Noche de estreno

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El teatro es un gran ritual, y así lo entienden los actores shakesperianos como Terence Graham, para los que el sólo hecho de pararse en un escenario les implica un acto de generosidad y comunión con el público. Por lo que tienen sus propios ritos, y él después de ese baño continuaría con su rito, ella lo sabía, lo respetaba. Usaba el mismo color de traje siempre para ir a una función de estreno, no usaría el reloj de pulsera Rolex Perpetual, obsequio de Candy, porque su amuleto era su viejo reloj de bolsillo de oro, con la foto de William que conservaba con celo y cuidado para esas ocasiones especiales. Salió de su casa con suficiente tiempo de antelación, no sin antes llenarse del amor de los suyos. Otro amuleto, intangible, pero poderoso.

Y como en el mundillo del teatro todo se sabe, era más que conocida su historia con Susanna Marlow, y lo ocurrido tantos años atrás, cuando él apenas comenzaba su carrera actoral. Así que en los montajes donde Graham estaba involucrado de alguna forma, no se usaba ni por chiste la famosa y mítica frase "rómpete una pierna" (break a leg) antes del espectáculo. Sencillamente se deseaban "mucha mierda" al mejor estilo de los Lord Chamberlain's Men.

Horas más tarde...

Eleanor Baker elegantísima, vestida de arriba abajo con Chanel, llegaba a la residencia de los Granchester-Ardlay para recoger a Evelyn, y salir al mismo tiempo que Candy, acompañada de William, Oliver y en esta ocasión Albert Georges. Terry se estrenaba esa noche como director, era una ocasión tremendamente especial, por eso Albert Arlday también asistiría, iban a encontrarse con él en el teatro.

A la actriz le extrañó no ver a Candy ya lista en la sala como ya estaban todos sus nietos, a quienes llenó de mimos y muestras de cariño. Luego de indagar con Martha subió hasta la habitación. Ahí encontró a su nuera frente al espejo, mirándose una y otra vez, decidiendo qué pendientes usar. Apenas entró y la vio, le lanzó un halago.

—Candy estás muy bella, ese vestido fue todo un acierto, te queda precioso, se ve tan hermosa tu pancita.

—Lo crees en verdad, creo que con zapatos más altos me vería mejor, pero no puedo usar tacón tan alto, me molesta mi pie lastimado, y pesó lo suficiente como para que se hinche como globo y duela — le dijo una dubitativa Candy.

—Aun así, te ves muy bien, tu cabello y las perlas, se ven hermosas sobre él, hacen juego con el color lavanda del vestido, y todas esas cuentas hermosas que tiene. Ninna Ricci es extraordinaria, es muy elegante y delicado. Es sencillamente precioso, no uses collar, sólo unos lindos pendientes también de perlas, deja lucir tu cuello, veamos, tú tienes cosas muy lindas, te ayudaré a escoger —Eleanor se acercó hasta el tocador de ella, y comenzó a hurgar y probar — mira prueba estos que también tienen esos bellos diamantes. ¿Es una flor?

—Sí, asemeja una flor, me los regaló Terry en mi cumpleaños, hace tiempo ya.

Eleanor le colocó ella misma los aretes a Candy, y notó su mirada, había un velo en sus ojos que demostraba una melancolía que no se podía esconder, algo estaba pasando, la expresión en su rostro no era el mismo alegre de siempre.

—Candy cariño, pasó algo. Acaso pelearon Terry y tú, sé que puede ponerse muy irritante a veces, no me gusta la expresión en tu rostro.

—No, no peleamos todo está bien entre nosotros. En realidad, es otra cosa —Candy soltó dos lágrimas.

—Por favor quieres contármelo, no quiero verte así, sabes que puedes contarme cualquier cosa.

—Es por "las lobas", esas mujeres que comienzan a asediar a Terry en las funciones, en las fiestas, no las soporto. Y está esa condesa que le coquetea tan descaradamente, se le insinúa, aún delante de mí. Eleanor, además es bonita, muy bonita, le manda flores al camerino, invitaciones a sus fiestas.

Dear Terry: amarte es para siempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora