Capítulo 3.-Libertad.

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Set:

Un golpe sordo, seguido de un grito de rabia, inundó la estancia. Desde mis ojos entornados podía ver las sombras en movimiento de dos personas que parecían alteradas.

-¡Inútil!.-Chilló la voz mas aguda.-¡Siempre tienes que estropearlo todo! ¿Eres incapaz de poner más cuidado o qué?.-

-Lo siento.-Se disulpó una voz mas grave, manteniendo un tono cansino.-Es un accidente, no es tan grave.-

-¿Que no es tan grave? ¡Has destruido todo mi trabajo del último año! Ahora habrá que volver a empezar de cero...-La voz hizo un esfuerzo por calmarse, y dijo en un tono frío y carente de toda emoción.- Traelo aquí. Ahora.-

Ninguna de las voces dijo nada más, y el sonido de unos pasos resonaron atronadores en mis oídos. La puerta se abrió con un chirrido y el sonido de sus pasos venía en mi dirección. La figura se detuvo a esacasos centímetros de mí. Su silencio me inquietaba. Entreabrí los párpados para poder verle. Una cara blanca  con escaso pelo de un color indefinido en la parte superior de la cabeza, se encontraba a pocos centímetros de mi cabeza. Cuando abrí los ojos se asustó, y se cayó de espaldas. Cuando vio que no me movía, se atrevió a acercar una mano. Sus dedos, gruesos y calientes, se deslizaban por mi cuello.

-Eres precioso.-Afirmó. No sabía el significado de esa palabra, por lo que no hice el menor caso. El hombre suspiró.-Lo siento, tengo que hacerlo.- Parecía como si realmente le doliera lo que fuera que iba a hacerme. Se levantó y se situó justo al lado de mis patas traseras. Sonó un leve tintineo metálico y de pronto, sentí un extraño alivio. Apoyé mi peso en las patas y casi suelto un rugido de sorpesa. Extendí la primera pata y caí al suelo de nuevo con un bufido de frustración.

-¿No sabes andar?.-Preguntó, extrañado. Negué con la cabeza, intentandólo de nuevo. Esta vez conseguí dar un par de pasos.

-¡German!.-Chilló la conocida voz aguda.-¿Que diablos haces? ¡Traélo!.-

El hombre se encogió de miedo y alargó la mano hasta mi cuello, tirando de mí.

-Anda, por favor.-Me suplicó, atemorizado. Sus ojos azules estaban cómicamente abiertos, y su aspecto habría sido gracioso si no fuera porque estaban rojo y demasiado húmedos. Me dio pena y intenté andar. Conseguí salir de la estancia. Me paré, sorprendido. Nunca había visto nada mas allá de mi celda. Me daba miedo avanzar, ver que realmente hay algo más. Sabía que había mas sitios en el mundo porque de vez en cuando Amo me hablaba de sus viajes. Me hablaba de otros seres. Me dijo que hay algunos que no se mueven del sitio, que estan arraigados en el suelo. Otros que atraviesan el aire, y otros que viven en inmensas extensiones de agua. Todos sus relatos los escuchaba con avidez, y podría decirse que eran los únicos recuerdos placenteros de los que disfruto. En ello pensaba cuando avanzaba a través de ese extraño lugar lleno de antorchas y piedras.

El hombre de los ojos saltones caminaba metiéndome prisa. Finalmente, llegamos a un nuevo lugar. Era inmenso, por lo menos diez veces mas grande que mi celda. Allí, se alzaba Amo,con su cara tapada, como casi siempre y ataviado de blanco.

-¡Por fin!.-Chilló, con su habitual voz aguda.-Rápido, tumbálo ahí.-

El hombre me empujó hasta una plataforma en la que me derrumbé, agotado.

Amo avanzó hacía mí y me inspeccióno rápidamente. Asintió para sí y sacó un objeto brillante, alargado y fino. Me sujetó la cabeza con una mano y, con la otra, penetró el objeto en mi piel.

Chillé de dolor, y el hombre se echó para atrás, asustado. Amo, por el contrario, ni siquiera dio muestras de haberlo notado. Sacó el objeto de mi cuerpo y lo dejó en un cuenco echo de un material extraño. Deslizó la mano que sujetaba mi cabeza hasta mi boca, y la abrió a la fuerza. Metió en ella otro objeto marrón. Esta vez no sufrí ningún daño. Repitió la misma operación que con el anterior. Pero la mirada que me dirigió me dio a entender que aquello no había acabado.

De pronto sentí un anómalo cansancio. Los párpados me pesaban y el sueño me tendía sus brazos. Me abandoné a ellos justo cuando de nuevo sentí un dolor atroz, mucho peor que el primero, como si me hubiera sumergido en el candente fuego. El dolor me recorría por dentro. Pero era un dolor conocido. Amo ya me había sometido a esto antes. Sin embargo, ya estaba debilitado por anteriores sufrimientos y esta vez no pude aguantarlo. Me puse en pie, me sacudí a Amo de encima y rugí con toda la potencia que pude. Esta vez, el Amo se alejó unos pasos, pero solo los necesarios para coger el objeto alargado. Hizo ademán de acercarse a mí de nuevo, pero esta vez le barrí de un coletazo. Salté de la plataforma y avancé a duras penas por el pasillo de piedra. Me encontré con mi celda, y le dirigí una última mirada. Quién me iba a decir a mí que sería la última vez que  la vería. Empecé a avanzar a mas y mas velocidad. A lo lejos veía una luz. Débil, pero era luz. Cuando llegué a ella, ví que la luz se colaba por debajo de una inmensa puerta de madera. Con un gran esfuerzo, la derribé. Pero no estaba preparado para lo que vendría después. La claridad me quemaba los ojos, y tuve que cerrar los párpados. Pero eso no impidó que siguiera avanzando, alejándome de la celda en la que había vivido durante toda mi existencia.

Cuando por fin me acostumbré a la claridad, abrí los ojos lentamente, con miedo.

Jamás olvidaré lo que ví. Una gran acumulación de estructuras verdes pegadas al suelo, que con sus inmensas ramificaciones rasgaban el cielo. Un cielo que no era el pequeño cuadrado que yo veía desde mi celda. Era un cielo inmenso, que llenaba todo. 

Amironé el ritmo mientras miraba todas las maravillas que se acumulaban a mi alrededor. Ví a pequeñas criaturas que saltaban entre los árboles con una agilidad inusitada y que huían de mí. Las llamé, pero no se quedaron a mi lado. Me sentía solo. Terriblemente solo en un mundo desconocido. Pero nada me parará, me juré a mi mismo. Ande hasta que me dolieron las patas del roce con el suelo, y solo entonces me permití el lujo de buscar un hueco entre aquellas estructuras verdes para descansar un poco.

Alma de DragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora