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Por un momento estaba seguro que no lo había escuchado bien.

Pero por la forma en que sus ojos me desnudaron y se presionó contra mí, de hecho no había dudas sobre la realidad de sus palabras.

Saliendo de la conmoción, sacudí la cabeza bruscamente.

—No. Nunca.

Acercó su rostro aún más, oliendo mi garganta.

—Entonces, es verdad, ¿eres virgen?

Mi pulso latía ferozmente en mis venas y me pregunté si podría verlo, si mi miedo lo excitaba. Probablemente. Después de lo que había presenciado en la jaula, su depravación ya no debería sorprenderme.

—Por supuesto. Así es como me criaron. —Apreté los labios, sorprendido por lo que casi había revelado. Si descubría quién era yo, todo habría terminado.

—Tan jodidamente inocente —murmuró, su lengua salió para lamer mi pulso. Levantó su cabeza lentamente y la mirada ansiosa en sus ojos oscuros me excitó de una manera aterradora—. Tu virginidad por una vida, eso es lo que quiero.

Llevé mis palmas contra su pecho, queriendo apartarlo, necesitando hacerlo, pero no se movió. El brillo burlón en sus ojos se intensificó y su sonrisa se volvió más oscura. Los músculos de su pecho se flexionaron contra mis manos, y un pequeño escalofrío atravesó mi cuerpo. A pesar de mi terror, entrecerré los ojos hacia él.

—Puedes tener cualquier cosa, menos eso

Dio un paso atrás con una mueca cruel de su boca.

—No tienes nada más que quiera, pequeño. O te inclinas y me ofreces tu culo o nada en absoluto. ¿A menos que tenga algunos millones de dólares de sobra?

Lo miré fijamente. Tal vez mi hermano podría darme algunos miles de dólares, quizá incluso más. Después de todo, su esposo ganaba mucho dinero como Ejecutor. Y mi primo como Capo de la Famiglia era uno de los hombres más ricos de los Estados Unidos. Por supuesto, hablar con Killer ya era una traición.

—No tengo tanto dinero, pero ¿podría tratar de pagarlo en partes? —Me di cuenta de lo estúpido que sonaba. ¿Cuánto tiempo llevaría pagar millones de dólares?

Se rio cruelmente, sus ojos deslizándose por mi cuerpo.

—No soy un maldito banco. Quiero mi dinero de inmediato y antes del trabajo. Diría que eres afortunado. Es más de lo que nadie más haya conseguido. Puedo tener todos los coños y culos  que quiero. Que te ofrezca mis servicios por una simple follada es una ganga.

—No soy un cualquiera —dije con valentía obligada.

—Entonces tendrás que encontrar a alguien más que mate por ti. No hago nada gratis.

Tragué con fuerza. Se giró. Agarré su brazo. Bajó la mirada a mis delgados dedos alrededor de su musculoso antebrazo y luego a mi cara.

—Espera. Por favor. Ayúdame.

Su expresión se volvió burlona

—Te hice una oferta. Tómala o déjala.

—No puedo. No lo entiendes.

Sacudió la cabeza, luego me sorprendió al agarrarme y empujarme brutalmente contra él, su boca presionándose contra mi oído.

—No quiero entender. Me importa una mierda. Puedes darme lo que quiero y alcanzar el mayor deseo de tu vida o no. No te estaré esperando por siempre. Decide ahora qué quieres.

Parte de él me deseaba más de lo que quería admitir y saberlo me dio una sensación de poder sorprendente. 

—¿Quién dijo que es mi mayor deseo?

—Si no fuera así, no habrías buscado a un hombre como yo. Anhelas venganza. La anhelas más que cualquier otra cosa.

Aparté la vista de su mirada penetrante. Tenía razón. Quería a Top muerto. Incluso después de todos los años, aún recordaba cómo me había arrastrado a través de su casa, cómo me había arrojado al suelo a sus pies y me escupió, llamándome traidor, cuando había sido mi padre y no yo quien había traicionado su juramento. Recordaba cómo me había dicho lo que me haría, cómo me follaría brutalmente una vez que obtuviera el visto bueno de su Capo. Había tenido quince años y si Apo no me hubiera salvado, probablemente ya estaría muerto.

Quería venganza. La necesitaba.

Pero dormir con Killer me arruinaría en mi mundo. Tal vez la Bratva seguía reglas diferentes, pero la mafia tai   todavía estaba regida por tradiciones antiguas, y eso incluía que se debía perder su inocencia en la noche de bodas. Si le daba a Killer lo que quería, sería rechazado una vez que volviera a Nueva York. A menos que lograra ocultar la verdad. No sería el primero en que fingiría su virginidad en su noche de bodas para apaciguar a los tradicionalistas.

Killer me observó con una sonrisa oscura como si pudiera sentir mi resolución desvaneciéndose. Mis ojos se fijaron en su alta figura, sus manos llenas de cicatrices, la dureza de su expresión. Estaba aterrado de él. No me parecía un hombre que fuera amable en la cama.

Lo había dicho él mismo. Quería que me inclinara para así poder tomarme por detrás como un animal. No era así como quería que fuera mi primera vez. Sacudí mi cabeza y retrocedí.

—No. No puedo.

—¿Asustado?

Sí. Me asustabo terriblemente.

—Entonces huye, pequeño. —No era un cumplido. Se estaba burlando de mí con el apodo—. Corre.

Y lo hice. Hui de él, nuevamente, de su oferta. Pero no podría huir de la parte en mí que quería considerarla.

𝐓𝐫𝐚𝐭𝐨 𝐬𝐮𝐜𝐢𝐨 (𝐉𝐄𝐅𝐅𝐓𝐀)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora