4. Como Un Dragón

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Alexandra se había quedado unos días con el sultán en sus aposentos, ellos divirtiéndose haciendo Allah sabe que cosas, ella volvió diferente.

Empezó a hacerse llamar Hurrem, debido a que ese nombre se lo otorgó Solimán. En realidad le quedaba perfecto, Hurrem la risueña, la alegre, sin embargo, se empezó a notar el cambio drástico de su personalidad en el harén.

Ibrahim la observaba de vez en cuando, había estado bastante ocupado con asuntos del estado pero ahí solía atrapar su mirada con su mínima presencia, ella saltaba, reía y era tan hermosa.

Pero de su boca solo salía el nombre de Solimán, ¿ella se había enamorado del sultán? que malestar horrible es ese, uno que por obvias razones no debería tener.

Se encontraba saliendo de los aposentos del sultán, él estaba con su hijo Mustafá, adoraba a ese niño pero a veces era muy irritante. Recientemente le había dejado en claro que era un sirviente, un esclavo de Solimán, ¿en serio acababa de irritarle las palabras de un niño como de cuatro años? Definitivamente sí.

Y apareció lo inesperado, la señorita Alexandra venía junto con Nigar Kalfa a la puerta de los aposentos de el sultán.

Ahora esto, verla tan linda para tener que saber que venía a estar en los brazos de otro hombre, ese simple pensamiento lo volvió a irritar peor de lo que ya estaba.

—¿A dónde van?—Preguntó enfadado. La respuesta era obvia pero se notaba que pretendía darles un stop, que dieran media vuelta y fush. —No pueden entrar sin permiso, regresen.

Más que seguir las reglas, y de que Ibrahim podría avisarle a Solimán de la visita para que él tomara una decisión... En realidad... Ibrahim no quería que Alexandra viese al sultán.

—El sultán me aguarda—Respondió la pelirroja intentando avanzar una vez más encontrándose a Ibrahim bloqueando su camino.

—Cuando te digo que regresas, significa que regresas, y cuando te diga que vengas, vendrás...

El tono de Ibrahim era amenazante, ni siquiera se percató que se acercó a centímetros del rostro de la pobre chica para intimidarla pero ella nunca bajó la mirada, siempre con la cabeza en alto dispuesta a enfrentarlo.

Eso era nuevo.

—Solo escucha y obedece, ahora—Hizo una seña con su cabeza indicando que se marchara—Regresa.

—Tu no decides—Dijo la joven, ni siquiera le tembló la voz al dirigirse a él—El sultán Solimán me aguarda.

Nigar Kalfa intentó convencer a la señorita Alexandra de abandonar el lugar, pero Ibrahim dejó de escuchar toda queja y reclamo en el momento que se percató lo cerca que tenía el rostro de la joven. Estaban enfrentándose, pero era la primera vez que la apreciaba a una distancia tan corta.

Sus ojos, eran más un color jade brillantes. Sus labios, rosados y suaves. Su rostro parecía ser tan delicado, como un ángel. Ella parecía estar gritándole, tenía un carácter fuerte y no se dejaba dominar tan fácilmente.

¿Pero que estaba pensando? Sumbul Aga tenía razón, ésta no parecía ser la misma dulce señorita que había visto hace una semana. Era una... lunática.

Una encantadora lunática.

Finalmente pudo deshacerse de ella, no dejó que ni se aproximara a hablar con el sultán y eso le dejó más aliviado. Ella pasó maldiciendo y mirándolo como si en su mente ya le hubiera deseado la muerte al rededor de unas siete veces. Era extraño, la chica era extraña, su comportamiento era tan fuera de lugar, por unas noches con el sultán ya creía que todos tenían que estar a su disposición.

Entonces cuando la perdió con la vista se dio cuenta, Alexandra había muerto y Hurrem había nacido.

Alexandra era inocente, linda, dulce, graciosa y divertida, pero Hurrem... Hurrem iba a ser un caso, ya lo veía venir, como un dragón que Ibrahim estaba dispuesto a domar a toda costa.

La enfrentaría con mucho gusto.

Los Dilemas Del Amor [Hurrem x Ibrahim]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora