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John caminaba sin rumbo por la escuela, estaba enojado. El tan solo tomó un pedazo de pastel y un nivel alto vino e intentó arrebatárselo. Decidió que no pensaría tanto en eso, y siguió caminando, esta vez con dirección a su salón.

Ya en su aula, tomó su mochila y se dirigió a los casilleros. Sacó su celular y busco su horario, intentando aprendérselo para no tener que cargar con tantos libro.

Busco su casillero y una vez que lo encontró, metió los libros que no usaría ese día, además de guardar su mochila, no sin antes, sacar los libros que necesitaría para la siguientes horas.

Cuando terminó de guardar sus pertenencias, aburrido, siguió caminando para ver si encontraba un lugar tranquilo y sin gente. Doblo una esquina y vio un nivel alto golpeando a un nivel bajo. Estaba enojado, no sabía que hacer, ¿Debería ayudarlo? O ¿Debería irse? Se quedó pensando un poco y cuando estaba girándose, para hacer como si no hubiera visto nada.

Una voz lo llamó pidiendo ayuda. Con un poco de confusión, vio al nivel bajo que era tan solo un poco más bajo que el tipo que lo estaba golpeando. ¿Por qué un nivel bajo pediría ayuda a un nivel medio? Bueno, un nivel alto haciéndose pasar por uno de nivel medio. Confundido, decidió ayudarlo, no sin antes dejar a un lado sus libros, cuando el era un "lisiado" siempre espero que alguien lo ayudará, incluso si esa ayuda nunca llego, él hizo lo posible por poder ayudar a otros dentro de su propia escuela. Más decidido, activo su habilidad y copio la del otro tipo, una especie de armadura se formo alrededor de su cuerpo, rápidamente corrió hacia el tipo y lo golpeó fuertemente en el rostro, un delgado hilo de sangre salió de la nariz y boca del otro. Un sentimiento de realización lo invadió.

¡Logro usar su habilidad y no perdió el control en el proceso! Estaba orgulloso de si mismo. Ese sentimiento hubiera continuado, de no ser, porque el tipo que había derribado se levantó del piso y lo tacleo.

- ¡¿Acaso no sabes quién soy?! - Dijo el tipo que se encontraba encima de él. De nuevo sintió asco. No le gustaba que otras personas lo tocarán. - ¡Soy Zeke un nivel alto! ¡¿Cómo te atreves a ir en mi contra?! ¡Maldi-. - No termino de hablar, porque el pelinegro le dio un puñetazo a un costado de su cabeza. Zeke se sintió desorientado por un segundo, pero antes de que pudiera recuperarse, lo taclearon, cayó al suelo y lo patearon un par de veces. Estaba enojado ¡¿Quién se creía que era ese don nadie?! Antes de que pudiera contraatacar, lo inmovilizaron y lo noquearon.

Una vez que termino esa corta pelea, John se giró para ver si el nivel bajo estaba bien. Pero lo único que vio fue un chico aterrado. Él le tenía miedo, trató de ayudarlo pero el chico le temía.

Asustado de si mismo huyó. No había notado cuando su respiración se había vuelto inestable. Mientras corría vio unas escaleras, no sabía a dónde llevaban, lo único que quería era escapar. Abrió una gran puerta y se encontró con un techo. Vio el gran cielo azul cubierto de un par de nubes blancas, una vez que contempló el cielo por unos segundos, se dio cuenta de que estaba llorando.

Volvió a lastimar a otros. Esta vez lloró más fuerte, esperando que en ese lugar nadie lo escuchará. Quería desahogarse con alguien, quería hablar con alguien, pero... Él no tenía a nadie a su lado. Esto lo hizo sentirse mas desolado, no tenia amigos con los que hablar. Él estaba sólo.

No escucho la puerta abrirse. Estaba tan atrapado dentro de sus propios pensamientos negativos, que lo único que lo saco de su trance, fue una mano cálida seguida de un abrazo. No lo pensó mucho y se aferro a esa persona, esperando que ese calor no fuese una ilusión. Aferrándose a la esperanza de que esa persona realmente se preocupará por él. Sin más lloró más fuerte, no conocía a esa persona, pero a su lado se sentía seguro, a su lado... Todo estaba bien.

No se dio cuenta cuando fue que se quedó dormido, pero cuando despertó lo único que vio fue el cielo con un hermoso atardecer, los tonos cálidos le daban un sentimiento de paz. Recordó lo que había sucedido antes de quedarse dormido y lo primero que hizo fue mirar alrededor de él. Lo único que encontró fue un pedazo de pastel con una nota al lado.

Hola, no quise despertarte, vi que estabas muy triste, así que decidí dejarte dormir, se veía que lo necesitabas. Te seguí para darte la rebanada de pastel que habías dejado en la cafetería, espero que eso pueda subirte el ánimo.
Atte. Arlo

Cuando leyó esa pequeña y breve nota, se sintió un poco avergonzado. Alguien lo había visto en su peor momento. Pero se sentía bien, esa persona, incluso si no se conocían del todo, se tomó la molestia de ayudarlo. Un ligero sonrojo se dibujó en sus mejillas y también una pequeña sonrisa. Estaba feliz, avergonzado, pero feliz. Se comió el pedazo de pastel que le habían dejado, esto realmente le subió el ánimo y una vez terminada la rebanada de pastel, se levantó y cuando estaba a punto de entrar a la escuela vio unos libros debajo del banco que había allí, encima de estos había un post-it con algo escrito.

Aquí están los libros que dejaste en el piso cuando ayudaste al nivel bajo. ¿Porque hiciste eso?
Seraphina
PD: lamento mucho haber reaccionado así. No he tenido un buen día.

John leyó esto y se enfadó, bueno no tanto como enfado sino molestia. Pero al menos la chica se disculpó. Un poco más relajado, se llevó sus libros y se dirigió a su casillero para tomar su mochila y los libros que había dejado ahí.

Una vez que tomó todas sus cosas, tomo su celular y vio la hora. ¡Eran las 3 de la tarde! Las clases habían terminado hace un par de horas y solo quedaban los alumnos que eran parte de algún club.

Rápidamente se dirigió a la salida de la institución y corrió a su casa. Antes de llegar recordó que había un gato en su hogar, así que fue a una tienda para mascotas, allí compró comida para gatos, además de uno que otro juguete. Antes de salir del lugar consiguió un collar y tres recipientes, uno para comida, otro para el agua y otro más para que cumpla la función de arenero. Pagó y salió con dirección a su casa.

Cuando llegó a su hogar y dejó sus cosas en la sala de estar, vio al gato que había adoptado recostado encima de una de sus camisas que había dejado en el sofá. Enternecido lo acaricio suavemente, de repente escucho el suave ronroneó del animal. Decidió que era hora de ducharse. Una vez que terminó de asearse y ya con sus prendas para dormir, tomó al gato y lo llevo a su cuarto, decidió que era mejor idea dejar la puerta de su habitación abierta en caso de que el gato quisiera comer o beber un poco de agua. Ya exhausto y tumbado en su cama con el gato sobre él, recordó que tenía que llenar sus recipientes con agua y comida, además de preparar el arenero del gatito. Enojado consigo mismo, hizo a un lado al felino y fue a preparar las cosas del gato.

Ya que terminó de arreglar el área destinada para el alimento del gato, así como también el lugar donde este haría sus necesidades, se dirigió a su habitación, dónde se encontró con que el pequeño gato aún seguía encima de su cama, más específicamente sobre su almohada. Adormilado su subió a su cama, tomó al gato y lo volvió a colocar encima de él, mientras lo acariciaba suavemente, el felino comenzó a ronronear. Poco a poco él mismo se empezó a quedar dormido. No se dio cuenta cuando se quedó dormido, pero al menos, ese día había llegado a su fin.

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