NOTA: Recomiendo leer el capítulo escuchando la canción que he puesto en la portada de este capítulo: "Just one more", de Nickelback, uno de mis grupos favoritos por excelencia (pertenece a su nuevo álbum: Get Rollin'). Es una pena que todavía no tenga video oficial. Pero al menos, este enlace la ofrece con la letra subtitulada en español. Yo la he usado para inspirarme al escribirlo.
Leon terminó nervioso de redactar su informe. No sabía por qué, pero una inquietud extraña se había apoderado de él desde que había despertado aquella mañana. Lo revisó una última vez y lo envió a su superior; en aquella ocasión, un único novato había ascendido al rango de agente. Le daba igual si lo calificaban como un instructor demasiado duro; tenía claro que ningún agente moriría por su culpa, por haberlo enviado a realizar trabajos para los que, a su propio juicio, no estaba preparado.
El sonido de su teléfono lo puso en alerta de un modo injustificado para un agente de élite como él: sereno, frío y calmado. Era su esposa, quien lo llamaba.
—¿Estás bien? —su angustia le hizo preguntar con urgencia.
—No, Leon. Por favor, te necesito —fueron las únicas palabras que recibió antes de oír un ruido sordo que le cortó la respiración.
—¡Claire! ¡Claire! ¡Respóndeme! —le pidió desesperado sin recibir ninguna respuesta.
Salió disparado del despacho.
—¡Estaré localizable en el teléfono! —gritó a su ayudante, quien lo vio pasar a la carrera mirándolo sorprendido.
Condujo lo más rápidamente posible, dado el tráfico intenso de la ciudad a aquella hora, y alcanzó su hogar en apenas diez minutos. No esperó al ascensor, sino que subió las escaleras de cuatro en cuatro desesperado por llegar a su hogar. Abrió la puerta con pulso firme y ni siquiera se preocupó por volver a cerrarla.
—¡Claire! ¡Claire! —gritó mientras recorría el amplio piso estancia por estancia.
Abrió la puerta del cuarto de aseo y, sintiendo que el corazón se detenía en su pecho, halló a su esposa tirada en el suelo, desvanecida.
—Oh, Dios mío...
De inmediato tomó el pulso en su cuello: respiraba, pero de un modo tan superficial que apenas le servía para mantenerse con vida.
Cogió su teléfono y marcó el 911, teléfono de emergencias.
—911, ¿en qué puedo ayudarlo?
—Envíen una ambulancia de urgencia al número 17 de Georgetown —pidió vehemente—. Sí, el único edificio de cuatro plantas que existe; planta cuatro.
—¿Cuál es su emergencia?
—Mi esposa está embarazada de ocho meses y medio y la he encontrado inconsciente. No sangra, pero su respiración es muy superficial, demasiado. Sé perfectamente lo que digo, soy agente federal especializado en terrorismo. Así que, no me cuestione y envíela de inmediato —ordenó con voz que no admitía réplica.
—¿Usted es...?
—Leon Kennedy. ¡Envíenla! ¡Ahora!
—La tendrá ahí en breves instantes.
—Gracias —musitó, y colgó la llamada.
No se atrevía a moverla, no tenía ni idea de que era lo que le pasaba. Tan sólo pudo controlar sus constantes vitales mientras esperaba. No podía abandonarse a la desesperación, no hasta haberla puesto en manos expertas que pudieran salvarlas: a ella y a la niña aún no nacida.
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𝓓𝓞𝓢 𝓐𝓛𝓜𝓐𝓢
FanfictionClaire Redfield descubre el lado más salvaje y sexual de Leon Kennedy, su amigo desde hace quince años, cuando por error lo encuentra liado con una compañera suya de TerraSave en una discoteca a la que todos ellos han ido juntos. Una y otra vez, no...