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Otro mes ha pasado, y Arlo no encuentra el momento adecuado para confesar sus sentimientos al pelinegro.

John, por otra parte, ha comenzado un nuevo proyecto de club junto a Remi, Blyke e Isen. Estaba muy feliz de que en esta escuela los que la "gobernaban" se preocuparan por los demás estudiantes.

Volviendo al proyecto, los cuatro decidieron llamarlo "La casa segura", algo sencillo y que da una idea, demasiado literal, de lo que consistía. Aunque el nombre también es demasiado simple para su gusto, pero ya lo nombraron, así que ya no hay nada que él pueda hacer.

Aunque pueda parecer que todo ha ido bien y lleno de tranquilidad, no fue así. Ember, una organización criminal que ha estado atacando a niveles altos en Wellston, hizo que el director de Wellston high se preocupará, y como resultado, ha obligado, a los alumnos que viven fuera de las instalaciones de la escuela, a mudarse a sus dormitorios.

Ya que John era parte de ese grupo de estudiantes, tuvo que trasladase a los terrenos de Wellston high. Afortunadamente su compañero de dormitorio era una persona que él conocía.

- Arlo, ¿Sabes si se permiten mascotas en los dormitorios? - John le pregunto a Arlo, ya que él era el King de la escuela, él debería de saber ¿No?

- Hasta donde sé, no hay ninguna regla en contra de las mascotas. - El que John se preocupará tanto por su gato es muy lindo, aunque ha de aceptar que lo ponía un poco celoso, pero ¿Qué se le puede hacer? Él no tiene derecho a reprocharle nada, además son dueño y animal, es imposible que el pelinegro se enamorase de su gato, mucho afecto y todo, pero él sabía que el otro no es esa clase de persona retorcida.

- ¡Bien! Creo que todo ya está listo. Ahora viene la parte difícil, llevarlo todo a mi nueva habitación en la escuela. - Un largo suspiro salió de su boca, después de todo, lleva un tiempo empacando sus cosas para mudarse. De repente, un dolor algo intenso se abrió paso entre sus sentidos, su espalda dolía desde un tiempo atrás, por su mala postura, pero pareciera que solo reapareció al momento de relajarse. - Ooof, mi espalda no deja de dolerme. - Una queja, eso fue más que suficiente para que a cierto chico rubio se le prendiera el foco. Una idea rápida se formó en su cabeza, quizás... Podría darle un masaje a John, ¡Excelente! Así tendrá una excusa para poder tocarlo sin parecer un pervertido.

- John, ¿Qué te parece si te doy un masaje? Para aliviar el dolor de tu espalda. - Que listo que eres Arlo, una fuerte sensación de autosuficiencia se hizo presente en él.

- Claro, si no te es mucha molestia. - Dijo apenado, muy en el fondo siente que ha sido una molestia para todos, en especial para él. Aunque ha de aceptar que le gusta mucho recibir atención del rubio, le hace sentir especial.

- ¡No, para nada! - Mierda, alzó la voz sin pensarlo. - D-digo, no es una molestia para mí, estoy muy feliz de poder ayudarte. - Vaya manera de aligerar las cosas, no suenas para nada desesperado.

- Aunque... creo que sería mejor que me dieras ese masaje en mi habitación, para que sea más cómodo para ambos. - ¿Por qué se siente así de avergonzado? No es la primera vez que ambos están en la misma habitación, solos... los dos... juntos. ¡Pero qué cosas estás pensando! No hay manera de que el sienta lo mismo por ti... ¡A quien putas engañas John! Tú eres el único estúpido que no quiere dar el siguiente paso. Bueno... No ha dejado en claro que siente lo mismo por ti, pero hay un 80% de posibilidades de que realmente te vea como algo más. Y en caso de que no sea así solo queda aceptarlo y vivir con eso.

John se dirigió a su habitación, aún dentro de su propio mundo, Arlo detrás de él. John habló y le pregunto a Arlo si era necesario quitarse la camisa, el otro no lo afirmó, pero tampoco lo negó, una idea inteligente si me lo preguntas a mí, no dar una respuesta concreta, da oportunidad a que la otra persona piense o haga lo que quiera y como consecuencia revela lo que está pensando, al igual que sus preferencias.

- Emociones -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora