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En medio del bullicio de la boutique, la tensión se palpaba en el aire

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En medio del bullicio de la boutique, la tensión se palpaba en el aire. Victoria, con su porte distinguido y voz firme, hizo su solicitud con una elegancia indiscutible.

— Esas flores son sencillamente encantadoras — anunció con una sonrisa apenas perceptible, aunque su tono dejaba entrever una exigencia no negociable. — Necesito un presupuesto para 50 mesas de invitados y vajillas de porcelana fina para los postres

La joven que la atendía asintió rápidamente y se apresuró hacia un mostrador, junto a otro empleado, para recuperar el catálogo requerido.

— ¿Qué sugieres para el postre? —  inquirió Victoria a su hijo, Taeyong, cuyo silencio era perturbador. Sin recibir respuesta, lo llamó con más fuerza, sacándolo de su ensimismamiento.

— ¿Decías, madre? — preguntó Taeyong, intentando disimular su turbación.

— Olvídalo. Optaremos por una tarta de cuatro chocolates. Será el acompañamiento ideal — dictaminó Victoria sin considerar la alergia de su hijo, ya que estaba sumamente sumergida en sus propios intereses.

Con el peso de la negligencia materna sobre sus hombros, Taeyong luchó por contener sus emociones.

"Tal vez me estoy poniendo muy sensible por el cachorro", se repetía a sí mismo en su mente.

— Está bien, madre — se limitó a responder Taeyong, esperando pacientemente su turno para ser escuchado.

Sin darle la más mínima importancia, Victoria retomó su inspección de objetos a su alrededor

— Mañana deberíamos ir a buscar tu traje, no lo olvides — mencionó la mujer sin dirigirle una mirada.

El dolor y la frustración se acumulaban en el corazón de Taeyong, pero se vió obligado a guardar silencio hasta que su madre le concediera la oportunidad de hablar nuevamente.

— Camina rápido, necesitamos visitar otras tiendas — ordenó la Omega, su tono cortante y su actitud determinada dejando claro que no había espacio para discusiones.

El peso emocional y la falta de consideración de su madre, envolvían a Taeyong en una espiral de desesperanza mientras se veía arrastrado a seguir sus órdenes con resignación como ya era costumbre desde que tenía memoria.

Cigarettes et cerisesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora