-𝐏𝐑𝐄𝐂𝐈𝐄𝐔𝐒𝐄

seventeen

ALESSIA

—Esto es un secuestro—dije, mirando el lado de la cara de Charles mientras se acomodaba detrás del volante.

Literalmente me estaba robando.

Charles se volvió hacia mí, con el ceño fruncido en la frente. Sin otra palabra, se estiró y aseguró el cinturón de seguridad sobre mi pecho.

—¿Qué dije sobre callarte? Te juro.. — charles no terminó su oración.

Mi mirada se endureció.

—Si querías que me callara, no deberías haberme arrojado a tu maldito auto—dije con valentía, a punto de quitarme el cinturón de seguridad cuando la cabeza de Charles se giró en mi dirección.

Vi la amenaza de inmediato y mi mano se aflojó. Tenía mucha más confianza cuando estaba borracha, pero pude ver que charles no estaba jugando con mi seguridad en su auto.

Probablemente debería escucharlo y callarme, pero mi orgullo se apoderó de mí.

—¿De verdad pensaste que iba a dejar que volvieras con él? ¿Mira cómo estás?—Dijo Charles, frunciendo el ceño al camino por delante. Golpeó el volante con los dedos, como si se le acabara la paciencia.

—No estoy tan borracha—argumenté.—Y no estaba sola con él. Éramos un grupo y los otros dos se fueron a follar en los baños—dije antes de que pudiera detenerme.

Solo decirlo en voz alta sonaba loco, pero Charles quería la verdad y eso fue lo que obtuvo.

—Tu mano estaba sobre la suya—dijo Charles , y dejé escapar un gemido de desesperación

—Sí, porque..—Me interrumpí. Considerando el hecho de que Charles ya estaba enojado, no sería una buena idea decirle que Fabián preguntó si podía besarme.

—¿Qué?—preguntó, mirándome.

Me senté bien.

—Mantén tus ojos en el camino o no te lo diré.

—Bien—dijo, girando la cabeza. —Sigue.

—Está pasando por algo y lo consolé. Nada más. Nada menos—le dije y no todo era mentira. No me atraía Fabian, en lo más mínimo. Sin embargo, me atrajo el hombre inquietante con la expresión fría a mi lado.

—¿Eso es todo?—Preguntó charles.

—Sí—dije exasperada. —Te fuiste de todos modos. Saliste del bar y me ibas a dejar allí si no te perseguía.

—Regresé a mi auto para buscar un bate—respondió Charles, y jadeé en voz alta.

—Charles. No puedes simplemente golpear a la gente—le dije, llevándome la mano al pecho.

—No iba a golpear. Solo amenazar—dijo e hizo una pausa. —Un poco.

—Estás loco—respondí, hundiéndome en mi asiento. —Tienes suerte de que esté borracha en este momento o de lo contrario te habría gritado más—le dije, realmente comenzando a sentir los golpes haciéndose notar. Mi cabeza daba vueltas y si no estuviera ya sentado, me habría derrumbado.