JEFF
La jaula siempre me había dado un sentido de pertenencia. Nací para luchar, para estar dentro de esta jaula de metal. Otros lo llamaban pozo de la muerte... yo lo llamaba hogar.
Cometí mi primer asesinato a los ocho años. En una jaula.
Gané mi primera pelea a los ocho años.
En una jaula.
Y nunca había perdido una sola pelea desde entonces. Tenía una relación de amor y odio con esta jaula.
La amaba porque me daba unpropósito.
La odiaba... porque era un recordatorio de que era un adicto.
Al ring subterráneo... este pozo de la muerte me llamaba. Mi sangre cantaba con la necesidad de mutilar, luchar... y derramar sangre. Matar. Tenían razón al llamarme monstruo.
Era el amo de este ring, lo vivía, lo respiraba.
Al momento en que me alejé de las sombras, la multitud se dispersó para darme paso. Un camino hacia el ring subterráneo. Mi arena. Los vítores eran fuertes, casi demasiado... era ensordecedor. La multitud coreaba mi nombre.
Killer. Killer. Killer.
Los hombres golpeaban sus pechos con sus puños, rugiendo. Las mujeres gritaban, queriendo ser escuchadas: ansiando mi atención. Sabían que elegiría a una de ellas esta noche. Después de mi pelea; después de mi victoria.
Pelear en esta arena acumulaba tensión. La adrenalina correría por mis venas durante horas, incluso después de una pelea sangrienta y satisfactoria. Y un buen polvo generalmente ayudaba con la tensión rugiendo por mis venas.
Algo apretado. Un culo redondo. Unas tetas bonitas.
Sí, eso funcionaba normalmente.
Las mujeres se entregaban en bandeja de plata. Y los hombres también. Maldición, se arrastraban hacia mí... con ojos suplicantes, rogando por mi polla.
Los cantos aumentaron de intensidad a medida que me acercaba a la jaula. La puerta de metal se abrió y entré en mi arena. Él ya estaba allí. Mi oponente. Era grande, pero yo lo era más grande. Su rostro parecía el de alguien que se había divertido con una cuchilla ardiente. Su carne no sanó correctamente, las cicatrices viéndose como piel derretida que hubieran sido cosidas sobre sus huesos. Era un hijo de puta horrible mientras sonreía, mostrándome sus afilados dientes. Había una mirada en sus ojos, una mirada que me decía que este hombre estaba completamente trastornado.
Mis labios se retorcieron y maldita sea, sonreí. Sí, esto era exactamente lo que necesitaba esta noche. En las últimas peleas, había tenido un montón de maricas como oponentes. Apenas duraron treinta segundos y suplicaron piedad antes de que derramara su sangre.
Lo contemplé, sintiendo mis músculos tensarse. Mis dedos se curvaron alrededor de mis mancuernas de nudillos. Mi visión se convirtió en una niebla roja. Mi sangre rugió y el latido de mi corazón se hizo eco en mis oídos. Mi cerebro tartamudeó y exhalé mi humanidad.
Inhalé... muerte.
El arma se disparó; el hombre se abalanzó y yo sonreí. Se lanzó, yendo por mi garganta. Lo esquivé y le di un codazo en el costado. Gruñó, furioso porque conseguí el primer golpe. Mi oponente tenía habilidades... pero era lento. Me agaché cuando apuntó a mi cabeza y mis mancuernas se estrellaron contra su caja torácica. Sentí sus huesos romperse. Balanceé mi puño izquierdo y le di en la cara.
Bailamos el uno alrededor del otro y alargué la pelea más de lo que debería. Alcanzó algunos golpes. Sentía mi cara hinchada, pero él estaba peor. Me golpeó en el estómago entonces y sentí mi caja torácica derrumbarse alrededor de mis pulmones. Me tambaleé y siseé. Él estaba sangrando mucho más que yo y sus movimientos eran cada vez más lentos, menos hábiles. A mí apenas me faltaba el aliento.
Hora de terminar esto.
La siguiente vez que vino hacia mí, me lancé hacia adelante y alcé mi puño derecho... el que tenía las mancuernas de hierro. Estampé mi puño contra su garganta y lo sentí... sus huesos destrozados. Su garganta se hundió, sus ojos se abrieron por completo, su respiración tartamudeó y se desmoronó. Vi un hueso roto sobresaliendo del costado de su cuello. Su sangre se acumuló en la superficie de la arena. El arma volvió a dispararse, indicando el final de la pelea. La multitud rugió ante mi victoria. Mi nombre resonando en todo el lugar a medida que los vítores se hacían más y más fuertes.
La puerta se abrió y salí de la jaula. Observé a la multitud mientras se arrimaban hacia mí. Gruñí en advertencia. Más les valía que ningún hijo de puta me tocara. Les arrancaría los brazos de sus malditos lugares. La adrenalina estaba prácticamente explotando por mis venas. Estaba jodidamente exaltad; de este lugar, esta multitud, la necesidad de matar... de sacar esto de mi jodido sistema. Escaneé a las personas, buscando el polvo de esta noche. Mi corazón martilló por un segundo. Mi mirada clavándose en el. Como si me hubiera estado llamando, como si mi cuerpo la reconociera y me dijera: "Mira, ahí está".
Pero el no me había estado llamando, ni pertenecía aquí. Cabello negro, ojos redondos, labios regordetes y tan jodidamente pequeño, la multitud prácticamente se lo estaba comiendo. La expresión de su rostro; estaba horrorizado por lo que acababa de presenciar. Una multitud rugiendo por sangre y muerte. Yo peleando. Yo matando a ese hombre sin pensarlo dos veces. Estaba de pie contra la pared más alejada, como si intentara esconderse en la sombra, mezclarse...Se estremeció y su rostro palideció mientras levantaba una mano temblorosa, cubriéndose la boca. Sus ojos destellaron con sorpresa e... indecisión.
Esta chico parecía completamente fuera de lugar. La inocencia en su mirada y la forma en que se acurrucaba contra la pared me indicaban que no pertenecía aquí, en este pozo subterráneo de la muerte. Sin saberlo, este pequeño duendecillo acababa de entrar en la guarida de un monstruo. Debía haber sido su curiosidad. Lástima, su pequeña mente curiosa solo la había traído a mí. Di un paso al frente y la multitud se separó por mí. Me notó, caminando hacia el. Todo su cuerpo temblaba y mis labios se curvaron, sonriendo ante lo asustado que se veía. Alcé una ceja, divertido. Cuando estaba a solo unos metros de distancia, sus labios se separaron con un jadeo silencioso. Con los ojos muy abiertos por el miedo y la conmoción, el chico giró sobre sus talones y se fue a toda prisa.
Corrió.
Maldita. Sea.
Corrió.
Eché la cabeza hacia atrás y me reí. Tsk.
Mis instintos se activaron.
Mi parte animal gruñó ante el desafío.
Había pasado mucho tiempo desde que cacé a alguien.
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𝐓𝐫𝐚𝐭𝐨 𝐬𝐮𝐜𝐢𝐨 (𝐉𝐄𝐅𝐅𝐓𝐀)
Random𝑻𝒂... La Bratva significa problemas, especialmente para alguien como yo, un chico criado en la mafia tailandesa. Pero tendré que jugar con el diablo y enfrentar la decisión más imposible de mi vida para conseguir lo que más deseo: venganza. ...