Todos los presentes miran expectantes a Spencer, quien disfruta de añadir tensión. Brendon y Ryan ya han votado «Sí» y ahora esperan por la decisión del baterista, los dos sosteniendo firmemente cada una de las frías manos de Dallon. Ambos pares de ojos azules, helados y profundos, se miran fijamente como si quisieran perforar los contrarios. Que el destino del pobre músico dependiera de su respuesta es un deleite, en verdad, pero esto tiene que acabarse ya.
— Hoy se termina nuestra búsqueda. — Empieza, sacando enormes sonrisas a sus dos amigos y recibiendo una expresión de incredulidad por parte del más alto en el salón. — Estás dentro, Dallon. — Su tono indiferente, evidenciando la distancia emocional entre ellos, deja al nuevo miembro de gira más confundido de lo que ya está. ¿Entró así nada más?, ¿aún después de…?
— ¡Gracias, Spencer! Eres tan considerado. — Ryan lo halaga, demostrando la admiración que siente por él.
— Sabía que no le ibas a dar la espalda. ¡Te mereces el mundo entero, Spens! — El cantante deja su lugar al lado de Dallon por sólo un minuto para rodear a su íntimo amigo con sus delgados brazos. Luego, procede a hacer lo mismo con su nuevo compañero. — ¡Lo lograste, Dally! Te ganaste su confianza. — Dice, aunque el nombrado no está seguro de ello, principalmente porque todavía puede ver la extraña sonrisa en el rostro del baterista mientras Brendon lo abraza. De la nada, el extrovertido muchacho rompe el abrazo tan pronto como se le ocurre una idea. — Salgamos a cenar todos juntos.
El resto asiente y comienzan a proponer lugares en los cuales podían ir a comer. Al final votan por un local de comida italiana ubicado en el primer piso de un edificio vanguardista de ladrillo cerca del boulevard Las Vegas, a menos de diez minutos de su lugar de ensayo. En todo el camino, Dallon se siente intranquilo, pues Spencer se ha ofrecido amablemente a llevarlos a todos en su auto. Por alguna razón, presiente que algo está por suceder. Gracias a ese sentimiento, no puede disfrutar la comida, mas intenta sonreír por lo menos cada vez que su compañero de cuarto lo ve de reojo, evitando preocuparlo.
Las ventanas del bullicioso sitio exhiben el cada vez más oscuro cielo, anunciando la llegada de la noche. Al dar las diez, Ryan se levanta listo para irse y Spencer se ofrece a llevarlo a casa con tal de asegurarse de que su amigo llegue bien, pues están en una ciudad peligrosa. El más bajo acepta y comienza a despedirse, siendo imitado por el alto. No obstante, al acercarse a Brendon, Spencer pide hablar con él en privado. Sus misteriosos susurros elevan el ritmo cardíaco de Dallon. ¿Así es como será esto?, piensa, anticipando lo que viene para calcular su siguiente movimiento.
Después de esa conversación en voz baja y de un momento a solas entre el pelinegro y el castaño, estos dos también deciden que es hora de volver al apartamento. La fresca brisa nocturna roza sus brazos descubiertos cuando salen, haciéndolos temblar. Ya que las bajas de temperatura durante las noches en esta época del año —finales de septiembre— son más que normales, ambos se dan cuenta del gran error que cometieron al haber olvidado cargar con un suéter.
— Podemos tomar un taxi. Así llegaremos más rápido. — Dice Brendon y el que transporta el estuche en su espalda acepta la propuesta. Entre los tantos vehículos transitando por el boulevard, buscan uno amarillo que pueda llevarlos y afortunadamente no tienen que esperar mucho para conseguirlo. El conductor libera el candado de las puertas y les indica subir. Una vez acomodados lado a lado dentro de la cabina con el estuche sobre el regazo de ambos, se ponen el cinturón, dan la dirección y el viaje comienza. — ¿Te gustó la pizza? — El ojimarrón inicia una nueva conversación.
— Sí. — El bajista responde en automático. Su mente se encuentra en otro lugar en estos momentos. Y porque no puede retener sus dudas mucho más, inevitablemente pregunta: — ¿De qué hablaron tú y Spencer antes de que se fuera?
— Uhm… — El cantante mira hacia arriba en un intento de recordar esa charla y, cuando lo hace, ríe por lo bajo. — Ah, sí. Dijo más disparates sobre ti, otra vez. Realmente pensé que había cambiado su percepción sobre ti en estos días, pero si no fue así, imagino que te recibió en la banda sólo para tenerme feliz a mí, lo cual logró. De todos modos, las cosas que dijo hace rato fueron un tanto… serias. — La densa mirada fija que Brendon siente mientras habla lo obliga a voltear lentamente hacia su compañero. — No fueron más que mentiras, ¿verdad?
— ¿Qué clase de cosas serias te dijo? — Aquel sigue averiguando. El chico local suspira y baja la mirada.
— Spens dijo que alguien ha estado tratando de comunicarse contigo desde que llegaste aquí, que tú ignorabas las insistentes llamadas de esa persona, quien podría ser una mujer. — Su volumen va decayendo y gotas frías de sudor aparecen en su pálida nuca. — También mencionó un anillo escondido en tu estuche y que no quisiste que él lo viera. Le dije que estaba actuando muy paranoico. Que quizá esa mujer tenía algún parentesco contigo y que el anillo era una reliquia familiar porque no puede ser algo tan serio como lo que estoy pensando. — Tras hacer una breve pausa, todo en su cabeza se aclara.— Pero el que estés preguntando todo esto con ese tono, mirándome así, significa que te preocupaba que yo lo supiera, ¿no?
— Tienes razón en la última parte. Si no te conté nada fue porque no era importante.
— ¿Entonces por qué lo ocultas? — Demanda una respuesta pertinente. — ¿Por qué no puedo saber sobre eso? Creí que había confianza entre nosotros.
— Es complicado. — Minimiza el problema. — Todavía no sé cómo explicarlo.
— Al menos intenta. — El azabache suplica con sus grandes y tristes ojos, tomando una de las delgadas manos del foráneo. — Por mí, Dally. — Pero Dallon solamente aprieta con gentileza la mano más pequeña y cierra los ojos de a poco, resignado.
— Primero hay que llegar a tu apartamento.
Consciente de que todo esto los conduce hacia donde Spencer predijo, Brendon se acerca más a quien dejará de ser su compañero de cuarto, se permite descansar su cabeza sobre el ancho hombro ajeno y se aferra a su largo brazo helado. Los dos suspiran monotonamente y el agarre entre sus manos se hace más fuerte a medida que el taxi casi llega a su destino, sabiendo que su viaje juntos está por terminar.
•
Yep, ya casi llegan a su destino :)
ESTÁS LEYENDO
The Ill-fated Musician •• Brallon
Hayran KurguLa historia de un desafortunado músico en busca de una oportunidad más. ¿Será que finalmente obtendrá el éxito que tanto anhela?