☆Capitulo 1☆

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- Dalia Galván _llama la maestra antes de iniciar la clase

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- Dalia Galván _llama la maestra antes de iniciar la clase

- Presente _responde levantando la mano con una sonrisa.

Y bueno, esta soy yo, creo que ya sabes mi nombre, Dalia, acabo de cumplir 16 años, pero no es momento de emocionarse... como se sobreentiende, voy al Insituto, y no me va nada mal, creo...

- Amigas unidas _llama una chica de cabello rizado mientras la abraza.

Ella es Julia, la mejor amiga que un ser humano puede pedir, graciosa, amable.

- A que iras este fin se semana a la fiesta de Tiana, será alucinante, me acaba de contar que invito a los de nuevo ingreso, es hora de conocer chicos lindos _dijo mostrándole la invitación.

- No lo creo, estoy liada hasta el lunes _niega con la cabeza mientras cerraba su locker con llave.

- Siempre tan ocupada _habla mientras vuelve a su teléfono, una chica social siempre tiene mensajes que responder.

- Ya me voy, gracias por la chaqueta, te veo el lunes _se despide andando.

- Al menos piénsalo _dijo la ojiverde mientras se quedaba frente al casillero, despidiéndose con la mano.

- Lo haré _responde desapareciendo por la puerta.

Hay gente que corre tras sus sueños, pero evidentemente yo tuve que tener una seria pelea con un reloj antes de nacer, por que siempre corro contra el tiempo.

- ¡¿Donde diablos estabas?!, ¡Esas sábanas no se lavan solas! _fue el regañó que se oyo al abrir la puerta.

- Lo siento, señora Magdalena _habla con una reverencia. 

Rápidamente me puse a hacer la colada, a mano claro, por que como se me ocurra meter las sábanas de seda a la lavadora, me mandan a dormir al suelo, por medio año, dos veces.

¿Has oído que no existen madrastra buenas? Pues afirmó, confirmó y reafirmo, Magdalena es lo mismo que una espinilla, deseas eliminarla pero si la tocas se hace más molesta y si la tratas de eliminar, te marcará de por vida.

Es la segunda esposa de mi padre, y si pensabas que él me defendería de su querida mujer, te equivocas. 

- Oye niña, acaba con eso y prepara la comida _ordenó mientras leia su periódico en la hamaca.

- Si, padre _responde mientras tallaba las telas. 

Aprendí a cocinar a los 14 años, al principio me costó varios golpes en las manos o quemarme, pero actualmente ya le he pillado el tranquillo. 

Por las noches algunas chicas suelen leer o escuchar música, pues bueno yo debo lavar los platos mientras los tres amores de mi padre ven la tele junto a él, si he dicho tres. Aunque ese día me encontraba planchando la ropa de mis queridas hermanastras.

- ¡Es mía! _grita una chica de cabellos castaños.

- ¡Claro que no! A mi me queda mejor _responde su copia viviente.

Un par de gemelas tirando de una nueva blusa rosa.

- De eso nada, la tuya no era de tan buena calidad _afirma la primera.

Lo siguiente era inevitable, el rasgarse de la tela cuando la madre de ese par irrumpió en la habitación.

- Niñas, ¿otra blusa? _refunfuña al ver el la manga hecha un desastre.

- ¡Fue culpa de Mariana, mamá! _grita pisando fuerte.

- No, mamá, Martina tomó mi ropa sin permiso _se queja la otra.

La matriarca de la casa acaricio el puente de su nariz antes de apuntar a su hijastra, mientras Dalia trataba de pasar desapercibida y guardaba la ropa en los cajones.

- Oye tú, ve a limpiar el jugo que se cayó en la cocina y te levantas más temprano por que quiero ir al spa antes de que se vayan a la escuela _ordena severamente.

- Si, señora Magdalena _asiente.

- ¿Y ahora que me pongo mañana? _lloriquea la de cabello largo mientras tira rodo de los percheros.

Y pos supuesto, la pobre chica tenía que pillar todo antes de que tocara el suelo.

- Mariana tienes mucha ropa _dice tranquilamente la madre.

- Además esa era MI blusa _reclama Martina, la gemela menor.

- Oye tú, para que veas que soy buena, tómala, mis hijas no la quieren _invita la madrastra mientras le da la prenda.

- Gracias _susurra mientras ordena la ropa del suelo.

- Ahora a dormir _dijo antes de empezar a arropar a sus hijas_ ¿que haces aquí?,  muévete _indica en un chasquido.

- Ya voy _responde antes de ir a la cocina.

- Es una floja, en serio _se queja Martina colocándose el antifaz en los ojos, igual qué su hermana.

- No quiere hacer nada _prosigue Mariana mientras ambas rien.

- Que sueñen con los angelitos, hasta mañana _se despide la mujer con un beso en frente de cada una.

- Cuando venga la huérfana va a despertarnos, mamá _dice la menor.

- Como lo haga mañana se queda sin cenar _advierte la adulta a lo que las tres ríen.

- Hasta mañana mami _dicen al unísono.

Si, la casa solo tiene 2 cuartos y el más grande es el que comparto con mis querídas hermanas.

Cuando se oyó la puerta cerrarse, ambas se quitaron los antifaces. 

- ¿Estas pensando lo mismo que yo? _pregunta con una sonrisa.

- Creo qué si, hermanita _asiente entregándole risitas.

Mientras entraba de puntillas a la habitación me puse a pensar en la inmortalidad del cangrejo, llegue casi muerta a mi cama, olvidándome del par que duerme en la habitación.

Y el sonido que hice al cerrar la ventana fue suficiente para "despertarlas".

- ¡Mamá, la sirvienta hace mucho ruido! _se queja la gemela mayor.

- ¡Dalia! _fue el monstruoso rugido que soltó la señora antes de que empiece un nuevo regañó.

Y sí, este es un día pacífico en mi vida....en serio, no quieres saber lo que pasa cuando hay problemas.

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Lo Bueno Llega al Final [Jude Sharp × Lectora]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora