𝐈𝐈𝐈

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Ta


¿En qué había estado pensando?

Dios mío.

Este hombre... no, este monstruo era algo sacado directo del infierno.

No dejé de correr hasta que estuve arriba en uno de los baños. Mi corazón latía con fuerza en mi pecho, mi pulso martillaba con miedo en mi garganta. Con un jadeo ahogado, abrí la tapa del inodoro y vomité la cena. Mi estómago siguió contrayéndose. El olor a sangre se adhería a mi ropa como el recuerdo del cruel final del hombre. La manera en que había muerto desangrado a los pies de Killer, quien no había mostrado ni una pizca de pena.

Quise volver a Nueva York, olvidarme de mi atrevido plan y simplemente seguir con mi vida.

¿Pero no había elegido a Killer exactamente por su crueldad, su brutalidad? Era bueno en lo que hacía, y necesitaba un hombre como él.

Volví al piso de abajo lentamente, contento de encontrar que Killer se había ido y que la multitud se había reducido considerablemente después de la pelea. Siempre y cuando quisiera seguir con mi plan, necesitaba conservar este trabajo. Era mi única forma de acercarme a Killer.

Solo que estaba aterrorizado  de tenerlo cerca de mí después de lo que había presenciado hoy.

Trabajé en el bar oficial durante los siguientes dos días, considerado demasiado ajetreado para mandarme al servicio en el piso subterráneo... lo que me convino perfectamente

No vi a Killer en mis turnos, pero no podía librarme de la sensación de que alguien me seguía. Le había estado preguntando a Britt y a algunas de las otras camareras sobre él, intentando encontrar la mejor manera de acercarme a él con mi solicitud, pero habían sido evasivas, nada más aumentando mi ansiedad sobre el asunto. Cuando caminaba a casa por la noche, podía sentir una presencia en las sombras, sabía que estaba siendo observado por la forma en que los pequeños vellos de mi cuello se erizaban.

Nunca vi a nadie, pero en el fondo sabía que era él. La forma en que me había mirado después de su pelea: como un león que había elegido a un ñu de apariencia débil de una manada de miles.

Era cerca de la medianoche en mi cuarto día, cuando la atmósfera en el bar cambió, se tornó aterradora. Mis ojos buscaron en la habitación hasta que la fuente de la inquietud entró en mi foco. 

Él. Killer.

Esta noche no estaba sin camisa, sino que una ajustada camiseta negra cubría sus muchas cicatrices y tatuajes. No lo hacía parecer menos imponente. Sus ojos oscuros se posaron en mí y no se apartaron.

Mis manos comenzaron a temblar, los cubitos de hielo en el vaso empezaron a tintinear. Lo dejé rápidamente, preocupado de soltarlo torpemente de otra manera, y bajé la mirada, alejándola del hombre que me aterraba y fascinaba por igual.

Lo vi acercarse por el rabillo del ojo, y la gente en su camino se hizo a un lado casi con reverencia. Luego se alzó justo en frente de la barra, esperando a que mirara hacia arriba. Preparándome, levanté la cara con una sonrisa temblorosa.

—¿Qué puedo servirte? —Mi voz sonó demasiado baja, minimizada con un temblor ansioso.

Killer evaluó mi cara sonrojada. Y fue una lucha sostener su mirada penetrante.

—Whisky. Solo.

Un pequeño escalofrío recorrió mi cuerpo ante su voz áspera y profunda. Incluso su voz rezumaba peligro.

Asentí apresuradamente y tomé una botella de whisky.

—Escuché que has estado preguntando por mí.

Mis dedos se apretaron alrededor de la botella. La puse sobre el mostrador y me ocupé vertiéndola en un vaso, considerando qué decir.


—Sí —solté y empujé el vaso hacia Killer. Lo ignoró, todo su enfoque en mí.

—¿Por qué?

La palabra una demanda, no pregunta.

Alcé la vista y quedé atrapado por su intensa mirada inmediatamente. Todo en él gritaba peligro.

Miente. Inventa algo. Cualquier cosa.

Abrí la boca, pero él apoyó los brazos en el mostrador entre nosotros, acercándonos más. Los músculos en sus fuertes brazos se flexionaron y debajo de los tatuajes en sus antebrazos innumerables cicatrices me miraron, contando su historia de muerte y brutalidad. Su aroma almizclado golpeó mi nariz.

—La puta verdad.

Fue demasiado. La situación. Él. Estar lejos de casa y de mis guardaespaldas por primera vez en muchos años. Pero él especialmente.

Sacudí mi cabeza.

—Nada. —Me tambaleé y salí a toda prisa por la puerta trasera hacia la sala del personal, dejando el bar sin vigilancia. Solo uno de los gorilas se sentaba en la mesa desgastada dentro, fumando, a pesar de la regla de no fumar.

Levantó una ceja, pero un momento después su expresión destelló con ansiedad. Supe por qué sin darme la vuelta.

—Vete —gruñó Killer, y el portero no dudó. Prácticamente huyó de la habitación, dejándome solo con Killer. ¿Qué se suponía que debía hacer ahora?

La puerta hizo clic y luego la cerradura giró.

Correr ya no era una opción.

Mi corazón martillaba violentamente cuando me enfrenté a Killer. Simplemente se quedó allí, con expresión dura.

—Necesitas algo de mí —murmuró.

Sacudí la cabeza en silencio. Dio un paso más y yo retrocedí. Algo brilló en sus ojos, como si hubiera despertado al cazador, y avanzó acechante hacia mí.

Tropecé con la pared, aterrorizado por él. Se detuvo justo frente a mí, tan cerca que si respiraba profundamente, su pecho podría haber rozado el mío.

—Dime.

Tuve que estirar la cabeza hacia atrás para encontrar su mirada. Habían pasado años desde que había estado tan cerca de un hombre y eso tampoco había sido por mi elección. Tragué con fuerza, levantando la barbilla para fingir bravuconería.

—Te dije que no...

Extendió la mano y tiró de mi cabello, sus nudillos rozando mi mejilla en el proceso. Contuve el aliento, conmocionado. Su cercanía era abrumadora en muchos sentidos, mi respiración se tornó superficial en exhalaciones bruscas.

—Dime qué necesitas, pequeño. —El apodo sonó como un insulto proviniendo de sus ásperos labios. Sus ojos se burlaban de mí.

Y solo así, lo perdí. Antes había estado completamente asustado, había visto cómo disparaban a mi padre delante de mí, me habían dado como un mueble. Había sobrevivido y no dejaría que nadie me tratara como un  niño estúpido nunca más.

—Necesito que mates a alguien por mí —espeté.


-Lamento si hay alguna falta de ortografía o adaptación, lo estaré arreglando brevemente.

𝐓𝐫𝐚𝐭𝐨 𝐬𝐮𝐜𝐢𝐨 (𝐉𝐄𝐅𝐅𝐓𝐀)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora