𝐕𝐨𝐢𝐝 ʰᵃʳʳʸ ᵖᵒᵗᵗᵉʳ

𝐕𝐈𝐈𝐈

Diarium et Basiliscum

Tres días antes del primer examen, durante el desayuno, la profesora McGonagall hizo otro anuncio a los alumnos. Les dejo saber a todos que la profesora Sprout le había dicho que las mandrágoras ya estaban listas para ser cortadas y que esa noche todas las personas petrificadas podrían ser regresadas a la normalidad.

El Gran Comedor estalló con euforia. Draco, en su lugar, pudo al fin respirar con tranquilidad. Adhara regresaría, era lo único que le importaba realmente. Desde que su mejor amiga había sido petrificada, Draco se dio cuenta de lo miserable que es sin su contraparte. No quería que los sangre sucia fueran asesinados o que el heredero de Slytherin siguiera entre ellos si eso significaba que Adhara nunca regresaría.

Ginny, que observaba como celebraba la mesa de Gryffindor, se acercó hacia su hermano y Harry Potter. Sentándose entre estos y Oliver Wood. No dijo nada pero miraba de un lado a otro asustada.

- ¿Qué pasa? Suéltalo ya - dijo Ron.

Observando lo tensa y nerviosa que la pelirroja se encontraba, la manera en que sus manos se movían en su regazo y como se movía a sí misma levemente de atrás hacia adelante en su asiento, Harry recordó a Dobby. Así actuaba el elfo antes de revelarle información importante que no debía decir.

- Tengo algo que decirles - dijo Ginny, intentaba evitar mirar directamente a Potter a los ojos.

- ¿Qué es? - preguntó el elegido.

Parecía como si la pelirroja no pudiera encontrar las palabras adecuadas. Sus ojos miel de vez en cuando se dirigían a donde debería estar sentada Adhara Black en la mesa de Slytherin.

- ¿Qué? - apremió Ron.

Ginny abrió la boca pero nada salió de esta. Harry entonces se acercó y bajo el volumen de su voz, para que así solo ambos pelirrojos lo escucharan.

- ¿Es sobre la Cámara de los Secretos? ¿Has visto algo? ¿Alguien actuando raro?

Ginny respiro profundamente en ese momento, como preparándose para decir lo que tanto le había costado, cuando Percy Weasley apareció luciendo cansado.

- Si terminaste de comer, tomare tu asiento, Ginny. Me muero del hambre - dijo el mayor - Vengo de patrullar.

Ginny salto como si la silla la hubiera electrocutado, dándole a Percy una pequeña mirada llenar de terror antes de huir de ahí. Percy se sentó y agarró una taza del centro de la mesa.

- ¡Percy! - regaño Ron - ¡Iba a decirnos algo importante!

Percy se atoro con su bebida, - ¿Qué cosa?

- Le pregunte si había visto algo extraño y empezó a decir que...

- Oh, ah, eso, no tiene que ver con la Cámara de los Secretos.