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El pelirrojo miraba con "miedo" su celular, no sabía qué hacer, si llegaba a la fiesta sin pareja sería simplemente la burla de todos como siempre, ya estaba harto de eso.
Se salió de la aplicación para entrar al navegador y empezar a buscar "novios de alquiler".
Pasó un rato buscando hasta que dió con una página que le gustó, que le parecía algo más fiable que el resto.
Miró la hora, eran apenas las 4 de la tarde y la fiesta iniciaba a las 7 pm, así que tenía tiempo para arreglarse y poder hablar con el chico para hacer una historia creíble donde sus amigos no sospecharan.
Alquiló al chico para las 5:30, con ese tiempo le daría para poder bañarse e ir al punto de encuentro donde habían quedado.
Se bañó y se arregló lo mejor posible, su cabello acomodado en una coleta alta, se hizo un hermoso foxy eyeliner que resaltaba sus hermosos ojos y sus pestañas rojizas, terminó con un pantalón de cuero negro y un crop top blanco, de esa manera el color de su ropa no minimizaba el hermoso color de su cabello.
Se colocó un lip gloss rojizo y luego de colocarse unos botines con tacones tomó su celular, llaves y una chaqueta por si llegaba a hacer mucho frío.
Salió caminando hacia el puerto donde era el punto de reunión, cuando llegó notó un chico castaño, lleno de vendas que lo único que hacía era coquetear con toda mujer que pasara frente a él.
Frunció levemente el ceño mientras sacaba su celular para revisar el nombre.
–¿Dazai Osamu?
Habló llevando su vista al chico que lo volvió a ver mientras sonreía.
–¿Chuuya Nakahara?
Luego de eso el pelirrojo hizo una leve reverencia al chico, no quería juzgar a nadie por su primera impresión.
–Ya veo porque estás buscando un novio de alquiler, eres como un gnomo
Eso hizo que el pelirrojo frunciera el ceño aún más mirando con enojo al castaño.
–¿Qué dijiste, pedazo de imbécil?
No dudó en agarrar con fuerza el cuello de la camisa del castaño para hacerlo agacharse y mirarlo fijamente.
–Lo que escuchaste, eres un gnomo y al parecer uno con un muy mal carácter
–¡Con razón eras el único libre!
Lo empujó apretando los puños con fuerza, estaba realmente enojado.
–¡Vuelve a mencionar algo de mi altura y te mato!
–¿Qué dijiste, enano? Es que desde aquí arriba no te escucho
–¡Ahg!
Se quejó golpeando con fuerza la mejilla del castaño con su puño y luego de hacerlo soltó el aire más relajado, al menos casi sacarle un diente a su cita le había ayudado a relajarse.
