oí un suspiro por parte de Alberta - Dimitri debes recuperarte de esto

- ¿Has amado alguna vez a alguien hasta conseguir que tu mente no sea razonable y al mismo tiempo ser completamente razonable? ¿Alguna vez lo has saboreado hasta hacerlo creer que podía quedar satisfecho solo consumiendo la lengua que lo había devorado? - las lagrimas caían descontroladamente y sentía la tristeza de Lissa invadiéndome, como si necesitara algún otro motivo para tenerla - ¿Has amado de tal modo, que el sonido de tu voz en su oído provocara una explosión de placer de tal intensidad que sólo el llanto pudiese aliviarla?

Alberta se quedo un minuto en silencio

- No, definitivamente no - respondió con un suspiro

- Eso pensaba - dije - entonces no me digas lo que debo hacer o sentir - la corte antes de que pudiera hablar - Me encanta escuchar que estés bien ¿Dónde estás?

- Un Moroi alemán me pidió ser su tutora y eso hice

- Oh... bien - suspire - Debo irme