𝔑𝔦𝔫𝔢𝔱𝔥 ℭ𝔥𝔞𝔭𝔱𝔢𝔯

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— Ustedes tres dependen mucho entre ustedes - dijo Beatrix, bostezando desde su cama

— Solo quiero asegurarme de que estén a salvo - Observe a los tres caballeros con armadura, una baja, una de estatura media o promedio y una alta.

— Suenas... cómo... un... príncipe - murmuro Beatrix antes de caer dormida

Nada de este mundo es seguro. Los príncipes podían ser aterradores como los ogros. Las princesas podían convertirse en villanas. Mis mejores amigos podían convertirse en mis enemigas.

Mis ojos se inundaron de lágrimas. Después de volver a casa, lo único que había querido es ser buena. Todos los días había luchado para mantener a raya mis pensamientos malignos, las furias y tormentas que inundaban mi corazón. ¿Y qué recibí a cambio? Que me traicionen por unos príncipes. Que pensaran que soy una bruja.

Sin embargo, al pasar de las horas todo parecía normal. Pasó la medianoche, las dos de la mañana, las cuatro...

Tenía que confiar en ellas, eran mis amigas. Al final, decidí descansar. Mi mano está en vuelta de musgo, estaba cerca de una lápida junto a dos más pequeñas, cada una con un cisne negro y blanco, había una mariposa azul...

De pronto abrí mis ojos. El cielo se volvió negro como el azabache, las antorchas se apagaron, la luz de la luna desapareció. Los príncipes gritaron, confundidos, pero enseguida volvió todo a la normalidad. No había sido un eclipse, era un hechizo.

Era el hechizo favorito de Agatha.

Me puse de pie en un salto, ninguno de los caballeros se había movido, era solamente paranoia, aunque algo no me parecía que estaba bien. El caballero más alto había perdido su zapato, pero ninguna hacía nada, solamente a esta le costaba mantenerse parada, Dot trataba de ayudarla, aunque más se tambaleaba Aggie, hasta que los tres caballeros cayeron al suelo.

La espada de Dot se deslizó de su vaina, Agatha se desplomó y quedó atravesada por la espada, que le cortó el cuello.

Quise gritar, pero la cabeza de Agatha salía de su yelmo. Esta era una calabaza grande y azul.

Me quedé helada.

Me engañaron...

˖۪⸙͎

«Cuando Dot devuelva la luz, deberían de haber llegado al Matorral Turquesa», Hester nos había indicado una y otra vez. «Sophie no podrá verlas si se mogrifican en algo pequeño y van hacia sus príncipes lo más rápido posible».

Sin embargo, cuando la luz volvió a iluminar a los príncipes, tuve que volver junto a Vi a la Escuela de las Chicas. No practiqué desde el año pasado la mogrificación y aún no controlaba del todo bien mi magia.

Fuimos a la Torre de Honor, por los bordes de los setos de Ginebra que se veían mejor en la noche.

Encontramos el estanque de Ginebra, en donde salía que bañaba a Tedros, con el nerviosismo del momento solo pude jalar a Vi para saltar al estanque de Ginebra y transportarnos hasta el Puente Intermedio, solamente pude ver que Vi estaba pálida al ver la escultura del estanque de Ginebra.

Cuando llegamos sentí que todo estaba bien, lamentablemente vi por qué las brujas le habían dicho que no lo usara.

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Tenía que llegar a la Escuela de los Chicos, me tuve que mogrificar, era la única forma que había y debía tener la suerte para luego volverme humana, no quería que pasara lo misma que en la clase. Ya había perdido mucho, mi madre, mi príncipe, ahora podría perder también a mis amigas. ¿Por qué a cualquier persona que amara intentaba abandonarme?

𝑷𝒖𝒓𝒑𝒍𝒆 𝑯𝒆𝒂𝒓𝒕 ── 𝑻𝒉𝒆 𝒔𝒄𝒉𝒐𝒐𝒍 𝒇𝒐𝒓 𝑮𝒐𝒐𝒅 𝒂𝒏𝒅 𝑬𝒗𝒊𝒍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora