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Una semana atrás, John estaba preparándose para el viaje que tendría al día siguiente con destino a Wellston. Fue complicado, ya que no está acostumbrado a pasar tanto tiempo lejos de casa y menos aun sin su padre. Una vez que termino de empacar sus cosas, decidió descansar para su viaje. La madrugada del lunes se dirigió al aeropuerto para tomar su vuelo, no sin antes despedirse de su padre, al cual no vería durante un buen tiempo.

La alarma sonó, tan ruidosa como siempre. John se despertó con un quejido y se alisto para su primer día de clases. Obviamente con todo el ánimo del mundo como la persona optimista que es.

-Mierda~ No quiero ir a la escuela. - dijo mientras se preparaba el desayuno, su cabello seguía desordenado y las ojeras debajo de sus ojos demostraban que no había dormido mucho la noche anterior, sumándole a todo eso la corbata mal atada le daban un aspecto desaliñado. Algo sencillo, un café y pan con mantequilla le parecio un buen desayuno, algo ligero para empezar el día. Tomando un sorbo lento a su café, con toda la tranquilidad del mundo, tomo su celular para ver la hora, no quería salir muy tarde de su casa. - ¿Qué hora es? - Se detuvo a mirar su celular, al momento de ver la hora entró en pánico. - ¡Mierda! ¡6:30! ¡Llegaré tarde! - Exclamó saliendo rápidamente de su casa, no sin antes cerar la puerta, con un termo con café en mano y comiendo su pan con mantequilla apresuradamente. Su mochila pesaba, no se aprendió su horario, así que se llevó todos sus libros en la mochila, es el nuevo ¿qué esperabas?

A mitad de camino escucho un suave maullido, giro su cabeza y vio a un pequeño gato de no más de 4 meses, era pequeño y delgado, se veía desnutrido y maltratado, tenía pequeñas heridas en sus patas y lagañas en sus ojos que le reducían la vista, su aspecto era sucio y descuidado. El pequeño gato lo vio a los ojos, luciendo lamentable, y por un segundo vio un pequeño brillo en sus ojos verdes, anhelo, ese sentimiento que conoce tan bien, ese anhelo por pertenecer a algún lugar, ese anhelo por sentirse amado y querido, el gatito prácticamente le rogaba con la mirada, le rogaba por ayuda.

- No, no tengo tiempo para esto. - dijo desviando la mirada y avanzando a su destino original, sintiéndose un poco mal por dejar atrás a ese cachorro.

Así continúo por un tiempo antes de que se le remordiera la conciencia, giro rápidamente, corriendo hacia el cachorro, tomó al pequeño gato en sus brazos; dirigiéndose velozmente a su casa, él no es un desalmado como para dejar a un gato tan pequeño y solo en la acera a su suerte, a ver si alguien más lo tomaba. - No tengo mucho tiempo pequeño. - Lo acarició y lo vio a los ojos, viéndose reflejado en él; tan pequeño y frágil, esperando por una salida. - Necesito ir a clases. Así que te daré un poco de carne y un pequeño bote con agua. - Preparó las cosas para el gato y salió de su casa corriendo, para este punto llegará tarde a clases.

Ya en la escuela vio los pasillos vacíos, sintiendo un poco de urgencia, se dirigió a su clase rápidamente y toco la puerta del salón que le correspondía.

- Pasé - dijo el profesor al otro lado de la puerta.

- Gracias... - susurro apenado por su impuntualidad. Se dirigió a un asiento vacío y se sentó, haciendo lo posible por no llamar demasiado la atención de sus compañeros de clase; cosa imposible siendo el alumno nuevo y para colmo haber llegado tarde.

- Continuemos con la clase. Como decía la diferencia entre las distintas expresiones algebraicas es la escritura y sus... - El profesor continuó dando su clase, no sin antes ver mal a John por haber interrumpido su lección.

John no pudo concentrarse en sus clases por estar pensando en el pequeño y lindo gatito que llevó a su casa, era blanco con manchas negras que cubrían su cabeza, sus patas y su cola eran negras con una pequeña mancha blanca; a su parecer era muy lindo, su pelaje era suave a pesar de haber vivido en la calle toda su corta vida y de estar muy sucio.

- Emociones -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora