Capítulo 21

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Manada

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| Pelear para vivir | 



Orión estaba sentado siendo rodeado por muchos omegas que bailaban para él, sus ropas blancas compuestas por una simple bata blanca, sus hombros eran cubiertos por una capa de pelaje de oso que trajeron los del clan de su futuro esposo, su cabello había sido peinado con unas cuantas trenzas que se cruzaban en el centro y con una corona de flores, aunque lo que lo hacía resaltar eran sus collares y brazaletes.

Ahora mismo debía esperar a que su prometido regresara luego de obtener una de las escamas del dragón de su padre, cosa que significaría que sería capaz de montar a una de sus crías que no tuviera un domador.

Por su lado, estaba siendo entretenido por el baile de sus compañeros, que festejaban por su boda.

— Hermano, ¿No estás nervioso?

— ¿Nervioso?

— Quiero decir... mi cuñado... sabes lo que dicen sobre los dragones y los magos de magia carmín.

— Estoy seguro de que mi alfa no es alguien débil, el dragón lo aceptara como parte de nuestra manada. —respondió manteniendo su postura firme. — Así que, no te preocupes.


Su hermana sonrió extendiéndole un cuenco con un poco de frutas picadas, agarro una y antes de que pudiera darle un mordisco, un rugido llamo la atención de todos.

Los omegas que bailaban se asomaron por la ventana y chillaron emocionados dejando libres sus aromas, se notaba claramente que estaban muy contentos.

Ellos dieron una reverencia para retirarse de su cabaña, ya que la ceremonia ahora se llevaría a cabo, era en privado; debían pasar la primera noche juntos y al día siguiente, harían la ceremonia con las manadas.

Respiro apretando el borde de su ropa con algo de nervios, siempre su madre le decía que cuando esto sucediera, dolería al comienzo, pero que de ahí en adelante sería satisfactorio.

Pero... ¿Lo haría bien?

Debía de marcar a su esposo y dejar que este también lo marcara, cosa que demostraba su sinceridad sobre la alianza, cosa que también los ayudaría mucho para cuando estuvieran lejos en algunas temporadas.

Trato de calmarse al momento que la sabana de la entrada se fue levantada, dejando ver al hombre de cabellos oscuros portando una bata oscura con una capa de pelaje blanco y pintura rojiza en su rostro que lo asemejaba a un tigre de sangre azul.

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