Capítulo 23

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Lejos de casa

[Capítulo único]



Habían pasado ya seis años desde el comienzo de aquella guerra que surgió por la codicia de un hombre, lo que hizo formar la alianza de muchos imperios y reinos para defenderse de la amenaza.

Edén era el emperador de Akrith, una tierra conocida por las fuertes tormentas eléctricas que solían tener en las épocas de invierno, un imperio que se comenzaba a alzar gracias a sus conocimientos de tecnología más avanzada que el resto.

Muchas vidas se perdieron a causa de los monstruos que fueron liberados de las profundidades de la oscuridad.

Pero, ahora contaban con la ayuda de las ramas sagradas de los dioses, quienes decidieron dejar de estar protegidos por los templos y dar pelea en el campo, una cosa que realmente los beneficio gracias a sus dones sagrados.

Afilo su espada mirando de vez en cuando las cartas que tenía esparcidas por la mesa donde solían darse las reuniones para planificar que estrategias usar a la hora de otro ataque al enemigo.

Algunas eran de algunos capitanes que defendían el norte, otros eran sobre los espías que enviaron al igual que los pedidos de algunas ramas para enviar más soldados a la línea del sur en busca de ayudar a gente atrapada en el conflicto.

Y las otras que siempre mantenía abiertas, eran las cartas que se envía con su esposo y las que sus hijos le envían; Lucas, su primogénito y al único de los tres que fue capaz de cargarlo ni bien nació, siempre le comentaba las cosas que hacía, su esposo le hablaba sobre los asuntos del imperio para mantenerlo al tanto y que no se perdiera nada a su regreso.

Los más pequeños, los mellizos que nacieron en pleno estado de guerra, Ian y Oscar, solían enviarle dibujos o algunas notas con cosas que les gustaban o disgustaban.

Era de esperarse que sus hijos no le tuvieran tanto cariño al estar lejos de casa.

— Su majestad.

— Kaelus.

El susodicho dio una reverencia, con su armadura manchada de sangre y algunas vendas en sus brazos; su principal comandante de los batallones que tenía bajo su poder.

Lo más preocupante, eran los dedos faltantes de su mano izquierda, que termino por perder al tener que enfrentarse a una bestia que era idéntica a un lobo.

— Todos están preparándose para dar el golpe final.

— ¿Tenemos los suficientes magos para crear los círculos mágicos?

— Sí, e igual, terminaron de cargar la suficiente pólvora para hacer los explosivos. —explico para señalar un punto en el mapa. — Los mensajeros divinos se están ubicando en los valles para atraer a las criaturas con su mana.

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