Comienzos Tensos

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- ¿Pensabas consultarme esto en algún momento, padre? – Decía Adrien evidentemente enojado mientras entraba al estudio del hombre.

Gabriel Agreste levantó la vista de su computadora y con aquellos penetrantes ojos morados miró a su hijo y le habló pacientemente – Me gustaría saber a qué te refieres, Adrien.

El joven rubio bufó – ¿En serio? ¡¿Acaso pensabas mencionarme que mañana me voy a un internado y que no volveré a la escuela?!

-Esto es por tu bien, Adrien – Respondió el hombre volviendo a centrar su vista en la computadora – Esa escuela no te estaba haciendo bien, además, en ese internado podrás relacionarte con personas de nuestro estatus social.

Él no podía creer lo que estaba escuchando y miró desafiante a su padre – ¿Solo quieres "mantener el estatus social" o es que buscas una excusa para alejarme más de ti? – Preguntó él completamente serio.

Gabriel se sorprendió mucho al escuchar aquellas palabras tan fuertes provenientes de su hijo, él se caracterizaba por ser obediente a todo lo que decía y nunca le había respondido hasta ese momento. El hombre alzó la mirada y le habló al joven.

-Por este tipo de actitudes te estoy sacando de esa escuela – Dijo Gabriel haciendo aumentar la cólera del joven – No seas insolente, y mejor ve a tu habitación a preparar las cosas para tu partida mañana a primera hora.

Adrien bufó – ¿Ni siquiera vas a escucharme? ¿Acaso alguna vez has escuchado algo más que no sea el sonido de tu propia voz?

Gabriel frunció el ceño y apretó los puños – ¡Suficiente de tu insolencia, Adrien!

- ¡No abandonaré la escuela ni a mis amigos por un capricho tuyo! – Respondió el joven rubio – ¡He tenido el mejor año de mi vida en esa escuela!

- ¡Pues ha sido solo eso! ¡Un año! ¡Se acabó! – Dijo Gabriel – No discutiré más contigo, mi respuesta es total y absoluta, Nathalie ya te ha retirado de la escuela.

Adrien apretó los puños, sabía que aquella era una batalla perdida, por lo que se resignó y decidió salir de la oficina que su padre tenía en la Mansión Agreste, pero no sin antes dirigirle unas últimas palabras – Mamá desapareció hace un año, pero al parecer, tú también lo hiciste, padre.

Y sin decir nada más, Adrien salió del estudio dando un portazo. Gabriel suspiró resignado y se acomodó los lentes mientras hablaba para sí mismo – Si tan solo supieras que hago todo esto para que no descubras mi verdadera identidad y te lleves una decepción mayor al saber todo lo que tengo planeado hacer.

Gabriel se giró para observar el hermoso retrato de su esposa que colgaba en la pared, perdía la cuenta de las veces al día se quedaba prendado en aquella pintura y volvió a hablar con el semblante triste – Espero que todo esto valga la pena al final cuando vuelvas a estar con nosotros, mi amada Emilie.

Adrien por su parte, prácticamente corrió hasta su habitación y al estar en ella tomó el primer balón que encontró y lo aventó contra la pared, estaba realmente enojado. Él se acostó en la cama viendo al techo cuando una voz a la que aún no se acostumbraba interrumpió el silencio que se había formado.

-He de suponer que no querías cambiarte de escuela – Dijo Plagg llamando la atención de Adrien.

-Yo estudiaba en casa hasta hace un año que logré convencer a mi padre de empezar en la escuela – Respondió el joven – Y fue el mejor año de mi vida, hice amigos increíbles que ahora no podré ver más que de vez en cuando por el estúpido internado y todas mis responsabilidades.

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