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Jaehyun apretó el volante con fuerza mientras su camioneta rugía hacia la dirección indicada por el GPS

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Jaehyun apretó el volante con fuerza mientras su camioneta rugía hacia la dirección indicada por el GPS.

Nunca pensó en llegar rápidamente hasta ahí, si no fuese por la ayuda brindada por los amigos del omega.

Al llegar, se detuvo frente a una modesta casa blanca, adornada con un hermoso jardín que contrastaba con la urgencia de la situación.

Con la caja de supresores en mano, intentó desesperadamente contactar a Taeyong, pero el omega no contestaba ninguna llamada ni mensaje.

La angustia lo invadió, llevándolo a marcar una y otra vez, sin éxito. La operadora del teléfono lo dirigía una y otra vez al buzón de voz. Con cada intento fallido, el temor de Jaehyun se intensificaba, impulsándolo a tomar medidas drásticas.

Después de unos 15 intentos infructuosos, la sensación de pánico lo embargó. Sin más alternativa, trepó las rejas, desesperado por llegar al otro lado y asegurarse de la seguridad de Taeyong.

Una vez dentro, corrió hacia la puerta principal, pero un suave aroma a rosas mezclado con tierra mojada atrajo su atención.

Taeyong estaba adentro.

Determinado a llegar al omega, Jaehyun se esforzó por controlar su instinto animal mientras forzaba la cerradura, finalmente optando por darle una patada para abrir la puerta.

Al adentrarse, fue recibido por un fuerte aroma floral, mientras se topaba con una escena inesperada: Taeyong, entregado al éxtasis del celo, se masturbaba en el sofá, completamente ajeno al estado destrozado de su hogar.

— Taeyongie — llamó Jaehyun, luchando por apartar la mirada y contener a su lobo, que clamaba por tomar control de su cuerpo.

El pelinegro, sin detener sus acciones, mantuvo su enfoque en el alfa. Era evidente que Taeyong estaba completamente consumido por el celo, atrapado en sus propias urgencias y deseos.

— A-Aquí te dejo los supre... — intentó hablar Jaehyun, pero fue interrumpido por la insistencia del omega.

— Alfa ~ — Taeyong gemia viéndolo desde su lugar su voz cargada de deseo y demanda, sumido en su propio mundo de necesidad y urgencia.

Cigarettes et cerisesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora