Bueno me alegra un montón ver que os gustó el primer capítulo,vi que tenía unos cuantos leídos y varios votos y la verdad es que me hizo ilusión :3
Este segundo es suavecito, mas bien una presentación pero prometo que en los demás capítulos habra muuuucha mas caña!
Os agradecería mucho que comentaraís y que tanto si os gusta como si no, me lo dijerais para ir mejorando ^^
Un abrazoo :D
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Avanzábamos por las calles vacías, deleitándonos con la vista de casas que parecían echas de caramelo, como recién salidas de un cuento. Mi madre, como siempre cámara en mano, iba echando fotos con cada paso que daba. A su lado, mi padre y David caminaban enfrascados en una discusión sobre videojuegos y Luna iba la última, con la mirada fija en la BlackBerry y sus finos dedos revoloteando sobre el teclado.
-Mamá, tengo hambre.-Se quejó David, tiroteando de la manga de Natalia. Esta suspiró y fijó la vista en una típica crepería francesa, pequeña y acojedora.
-Mirad chicos, vamos a comer allí ¿vale? Os invito a unos crepes.-
David aplaudió, radiante, y los cinco nos dirijimos hasta allí.
Nada mas sentarnos en una mesa nos atendió un joven extraordinariamente guapo, con el cabello tan claro que casi parecía desteñido, los ojos oscuros y una sonrisa blanca como la nieve.
Después de mirar las exquisiteces inscritas en la carta, le dijimos al camarero nuestro pedido exceptuando Luna, que permaneció en silencio toqueteándose uno de sus larguísimos rizos dorados.
-¿Y esta hermosa mademoiselle que va a tomar?.-Preguntó el joven,lanzando un poco sutil guiño a mi hermana.
Esta le mostró el negro abanico de sus pestañas en un coqueto pestañeo, dejando al chico hipnotizado con sus increíbles ojos verde esmeralda.
-Yo nada,muchas gracias.-Respondió suavemente, elevando la comisura de los labios. Cuando el camarero se marchó, mi madre acribilló a Luna con una mirada severa.
-¿Ya estamos? Pensé que habíamos hablado la tontería esa de no comer,Luna. Necesitas energía.-
-Esque no tengo hambre mamá me duele la tripa, de verdad.-Dijo con expresión inocente, abriendo mucho los ojos en gesto de sorpresa. Esta cayó rendida como siempre.
Estube a punto de soltar un bufido. Siempre igual. Con solo una disculpa inocente lograba siempre salir de todos lados. Aunque no sabía que me fastidiaba más, si que Luna se saliera siempre con la suya o la actitud de mis padres con temas tan delicados como la comida. Es curioso, porque Luna, aun siendo indudablemente canónica, tenía un control exhaustivo de todo lo que comía para no dejar de ser parte de esa élite. A veces pienso que me gustaría ser ella, sólo por un rato, sólo por saber qué se siente cuando todo el mundo te mira admirado. Pero había tenido la desgracia de que toda la hermosura de nuestros genes se la había quedado Luna, dejándome a mí con unos anodinos rizos castaños que algunos habían terminado por convertirse en rastas, unos ojos oscuros corrientes que encima sufrían de hipermetropía por lo que tenía que llevar encima siempre gafas o lentillas, nariz ancha, piel salpicada de granitos y cuerpo proporcionado pero nada espectacular. Siempre decían que la belleza esta en el interior pero si de algo estaba segura es que nadie se molestaría en mirar mi interior teniendo al lado a la diosa de mi hermana. Y aunque lo hicieran daría igual, pues de las dos ella era la más inteligente, la que mejor dibujaba, la más deportista, la mejor en música, la mas sociable, doña perfecta...
Perdida como estaba en la autocompasión, no me enteré de que ya habían traido la comida, y el delicioso olor a galette de queso y champiñones me pilló totalmente desprevenida.
Suspirando, me dediqué a escuadriñar el local para pensar en otra cosa. Las mesas y sillas parecían antiguas, parecidas a las que se esperaba en contrar en la casa de cualquier abuela.
Las paredes lucían en colores cremosos, y cuadros de artísticos paisajes pintados por una mano experta los adornaban. Oía de fondo la conversación de mis padres pero era como una leve banda sonora sin interés. En ese momento estaba demasiado ocupada intentando recuperar mi amor propio como para mantener una conversación decente.
-¿Tu que opinas Yara?.-Preguntó mi madre, volviendo el rostro hacía mí.
Mierda,no tenía ni la más mínima idea de que están hablando.
Al ver mi despiste, mi padre acudió al rescate.
-¿Prefieres ir a ver la duna de Pyla o a dar una vuelta por la ciudad de Burdeos?.-
-¿En Burdeos hay tiendas?.-Preguntó Luna, alzando la mirada de su BlackBerry al oír la palabra "ciudad.
-Luna, le estamos preguntando a Yara.-Dijo mi padre, con tono suave pero firme.
Le dediqué una mirada de agradecimiento. Menos mal que mi padre no se dejaba controlar por Luna. Siempre había sido el único que confiaba en mí. Siempre.
-¿Qué es la duna de Pyla?.- Pregunté, curiosa.
-Es una maravilla natural, la duna mas grande de Europa rodeada de un bosque casi virgen y al otro lado, el mar. Es uno de los sitios que mas me han recomendado para visitar.-
Agucé el oído ante las palabras "maravilla natural" y antes de que mi madre hubiera terminado de hablar, ya estaba convencida.
-Me parece genial ir esta tarde a la duna.-
Como mi hermano y mi madre también estaban ansiosos por ir, nada pudieron hacer las protestas de Luna que estubo enfurruñada todo el tiempo que duró el trayecto en coche.
Una hora y media llegamos a la duna. Nada mas llegar, me quedé con la boca abierta de par en par. Era un sitio realmente espectacular. La inmensa montaña beige se alzaba impotente ante nosotros, rodeada por multitud de árboles que mostraban toda la tonalidad posible de verdes.
Además, a Luna se le pasó el berrinche puesto que el principio de la duna estaba repleto de tiendas de recuerdos que exhibían tonterías de colores brillantes. Se fue corriendo a un puesto de bisutería ante la mirada de reproche de mi padre. Ambos optamos por ignorarla y dedicarnos a admirar el precioso paisaje. Mis padres y Luna subieron por las escaleras pero David y yo corrimos por la arena, y llegamos arriba los primeros, riendo y exhaustos. Cuando los demás llegaron, caminamos un poco más aspirando el delicioso aroma a salitre y nos sentamos en la arena. Me quité la camiseta y me quedé en bikini con los pantalones cortos aspirando el sol. Al cabo de un rato estaba mareada, y decidí ir a pasear un rato. El color turquesa del mar me relajaba pero hacía demasiado calor, y pensé que entre las ramas de los árboles se estaría mas fresquito. Bajé por la duna y salté las vallas que rodeaban el bosque. Había un cartel pero como estaba en francés fui incapaz de descifrarlo. Salté entre las rocas y aspiré el maravilloso olor a bosque que inundaba mis fosas nasales. Acaricié la corteza rugosa de un inmenso árbol y salté por encima de una ardilla despistada. De pronto, ví una mariposa inmensa y de vivos colores.
-Eres un hada del bosque ¿verdad?.-Le pregunté, risueña.-Muestrame los secretos que esconde este lugar.-Le susurré, extendiendo el dedo. La mariposa se posó en mi dedo, burlona y echó el vuelo de nuevo. La seguí, esquivando la flora que, a medida que avanzaba se iba haciendo mas y mas densa y alta. De pronto, mi pie desnudo se enredó con una raíz y caí de cara, con la mala suerte de que mi cabeza se estampó con una inmensa piedra.
Después, mi subsconciente se sumió en la mas absoluta oscuridad.