Todos se fueron a casa esa noche. Cuando Richie llego a su casa, vio que sus padres lo miraban con esperanzas.—¿La encontraron? —preguntó el padre.
—Lo siento, pero no la hemos encontrado aún. No se donde puede estar.
—¡Todo esto es tu culpa! —dijo la madre enojada hacia Richie y secándose las lagrimas—. Nada de esto habría pasado ¡si no fuera por ti!
—¿De que estás hablando, mamá? Yo no tengo nada que ver con esto.
—Tu le enseñaste a escaparse de la casa. Por eso ahora ella se escapa.
—Yo nunca la enseñe a escaparse. Ella aprendió por sí sola.
—Ella te vio la última vez que escapaste. Ella te siguió los pasos.
—No es mi culpa que ella me haya visto.
—Si lo es. Se supone que tú estabas a cargo de ella aquel día.
—Yo no debería de estar a cargo de mi hermana. Si no, no sería mi hermana si no mi hija. ¡Tú eres la que se debe hacer responsable de ella!
La madre le dio una cachetada al joven, quien luego subió las escaleras y se encerró en su habitación, pensando en cómo encontrar a Jenny. Y preguntándose si de verdad era su culpa por la cual Jenny se escapaba. «¿Estaré haciendo algo mal?» se preguntaba Richie. ¿Acaso sus padres querrían más a Jenny que a su propio y único hijo varón? No se sabe, no hasta que el tenga el valor de preguntarle a sus padres.
Luego de una semana en tal lugar, Jenny se había levantado ya casi acostumbrada al lugar, bajo al patio y agarro uvas que ella había cosechado desde aquel día en que escapó.
Eso era lo único que comía Jenny, solo uvas, durante el desayuno, almuerzo y cena. Ella ya estaba algo acostumbrada a eso. Se mantuvo una semana viva gracias a las uvas.
De vez en cuando, Jenny salía de la casa a recorrer un poco el lugar en su bicicleta y poder orientarse.
Ese día, salió de la casa y se montó en su bicicleta. Y recorrió el lugar.
Llegó hasta un parque de infantes algo dañado, los juegos estaban sucios y gastados, y el suelo estaba lleno de hojas marchitadas.
Ella entró a tal parque y se sentó en una banca a sentir el aire frío que corría por su cara.
Cuando Jenny se estaba yendo de aquel parque, chocó con un chico que parecía ser de su edad.
El chico era alto, su pelo era negro, como las cenizas, sus ojos eran de dos colores, uno era celeste y el otro era café. Su piel era blanca, tanto que parecía un muerto. Su nariz era un tanto puntiaguda. Y tenía pecas rodeándole la nariz y los óvulos.
—Oh, disculpa. No te había visto.
—No te disculpes, iba distraído.
—No sabía que había personas en este lugar. Pensé que todo el sector estaba abandonado.
—Pues ahora sabes que no lo está del todo. Me presento, soy Thomas, Thomas Wild —dijo el chico estrechándole la mano.
—Yo soy Jennifer, Jennifer Tozier —dijo Jenny tomando su mano.
—¿Y qué haces aquí? Usualmente esto siempre está vacío.
—Ah, me escape de casa hace una semana. Quería despejar mi mente y perderme. Y lo logre, pero no se donde estoy.
—Yo te digo dónde estás. Estás en la calle Sprout. No es muy famosa aquí en Derry.
—Y tú, ¿que haces aquí? ¿Vives aquí?
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Hay que ser valientes
Mistério / SuspenseJennifer y Bill siempre fueron mejores amigos, quizás mas que eso. Hasta que It llego. Ese maldito payaso destruyó amistades, lazos entre hermano y hermana... Fue dificil reunirse.