Capítulo 6

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Nunca imaginó un silencio tan perturbador como el de ahora. No se atrevía a mirar a un solo lado, incluso no participo en esa costumbre de agradecer por los alimentos. Él no creía en esas cosas, sobre todo porque nunca diría que todos sus esfuerzos fueron hechos por un ser "ser superior", si quien realizó y tomó todas esas decisiones dónde lo llevaron hasta donde está fue él, incluso todo aquello malo que ocurre en su vida, se culpa a él y a los responsables de tales acciones.

El silencio no era tan malo, al menos hasta que las miradas fueran las que comenzarán a hacerlo sentir como una nueva atracción de algún parque de diversiones. Doce animales de diferentes especies, dónde solo dos eran padre e hijo, como esos dos humanos comunes, ambos sentados a los extremos de la larga mesa que los separa al igual que destino hace años atrás. Sus ojos no se atreven a mirarse, el antes calmado ciclón que había entre los dos se volvió una terrible tormenta que mató la nula conexión que apenas construían entre los dos.

La tensión era evidente, cualquier palabra podría ser un detonante de una pelea o disgusto por parte de cualquiera de los humanos. De alguna forma, Sam busca conectar con la mirada de su retoño, pero este se muestra reacio a querer interactuar con él. Sabe que le está dando mal mensaje a su padre al hacerlo creer que es él la causa de su enojo, pero no era así, la verdadera razón por la cual se muestra enfadado es por el hecho de que los animales amorfos no tienen ni una sola pizca de disimulo en su mirar.

Ya había estado rodeado de seres cómo ellos, nunca antes había sentido incomodidad, de hecho, se sentía parte de ellos y siempre buscaba la manera respetuosa de integrarse con ellos, sin embargo, aún no descubría la causa del por qué no podía soportar las miradas curiosas. Era eso nada más, curiosidad, pero había otras maneras dónde no implica incomodar a la persona en la cual está su interés. Optó por dejar de prestarles atención, probando finalmente un bocado de la comida que su padre le había servido.

—¿Qué te parece? —cuestiono Dream, quien se encontraba sentado en el lado izquierdo.

Quackity le miró de soslayo, llevo su vista en dirección a su progenitor, quien parecía hablar de lo más tranquilo con Karl.

—Está... delicioso, es la primera comida casera que pruebo desde hace horas —admite con pena.

—¿Acaso nunca antes alguien te preparó comidas como estas?

Aquella pregunta logró llamar la atención de todos, quienes de inmediato llevaron su vista al muchacho pelinegro que estaba a nada de probar otro bocado, pero las miradas insistentes le hicieron cobrar la compostura y dejar la cuchara en el plato.

—¿Pasa algo?, no han parado de mirarme en todo el rato desde que me senté. ¿Les incomoda mi presencia?

Al hacer aquella pregunta los animales se miraron unos a otros, después a Sam quien se encogió de hombros al ver que era él ahora el centro de atención.

—Lo siento si hacen eso, no están acostumbrados a ver caras nuevas por aquí. Son raras las ocasiones cuando alguien más está en la casa, además, les pica la curiosidad de saber si realmente eres mi hijo.

Quackity solo asiente, soltando un suave suspiro y alejando sus manos de la mesa para luego cruzarse de brazos.

—¿Podemos hablar?, ¿a solas? —pidió amablemente.

—¿Ahora?

—Sí, ahora.

Se levantó de la mesa, pidiendo disculpas y retirándose hacia la sala, siendo seguido por su padre que les pidió a sus compañeros seguir almorzando sin preocupaciones. Las miradas de los animales se perdieron a través de la puerta que conecta el pasillo con el resto de las habitaciones de la planta baja, dónde la puerta de la sala se cerró con silencio para evitar distracciones o interrupciones.

La Granja [c!Quackity]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora