Capítulo 6.- Temblores de advertencia.

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Yara:

Los días transcurrían sin que me diera cuenta. Cada día me levantaba y, después de desayunar, me iba a correr con Set. A la vuelta nos quedábamos en el bosque. Yo le hablaba, le contaba mi vida y él me entendía, estoy segura. A veces me daba la sensación de que echaría a hablar en cualquier momento y me contaría todas esas cosas que tanto ansíaba saber. Algo que, desgraciadamente, no ocurrió.

Después de comer descansaba  un rato y me iba con mis padres a dar una vuelta, mientras Set se quedaba en la casa tan campante, sin tener que esconderse. Por la noche al lado de Set, le llevaba una bolsa llena de comida a un pequeño refugio que se había buscado entre los árboles y nos quedábamos juntos un rato, contemplando las estrellas, yo acariciándole la escamosa cabeza y el ronroneando como un gato. Eran días felices aunque vivía con la inquietud de no saber que iba a pasar el día de mañana. Sabía perfectamente que las vacaciones no eran eternas y que en algún momento tendría que despedirme de Set. Y  eso me dolía en el alma. Con cada día que pasaba con Set, mas cariño le cojia y más me entristecía la idea de despedirme de él para siempre. Cuando estos pensamientos me asaltaban los ojos se me llenaban de lágrimas y ocultaba el rostro en su blanco cuello. Este percibía cuando me invadía la tristeza y apoyaba su cabeza contra mi mejilla, instándome con sus ojos dorados a recuperar la sonrisa.

Sin embargo, un día todo cambió. Una semana antes del fin de las vacaciones, estaba sentada en una roca con Set. Le estaba contando cosas de mi hermana Luna, de como me sentía cuando me superaba en todo...Era un tema delicado pero Set escuchaba y cuando oía algo con lo que no estaba de acuerdo, negaba con la cabeza  y soltaba un suave gruñido.

De pronto, una ráfaga de aire frio provocó que me recorriera un escalofrío y sentía una extraña presión en el pecho. Daba la sensación de que mi cuerpo intentaba advertirme de un peligro inmintente.

-¿Tú también lo notas Set?.-Le pregunté. Set me miró. Tenía las pupilas dilatadas, como las de un gato cuando está asustado, y movía intranquilo la cola.

-Lo sabía, no es cosa mía. Creo que deberíamos de volver a casa, esto no me gusta un pelo.-

Set asintió, y nos pusimos en pie. Ibamos andando  a paso ligero cuando de repente, notamos que la tierra empezaba a temblar. Aceleramos el paso, pero el temblor  iba aumentando cada vez más de intensidad.

-¡Corre Set, corre!.-Chillé, muerta de miedo. Set corría pegado a mis talones, a una velocidad considerable. De pronto, una inmensa figura me cortó el paso. Casi se me para el corazón. Una enorme masa anaranjada, grande como un elefante, me miraba amenazante. Una cabeza triangular, coronada por dos cuernos retorcidos y alargada por el hocico, donde asomaban dientes afilados como dagas, me miraba desde lo alto. Alrededor de la enorme figura se colocaban mas de su misma especie, todos con escamas de colores cálidos, con dientes inmensos y con miradas serpentinas amenzantes. No me lo podía creer. Estaba rodeada de una manada de dragones. Tenía la sensación de que en cualquier momento abriría los ojos y me despertaría. Pero no desperté. Era real. Sobrecogedoramente real. ¿De donde abrían salido? ¿Tendrían algo que ver con el pequeño dragón blanco?

Set, colocado delante mía, gruñía al dragón anaranjado. Aprecié infinitamente su gesto,pero no tenía nada que hacer,es como si un ratón intenta amedrentar a un lobo: su intención es buena pero, desgraciadamente, inútil.

El anaranjado, que parecía ser el jefe, alargó una inmensa zarpa y cogió a Set por la cola, alzándolo en alto para que los demás pudieran verlo. Lanzó una especie de rugido, que inmediatamente todos corearon.

-¡Set! ¡NOOO!.-Grité, enfurecida. No pensaba dejar que le hicieran daño. Me lancé contra el dragón, golpeando sus escamas duras como el acero, dándole patadas, mordiendo y gritando de rabia y miedo. Pero el dragón únicamente me cogió con la otra garra y  me levantó, al igual que Set.

"Lo siento Set" Pensé, alicaída.

"No es culpa tuya" Dijo una voz en mi mente. Sorprendida, mire a todos lados pero no había ser humano alguno que pudiera haber articulado esas palabaras. Era una voz suave aunque rasposa, como la de un niño pequeño acatarrado. Sin embargo, Set tenía la cabeza vuelta hacía mí y sus ojos dorados estaban posados sobre los míos.

"¿Set?" Aventuré. "¿¡Puedes hablar!?"

"No creo que esté hablando, pero no sabía que pudiera comunicarme contigo de alguna manera."Respondió él.

"Ni yo, pero ¡esto es genial!" Pensé, sonriendo como una tonta. De pronto recordé que estaba rodeada  de dragones que continuaban rugiendo, en lo que parecía una conversación en su propio idioma. "¿Porqué estan aquí Set? Son...¿Los conoces de algo?"

"Nunca había visto a nadie como yo. Aunque no son exactamente iguales. Son de otros colores, tienen esa cosa que usáis vosotras para escuchar aunque mas alargada, colmillos muy largos y unas patas mucho mas fuertes. Además son muchísimo mas grandes y anchos y no tienen bultos en la espalda" Opinó el dragoncillo, observando disimuladamente  a todos y cada uno de los allí presentes.

"¿Y no puedes entender lo que dicen?"Pregunté, con un cierto deje de decepción.

"Un poco"Admitió él "Están hablando de lo mismo que nosotros, sobre si soy o no soy como ellos, pero hay cosas que no entiendo. Usan expresiones  y frases sin sentido" Dijo, extrañado.

"¿No has entendido que van a hacer con nosotros?"

"Hablan todo el rato de Navrán o algo así. Discuten sobre si llevarte a tí o no"

"Mas les vale llevarme, no pienso dejarte solo" Dije rotundamente. Set me miró y me dio la impresión de que sonreía.

"Gracias por todo, Yara. Nadie se había preocupado antes por mí. Este tiempo a tu lado ha sido, con diferencia, el mejor que he pasado nunca".

Me sequé torpemente una lágrima que empezaba a resbalar por  mi mejilla

"Gracias a  tí, Set. Eres el ser mas especial que he conocido. Puede que te suene raro, pero te quiero"

"¿Qué significa querer?" Preguntó Set, con voz confusa. Esbozé una sonrisa cansada.

"Querer es cuando aprecias mucho a alguien, cuando te da miedo perderlo y cuando recuerdas los momentos vividos con él o ella con alegría"

"Entonces yo también te quiero. Eres el primer y el último ser al que querré"Dijo Set, cerrando los ojos. Suspiré hondo y esta vez dejé que las lágrimas surcaran libres mis mejillas.

Entonces el dragón anaranjado aflojó la presión que ejercia con sus zarpas y me dejó caer.

Caí con brusquedad sobre la arena. Magullada y dolorida, intenté levantarme pero otro dragón hizo el trabajo por mí, cogiendome por la camiseta entre sus inmensos dientes y agarrándome entre sus patas delanteras. A un rugido del dragón anaranjado que todavía sujetaba a Set, todos los dragones emprendieron una salvaje carrera, haciendo que el suelo retumbara de nuevo. La tierra me saltaba a la cara y las zarpas del animal apretaban mi cintura.

"Nos llevan a Navran, Yara. Han decidido no matarnos a ninguno de los dos"

Y aunque evidentemente, no estaba a salvo en garras de un animal inmenso y amenzante, rumbo a un lugar desconocido y alejándome de mis seres queridos, el mensaje de Set consiguió tranquilizarme y conseguí dedicarle una sonrisa que esperaba, no fuera la última.

Alma de DragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora