Capítulo 13.

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¿Conocéis la canción de Freddie Cruger?, esa que es como: ¡Uno, dos, Freddie está contando!~ ¡Tres y cuatro...!~

Desde que tengo memoria, recuerdo que cuando era pequeña esa canción me metía un miedo terrible a la hora de dormir y la única manera de salvarme era cantándome la canción de Barney el dinosaurio, Ya sabes, esa que empieza como: Te quiero yo, y tú a mi...

Ahora admitelo, lo leiste cantando, yo por lo menos si, ahora cuando pienso en esas canciones de mi infancia, solo recuerdo un dinosaurio con cara de pervertido y un tipo con uñas largas o lo que fueran, que te mataba en sueños, es gracioso decir que en este fragmento de cuento he cambiado la letra de ambas canciones por una adaptada a zombies, pero ¿Tú no lo habrías echo si se te huviera planteado la idéa?

Llegada la tarde, aproximadamente, el sol, fulminantr y en pleno espíritu abrazador, mecía sus dolorosos rayos ardientes sobre mi cuerpo deshidratado, resecando la sangre y dándome un olor escandinavo, mis ojos entrecerrados se movían de un lado a otro buscando una sombra no muy lejana, el panorama desde el suelo era precioso, pero ardía, y apenas podía articular palabra o gesticular algo, mi cara era lo mas semejante a un trozo de papel chamuzcado que a una cara, estaba, y no vacilo en decir que: Era peor que la cara de un zombie.
Sentía como las quemaduras en mi piel la volvían rojiza y lograban que se partiese con facilidad, intentaba miver mi cuerpo hacia una de las sombras encontradas, pero no lograba mas que causarme lesiones musculares por toda el cuerpo, con mis codos, rasgándose por las piedrecillas del suelo, me arrastraba a centimetro por minuto y cuando por fin, después de dos horas infinitas logré sentarme bajo un arbol macizo, esta vez ya no podía ni abrir los ojos, y con el dolor de mi cuerpo más el emocional, es decir, en ese momento cabe decir que me sentía patética, apenas me movía, no hablaba por miedo a romper mi -en ese momento- debil mandíbula, por no hablar de que ni las mordidas quisieron surgir efecto en mi, "¿Tán despreciable soy?"
Respiré hondo y comencé a blasfemar mentalmente, imaginandome a mi madre abochornada por tales pensamientos, cuando en una fracción de segundo, sentí un jarro de agua fría en mi cara e incapaz de responder con un acto, tan solo intenté gemir como un humano para no ser confundida con un zombie.

-Tiene mordidas por todo el cuerpo, deveríamos ahorrarle tal sufrimiento y matarla de una vez, sin ningun dolor.- Comentó una voz joven, femenina a decir verdad.
-Si, pero antes también podríamos interrpgarla pir si viene de algún campamento o así.- Respondió una voz masculina y fuerte.
-Vale, pero si el gobernador se enfada no me hago cargo...
-Tranquila, yo me ocupo.

Dicho esto, me levantaron del suelo, me sentía como un trozo de papel o tela mojada y asquerosa y como no tenía en que pensar, comencé a atormentarme con un bochorno invisible por culpa de no ser molestia con mi mal olor, aun no abría los ojos, no por gusto, estaba demasiado agotada, y me sentía comoda en los brazos de aquel chico, sin malinterpretaciones, me recordaban a los de papá, siempre fierte y bondadoso, protector y amable, en verdad un sentimiento del que no era digna. Cuando sentí como dejaban de caminar, el impacto del freno me causo un dolor indescriptible en las costillas, y para distraerme escuche minusiosamente cada sonido a mi alrededor, uno metálico, como las botas de Mike, solo que este era mas como un deslizamiento que como unos pasos, caminaron nuevamente y sentí como si huviera mucha gente de aquí para allá, caminando y trabajando, sin prestar más atención que a su labor, noté el fresquito que avisaba la cercana noche y como si cayera encima de unas nubes, mi cuerpo se relajó, los brazos de aquel hombre me dejaron en una especie de cama, no podía asegurar nada, aun no era capaz de abrir los ojos, y unas manos suaves me colocaron un paño humedo en la frente, esta vez parecía la joven.

-¿Devería quedarme con ella?- Preguntó la joven.
No escuché una respuesta, así que me imaginé que le respondería con un gesto, me relajé, y la joven comenzo a cantar :

Cuando la estrella oscura está,
ven hacia mi te voy a hoy calmar,
¡Si la sangre asusta no temas jamás, que con mis brazos yo a tí te envolveré!~

La canción comenzaba suave, y lenta, como una nana, y luego, subía el tono, con una voz muy dulce, digna de admiración.
Me quedé dormida... Y cuando deslerté me sentí con la suficiente fuerza como para abrir los ojos, con la vista borrosa y un tanto forzada, busqué a la joven y la vi, dormida en una silla y parte de mi cama.

-Gracias...- Dije en un costoso y tartamudeante susurro.

Ese leve sonido pareció despertarla, y yo aproveché el minuto y medio que le tomo hubicarse para darme cuenta que ya no olía mal y que estaba bendada por todos lados, que mi ropa tampoco era la misma, era un vestido de dormir beige con encajes pastel por el cuello, bastante bonito, pero se sentía extraño.

-Veo que ya despertaste bella durmiente.- Dijo en broma la joven.
Con esfuerzo y dolor intenté musitar una sonrisa, y ella pareció notarlo, y no me presionó más.

-Dormiste durante una semana completa.- Hizo una pausa.- He de admitir que al segundo día casi te matamos por que creíamos que te convertirías, pero mi amigo Jalp nos convenció de que no, al cuarto día, como no despertabas y aun no te convertías te tomamos por muerta, y antes dr que te enterraramos comenzaste a hablar em sueños, fuiste salvada por la campana.- Me lanzo unas sonrisillas. -¿Como te llamas?, ¿Quién eres?

"Me llamo Mía y ya ni me acuerdo de mi apellido, soy una psicopata esquizofrénica que casi mata a todo ser capaz de moverse y con un odio infernal en mi interior." Esa respuesta me pareció la más sincera, pero intenté convencerme de que todo lo que había vivido hasta ese día, solo era brote de mi gran imaginación y pensé: "Mía es mi nombre, la representación de mi antigua vida, creo que, prefiero que nadie lo sepa nunca, mejo me cambio de nombre ¿Verdad?"
Pensado esto, con rapidez me inventé un nombre, aunque en realidad era el de mi mejor amiga de la infancia y el apellido era alemán, bueno, soy alemana así que que más dava.

-Astrid Mareike, no recuerdo mucho más...- Dije aun con devilidad.
Esta pareció dudar unos instantes y luego sonrió ampliamente.
-Yo me llamo Paula, Paula Marín y me encanta este lugar.- Se presentó mientras me cambiaba el paño humedo, yo suspiré aliviada y esta, con una energía interminable me empexó a contar un montón de historias y me cantó canciones, al menos hasta que me recuperé lo suficiente como para ayudar y levantarme.
Con ella cada día era gracioso y divertido, si no era por sus torpezas era por sus cuentos y chistes, pare

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⏰ Última actualización: Jun 16, 2015 ⏰

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