Capitulo 10

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Los sonidos del amor llenaban el ambiente. Gruñidos y gemidos acompañados por jadeos, era toda la música que se necesitaba para ese baile. Auron soltó los hombros de su amante, cayendo de espaldas sobre la cama, apuñando las mantas en sus manos, entregándose por completo al deseo abrazador que consumía sus entrañas. Apartando la cabeza mostro el cuello en clara señal de aceptación. Reborn dejo salir los colmillos encajándolos en la tierna carne entre el hombro y el cuello de su amante.

Con un gruñido felino Auron se vino mojando su propio vientre y el pecho de su ahora pareja de vida; Reborn por su parte, se empujo por dos veces más, tan fuerte que pensó que partiría a su compañero mientras lo sostenía por el cuello con los colmillos. El orgasmo llego barriendo todo pensamiento en el alfa, tan fuerte que pensó que jamás recuperaría la cordura, los movimientos musculares en la entra de Auron lo estaban ordeñando hasta la última gota, uniendo sus vidas por la sangre y los fluidos que dan la vida.

Recordando la diferencia de masa entre él y su compañero, Reborn salió con cuidado del felino, dejándose caer a un lado para no aplastarlo. Unas cuantas respiraciones y su corazón más en calma, se sostuvo sobre un codo para ver a Auron. Con una sonrisa constato que el chico se había quedado dormido, aún con las piernas abiertas y el desastre sobre el vientre.

Reborn se puso de pie, con cuidado de no despertar a su amante, se dirigió al baño y regreso con una toalla humedecida con agua caliente para limpiar el semen de la deliciosa piel color caramelo, con más cuidado de lo que podía recordar haber empleado con alguna otra persona, lo acomodo sobre la cama, con un beso en la frente aún húmeda por el sudor, lo arropo con la manta.

- ¡Padre!- Grito Julia mientras despotricaba- Me prometiste que yo sería la hembra alfa.

Por fortuna para el segundo al mando de la manada, la casa estaba lo suficientemente apartada como para que los vecinos escucharan el berrinche de su hija -Y lo serás, niña- trato de aplacarla- es solo cuestión de tiempo para que Reborm se dé cuenta de que ese mocoso no es más que una molestia.

La pelirroja era tan hermosa, con un cuerpo de medidas perfectas, abundante cabellera cobriza y ojos verdes rasgados, más parecía una muñeca que una mujer. Mirando a su padre con desconfianza dio unos elegantes pasos hasta llegar junto al pecho paterno, recostando la cabeza se dejo abrazar -Tu lo prometiste- gimoteo haciendo un puchero- yo dejé a mi pareja destinada para casarme con el alfa y tu ahora me dices que tengo que esperar que ese gato callejero se valla.

-Yo me encargare de todo- hablo Redereck mientras abrazaba a su hija- Tú ve mirando vestidos de novia y esas cosas que se necesitan para una gran boda.

-Confió en ti padre- hablo la loba con una sonrisa triunfante- pero quiero conocer a quién se convertirá en el que lama mis botas.

Redereck abrió la boca para responder, pero al final decidió guardar silencio, observando a su hija caminar con gracia hasta la ventana, supo que era la única digna de ser la hembra alfa de la manada. Si Reborm no sabía ver lo afortunado que era, entonces no era digno de ser el líder, el se encargaría de que eso quedara claro a como diera lugar.

Auron se desperezo como el felino que era, aún con los ojos cerrados estiro el brazo buscando el cuerpo tibio del lobo, para no encontrar nada. Sentándose de golpe estudio su entorno, estaba en el dormitorio del alfa, aunque solo; las luces estaban apagadas, por la oscuridad dedujo que era recién entrada la noche.

Tirando las mantas desenredo sus piernas, más enfadado que otra cosa se puso de pie, el maldito lobo lo dejaba solo otra vez, de alguna manera eso le resulto muy familiar, cuando menos esta vez no fue en medio del bosque. Con un movimiento negativo de cabeza fue al baño, de pronto se sintió sucio, pegajoso, y no fue agradable.

𝐏𝐨𝐫 𝐔𝐧𝐚 𝐍𝐨𝐜𝐡𝐞 𝐃𝐞 𝐋𝐮𝐧𝐚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora