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Doha, Qatar, 2022










Seis de diciembre del veinte veintidós, Argentina había pasado a cuartos de final el pasado tres de diciembre y era el turno de España, que jugaba por la noche contra Marruecos.

Demás estaba decir que la emoción y alegría de Aurora brotaba por los poros. Cuando corrió a abrazar a su papá después de aquel partido las lágrimas se le cayeron de la cara como cataratas, y de repente se volvió a sentir una nena como lo era cuando Lionel Messi había ganado su primera champions y tanto ella como él lloraban porque, por más que su papá se había lesionado y no pudo jugar de cuartos en adelante, el Barcelona había ganado allá por el dos mil seis.

Nadie entendía ni vivía el fútbol como lo hacían Aurora y Leo. Él y su hija respiraba fútbol desde la cuna, Aurora dió sus primeros pasos en el Camp Nou, lloró como nunca con doce años en el dos mil catorce cuando Argentina perdió esa final, y se quedó noches en vela con él cuando la culpa no lo dejaba dormir, puteó periodistas cuando lo mortificaban, odió a Argentina por mucho tiempo cuando vió a su papá tan mal tras perder final tras final.

Estuvo con él en las malas, y cuando llegaron las buenas, la alegría pesaba más.

— ¿A vos te pasan cosas con Pedri?

La castaña miró al hombre mayor, que esperaba una respuesta mientras la miraba sonriente.

— No se pa… Últimamente no se nada — se lamentó.

Leo miró a su hija mayor. Le costaba a veces caer en que ella ya era tan grande, y agradecía tener la suficiente confianza con ella como para hablar de esos temas.
Fueron solo ellos dos mucho tiempo hasta la llegada de Anto, así que al final del día siempre iban a ser ellos dos.

— Yo creo que si sabes, pero tenes miedo.

Ahora también lo miró, su papá le estaba poniendo esa mirada que siempre hacía cuando le quería decir que no se estaba dando cuenta de algo que estaba frente suyo, de algo obvio.

— No sé… Me siento rara — confesó la castaña, suspirando antes de seguir — No es como cuando estuve con Joaquin, se siente diferente, no siento nervios como cuando lo veía a Joaquin, pensar en Pedri no me pone nerviosa como cuando lo hacía con Joaquin y cuando pasamos tiempo juntos es… tranquilo.

Leo tenía la sonrisa más grande que podía poner, porque su hija estaba experimentando lo que era el amor.

— Vo' sabe' que algo me dijo mi mamá que me acuerdo siempre — comentó mientras acomodaba a la castaña para abrazarla — Cuando a uno le gusta alguien, te pone' nervioso, intranquilo… cuando te enamora' es tranquilo, porque la persona que te va a acompañar en la vida no te tiene que poner nerviosa, te tiene que dar paz…

Love Story | Pedri GonzalezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora