¡Déjame en paz!

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Las horas continuaban pasando mientras me hundía más en mi miserable existencia.

Las atenciones de los hermanos Jeon eran demasiadas y aunque apenas quería hablar, una minúscula sonrisa se me dibujaba cada vez que veía a Khaleesi o Jungkook cruzar la puerta de la habitación. Se habían encargado de alimentarme y consolarme cada vez que podían.

Era el tercer día que pasaba en aquella casa y aunque mi hermano fue a visitarme, no lo recibí. No tenía ánimos de enfrentarme a él, sé que igual me apoyaría porque seguía siendo su princesa. Pero el horror que sentía de haberle decepcionado era más fuerte. No podía mirarle a la cara. Tal vez necesitaba pasar más tiempo sola.

- Lili, alguien ha venido a visitarte.

- No quiero ver a nadie - sanjé con indiferencia.

Jungkook estaba demasiado preocupado, su bonito rostro hablaba por él. Era difícil, él era el único chico al que dejaba acercase a mí, llámenlo locura o lo que sea, pero él me inspiraba confianza. Estaba haciendo un esfuerzo por entenderme, creo que todos los doctores hacen cosas así, era como ayuda humanitaria.

- Yeonjun lleva días queriendo verte - Khaleesi fue quien habló ésta vez.

- La pulga - susurré con la vista ya empañada con nuevas lágrimas.

Quería pedirle perdón, por haberle alejado de mí, por poner en primer lugar a aquel maldito malnacido. Necesitaba tanto uno de sus abrazos, pero otra vez ese sentimiento de repulsión no me dejaba hacer nada. Todo se volvía borroso cuando veía a un chico, sus rostros cambiaban rápidamente al de Haeran, todos me parecían iguales y sentía que sucedería lo mismo una y otra vez. Era desbastador sentirme así, deseaba cambiar pero no podía, los recuerdos eran más fuertes que la cordura.

- No hagas nada tonto - fue lo último que escuché de la voz de la castaña, cuando el sonido de la puerta me avisó que habían salido.

Cuando levanté la vista, comprendí que el comentario no había sido dirigido a mí sinó a Yeonjun.

Mi mejor amigo se encontraba allí, observándome como si estuviera admirando a un mono de feria. Se veía tan lindo vistiendo tan simple y si me hubiese encontrado con más ánimos, quizás le hubiera dicho que sus zapatos no me gustaban solo por tomarle el pelo, pero eso no sucedió.

Con cautela se acercó hasta tomar asiento en la cama, extendió uno de sus brazos y tomó una de mis manos acariciándola como si quisiera reconfortarme de esa forma. No le alejé, ya demasiado daño le había hecho con desdeñarlo en el pasado.

- ¿Estás bien?

Su pregunta me tomó por sorpresa. ¿No se daba cuenta que me veía como la mierda? Solo mis ojeras decían lo mal que la estaba pasando.

Negué apretando su mano más fuerte, tratando de hacerle saber cómo me sentía en realidad.

- Te dije que te alejaras de ese tipo - su mirada furiosa y mandíbula apretada me dieron miedo.

Las palabras no me salían pese a que me moría por hablarle y contarle todo lo sucedido.

- Nunca me escuchaste, solo querías ir detrás de Haeran.

No, yo no necesitaba que me recalcaran lo que había hecho mal, solo quería borrarlo de mí mente y hacer como que nunca hubiera ocurrido.

- ¿Eres tonta? Ese hombre siempre me pareció raro..

- Cállate - murmuré con un nudo en la garganta.

Ansiaba que se fuera, no me estaba haciendo bien todo lo que me decía.

- Tenía que haberme dado cuenta antes...

- ¡Cállate! - le grité tapándome los oídos - Vete - mi mirada furibunda se dirigió a él.

- Lili..

- ¡Déjame en paz! - lo primero que atiné a arrojarle fue la lamparita que reposaba en la mesita de noche.

Ni siquiera le rozó un caballo, mi puntería nunca había sido buena, pero el estruendo del cristal quebrándose en el suelo le hizo saltar fuera de la cama.

- Lili, yo solo quiero... - su rostro me hacía saber que estaba aterrado de mi nueva yo, yo le daba miedo y eso terminó por romperme.

Mis gritos seguían injuriando hacia su persona y cada objeto que estaba a mi alcance era arrojado a él como si fuesen dagas.

Nunca pensé que la presencia de Yeonjun me pondría de tan mal humor, solo ansiaba que se largara de una vez.

La puerta fue abierta abruptamente, llenando de sorpresa a los hermanos Jeon y a mí hermano que también se encontraba allí, observándome con tristeza.

- ¡Lili, Lili, cálmate! - Jungkook llegó a mi lado, recibió golpes de mi parte, tantos como los que le había dado a Yeonjun, que se miraba horrorizado por mí maniático comportamiento.

- ¡Te dije que no hicieras nada tonto! - le reclamó la chica a su novio.

Un pinchazo parecido a la picadura de una abeja lo sentí en mi cuello y enseguida sentí mis extremidades lánguidas haciéndome desplomar como un castillo de arena. Me había inyectado algo.

- Jin, hay que internarla, no puedo hacer nada más.

El comentario de Jungkook fue lo último que escuché hasta que mis ojos se cerraron por completo y la oscuridad fue lo que reinó.

IMPERFECTOS // JEON JUNGKOOK; BTS (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora