La vida de Valentina Carvajal había cambiado para siempre desde hacía cinco años cuando perdió a su esposa, Dalia Carvajal, en un trágico accidente de tránsito. Aquella noche casi muere ella también por el dolor tan fuerte que sintió en el pecho con la llamada de la policía para informarle lo sucedido, fue el momento más desgarrador de su vida, apenas a sus 26 años se convirtió en viuda y desde ese día nada volvió a ser igual. Su carrera como amazona terminó de manera repentina, se alejó de su entrenador y del equipo nacional español de equitación del cual formaba parte desde los 9 años. Su madre, Helena Carvajal, fue la mejor jinete femenina de su época y de ella aprendió todo lo que necesitaba saber para convertirse en una de las profesionales más laureadas dentro de la equitación, saltó al estrellato internacional en los Juegos Olímpicos de Londres 2012 donde participó en las disciplinas de doma, salto con obstáculos y circuito completo en la categoría individual y por equipos. Obtuvo en total de cuatro de las seis medallas de oro que disputó en Greenwich Park, lo que le valió un reconocimiento por parte de la Real Federación Hípica Española y la Federación Ecuestre Internacional. A esa participación le siguieron varias competencias internacionales, siempre acompañada de su fiel Utopía, el caballo que había crecido con ella y en el cual participaba en todas sus competiciones, incluyendo sus segundas olimpiadas en Rio 2016 donde volvió a revalidar los títulos que cuatro años antes consiguió.
Sin duda, adoraba montar a caballo, decía que la libertad que sentía no podía compararse con nada. Siempre vestía una sonrisa, esparcía alegría a su alrededor y se interesaba por las personas que formaban parte de su vida. Su esposa Dalia, con quien se casó a los 24, era su tesoro más preciado, fue su compañera desde la universidad y allí se enamoraron perdidamente. Luego de su boda, decidieron convertirse en madres y lo lograron un año después tras un par de intentos fallidos. Gala llegó a sus vidas y desde entonces las cambió para siempre, estaban felices y realizadas con su pequeña princesa. Sin embargo, la vida siempre tiene otros planes y antes de que su hija cumpliese su primer año la tragedia se hizo presente y Valentina atravesó por la pena de perderla.
Desde lo ocurrido una especie de nube negra se instaló sobre su vida y las únicas pinceladas de colores que veía en su día a día eras las sonrisas de su hija que se convirtió en su motor y la razón por la cual no enloqueció de dolor y tristeza. Decidió abandonar la gran ciudad e irse a vivir a su hacienda y, con ayuda de Doris, quien había sido ama de llaves de la familia Carvajal desde su adolescencia, hacerse cargo de Gala e intentar darle la mejor vida posible. Valentina, por desgracia, no tenía una madre que le enseñara cómo convertirse en una, así que iba aprendiendo con el tiempo.
La pequeña ojiazul es, físicamente, casi una copia exacta de su madre, la gran diferencia es que en sus ojos no había tanta tristeza ni dolor, tal vez porque no pudo conocer a su otra madre o porque simplemente los niños llevan el duelo de una manera más ligera que los adultos. Lo cierto es que, a sus seis años, para Gala lo más importante era su mamá, la cuidaba, la adoraba, la hacía reír y le repetía constantemente que la amaba. El vinculo entre ambas era sencillamente maravilloso, como si Valentina pudiera ser otra persona cuando estaba con ella, una muy diferente a la dura mujer que dirigía la hacienda más grande e importante de la región. La consentía en casi todo y la protegía, muchas veces, en exceso y no le permitía hacer algunas cosas propias de los pequeños. Esto último provocaba que la niña llevara una infancia más solitaria de lo normal, por lo cual Valentina se culpaba muy a menudo.
Con la llegada de la nueva niñera madre e hija apostaban a un cambio en toda esa dinámica, con alguien más pendiente de ella, la niña podría disfrutar de las pequeñas cosas de la vida, jugar, divertirse, enfocar sus energías en actividades para su edad y dejar de preocuparse constantemente por el bienestar de la adulta.
- ¡Bienvenida a mi cuarto! - dijo sonriente - mi mami me ayudó a pintarlo, con mis colores favoritos, y a decorar todo. Estas son mis muñecas - señaló al lugar donde se encontraba su amplia colección - aquí están mis rompecabezas, allí mis pinturas y en esa caja otros juguetes que también me encantan.
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Luna Encantada
FanfictionLa vida de una joven viuda, Valentina Carvajal, y su pequeña hija, Gala, cambia para siempre cuando reciben la llegada de Juliana Valdés, la nueva niñera.