Pedir ayuda nunca es fácil

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"Toda vida tiene un núcleo, un eje, un epicentro del que todo sale y al que todo vuelve" 

Maggie O'Farrrell (Hamnet)

Él se prometió a sí mismo llevar una vida tranquila, sosegada y prudente, huía de los flashes, de las murmuraciones, si salía en el diario deseaba que fuera única y exclusivamente por causa de su trabajo, le daba igual una buena o una mala crítica, siempre que se tratase del espectáculo, de su desempeño actoral, rechazaba ser increpado sobre su vida personal. Ese era un espacio reservado sólo para él, y las personas más importantes en su vida, su esposa y sus siete hijos. Así que lo que ocurriría esa semana lo tenía tambaleando en una delgada línea, entre la incomodidad y la frustración.

Por alguna razón que odiaba, el Daily Mirror publicó que el hijo mayor del actor, Lord William Granchester, se vio en las pruebas de Eton College, acompañado por Su Gracia, el Duque de Granchester, su abuelo, la filtración eran tan detallada que incluso explicaba que ya el muchacho "futuro duque" obtuvo el mejor desempeño en el área deportiva. Había sido el mejor en equitación y polo, y hasta se pudo apreciar jugando una partida de croquet con su excelencia.

—Croquet, ¿Cuándo aprendió William a jugar croquet?

—Con tu padre, lo juegan todo el tiempo en su casa, pero por qué te extraña, si sabes que a tu papá le encanta ese juego, acaso no conoces la relación que tienen.

—Es tan aburrido –dijo mientras se quitaba la chaqueta, aflojaba su corbata y volvía a tomar el diario para seguir leyendo ahora sentado a los pies de ella, quien le daba de comer al pequeño Duncan.

—"Imaginamos que, por los múltiples compromisos del actor, éste no pudo acompañar a su primogénito a estas pruebas, sin embargo, sabemos que no podrá evadir la entrevista con el rector y pronto lo veremos en Windsor –siguió leyendo Terry indignado —escucha pecas, "estamos seguros de que el pequeño heredero será parte de la nueva generación, no solo por su potencial y mérito, sino por su lugar en la nobleza" –estás escuchando Candy, ya lo llaman ¡Lord William!

—Shs... te estoy oyendo, no alces la voz que se quedó dormido, y nos haría muy bien a nosotros dormir también unas cuantas horas, puedes acostarlo –Candy alzó el bultito de cabello fuerte y castaño, ojos color océano.

Él se levantó, antes, lanzó el periódico a la alfombra, y tomó al bebito para llevarlo a la pequeña cuna que instalaron en la habitación, como lo hicieron en el pasado con los otros bebés. Terry ya era un experto cargándolos, ya no sentía miedo a romperlos, como lo sintió con Evelyn, cuando Candy la puso por primera vez en sus brazos.

Susurrando le dijo dulces palabras al niño antes de dejarlo en su cunita: cómo estás Duncan, eres idéntico a Papá lo sabías, te lo ha dicho tu madre, te amo mi pequeño, eres mi pequeño Rey de Escocia, un rey generoso y amable, duerme pequeñito -Luego lo besó dulcemente en la frente y lo acomodo.

Era cierto, de los seis hijos biológicos de la pareja, Duncan Terence era una réplica exacta de su padre, el resto de los chicos claro que tenían rasgos de él y de ella, que podían reconocerse en un gesto, en el color del cabello o de los ojos, en la forma de los labios, en la manera de caminar, gesticular o en el carácter. Pero el pequeño Duncan no heredó ningún rasgo físico de su madre, y eso lo certificaron tanto Richard como Eleanor, quienes no paraban de hablar sobre este notable parecido.

Bajemos para que comas algo, y tomes un té, la señora Percy hizo un estofado delicioso, aprovechemos que Duncan está dormido, tengo que contarte algo.

—Oh Candy se me paraliza el corazón cada vez que me dices que tienes que contarme algo —le dijo sonriendo y colocándose la mano en el pecho de forma histriónica.

Dear Terry: amarte es para siempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora