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Scyphus

       Escudriñaron curiosos los Slytherin los terrenos del colegio, que se oscurecían cada vez más

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Escudriñaron curiosos los Slytherin los terrenos del colegio, que se oscurecían cada vez más. No se movía nada por allí. Todo estaba en calma, silencioso y exactamente igual que siempre. Se preguntaban como vendrían cada una de las escuelas pues sería interesante saber que medio de transporte usarían para entrar a las protecciones del castillo.

Y entonces, desde la última fila, en la que estaban todos los profesores, Dumbledore gritó.

— ¡Ajá! ¡Si no me equivoco, se acercan los representantes de Beauxbatons!

— ¿Por dónde? - preguntaron muchos con impaciencia, mirando en diferentes direcciones.

— ¡Por allí! - gritó uno de sexto, señalando hacia el bosque.

Una cosa larga, mucho más larga que cien escobas, se acercaba al castillo por el cielo azul oscuro, haciéndose cada vez más grande.

— ¡Es un dragón! - gritó uno de los de primero, perdiendo los estribos por completo.

— No seas idiota... ¡es una casa volante! - le dijo otro.

La suposición del Gryffindor de primer año cerca de ellos estaba más cerca de la realidad. Cuando la gigantesca forma negra pasó por encima de las copas de los árboles del bosque prohibido casi rozándolas, y la luz que provenía del castillo la iluminó, vieron que se trataba de un carruaje colosal, de color azul pálido y del tamaño de una casa grande, que volaba hacia ellos tirado por una docena de caballos alados de color tostado pero con la crin y la cola blancas, cada uno del tamaño de un elefante.

Las tres filas delanteras de alumnos se echaron para atrás cuando el carruaje descendió precipitadamente y aterrizó a tremenda velocidad. Entonces golpearon el suelo los cascos de los caballos, que eran más grandes que platos, metiendo tal ruido que Neville dio un salto y pisó a un alumno de Slytherin de quinto curso. Adhara tuvo que dedicarle una mirada a este para evitar que reaccionara mal.

Un segundo más tarde el carruaje se posó en tierra, rebotando sobre las enormes ruedas, mientras los caballos sacudían su enorme cabeza y movían unos grandes ojos rojos.
Antes de que la puerta del carruaje se abriera, la Black vio que llevaba un escudo: dos varitas mágicas doradas cruzadas, con tres estrellas que surgían de cada una.

Un muchacho vestido con túnica de color azul pálido saltó del carruaje al suelo, hizo una inclinación, buscó con las manos durante un momento algo en el suelo del carruaje y desplegó una escalerilla dorada. Respetuosamente, retrocedió un paso. Entonces la castaña vio un zapato negro brillante, con tacón alto, que salía del interior del carruaje. Era un zapato del mismo tamaño que un trineo infantil. Al zapato le siguió, casi inmediatamente, la mujer más grande que había visto nunca. Las dimensiones del carruaje y de los caballos quedaron inmediatamente explicadas.

𝐕𝐨𝐢𝐝 ʰᵃʳʳʸ ᵖᵒᵗᵗᵉʳDonde viven las historias. Descúbrelo ahora