Amor de padre

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Terry preparaba un viaje para responder a la invitación de Sir Archibald Flower, alcalde de Stratford-Upon Avon para asistir a la apertura del Shakespeare Memorial Theatre. La noche antes de marcharse, caminaba por la habitación de un lado a otro, colocando sus objetos personales en una maleta. Candy lo observaba desde la cama con su embarazo tan avanzado que no dudaba en que muy pronto, el nuevo integrante de la tropa llegaría al mundo.

Conversaba sin parar, excitado por la experiencia que le esperaba en la ciudad de su ídolo. Luego de que tuvo listo el equipaje, se echó en la cama, acariciando la enorme panza de Candy, mientras seguía charlando, pero ahora al enorme vientre.

—Bebé por favor prométele a papá que no nacerás el 23 de abril, en verdad me encantaría que nazcas ese día, pero estaré en Stratford –Terry levantó el rostro e interrogó a Candy- Crees que me escuche.

—No lo sé, pero llevas toda la semana repitiéndole lo mismo, apostaría a que ya lo tiene claro.

—Pecas he pensado que deberían venir conmigo a Stratford en el verano, estaré trabajando toda la temporada en el Memorial. Podemos alquilar una casa, cerca del río, a los niños les gustara, hay propiedades con jardines y mucho espacio para correr y jugar, está la campiña, el campo. Todos los viernes hay un mercado callejero, donde venden frutas, verduras frescas, carnes, arte, ropa, miel, flores lo que puedas imaginar, es bastante pintoresco y hay muchas cosas que ver alrededor. Podrías tener un "huerto de la bruja".

—Pues suena muy bien, en verdad me encantaría, sabes que me gusta el campo, de qué hablas, cuando te refieres a un "huerto de la bruja" —preguntó Candy curiosa.

—Son huertos de hierbas y flores, Anne Hathaway tenía uno, en realidad su madrastra era quien lo apodaba así. Anne sembraba plantas medicinales, flores, además romero y tomillo, que usaba para ahumar las colmenas de abejas y poder extraer la miel de los panales. Me puedo imaginar el olor del aire a hierbas debe ser maravilloso.

—En verdad no suena mal, me gusta cultivar, extrañó no poder hacerlo como lo hacía en Wilshire, es una buena idea. Pero tendríamos que llevar a Martha con nosotros.

—Creo que no le molestaría, Birmingham queda muy cerca, puede ir en tren los fines de semana. Puedo arreglar todo si quieres, indagar con el alcalde sobre una propiedad que nos acomode. Aunque creo que a Mike no le gustará mucho la idea, intuyo que entre esos dos pasa algo.

—¿Te has dado cuenta? Yo también lo creo, y me alegra por ellos, Mike es un buen hombre, y Martha es maravillosa, no sé qué haríamos sin ella, en realidad sin ambos. Además, quieren tanto a los niños. Sé que a Martha le costó un poco adaptarse a nuestra informalidad, estando acostumbrada a trabajar con gente de la nobleza, pero finalmente todo resultó bien. Tienes que decirle a Mike que la invite a salir.

—No seas casamentera y deja ese mal hábito de ser una entrometida, él debe hacer su trabajo si quiere conquistarla.

—No soy casamentera y no voy a entrometerme en nada, me gustaría que fueran felices juntos es todo. Y además cómo te atreves a decirme casamentera tú Terry Granchester —golpeándolo levemente con la revista médica que leía- que no has parado de alentar a Albert para que vaya a París e intente una reconciliación con Dominique.

—Ese es otro tema señorita pecas, y no voy a hablar de eso contigo, no te contaré las confidencias de mi amigo, aunque se trate de tu padre.

—Por cierto, mañana le pediré a Mike que me lleve a comprar una cunita para el bebé, no puedo postergarlo más.

—Me dijiste que usaríamos la de Anne.

—Se estropeo con la mudanza, el dosel se rompió por completo, ni siquiera él pudo repararla. Todo lo demás está listo, toda la ropa, las mantas, incluso ya preparé todo para el parto, con la ayuda de la señora Percy.

Dear Terry: amarte es para siempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora