Felices Los 4 (Licha, Otamendi, Cuti, Enzo Y Vos)

6- General

(+18)

Julieta Hernández

19/02/23
Londres, Inglaterra
The Savoy London Hotel

Bajamos del taxi y ya la vista desde afuera del hotel me hizo abrir la boca impresionada.

-Nicolas esto parece una mansión.
-Si, la última vez que vine a Londres me quedé acá y me gustó, así que es bueno volver- me sonrió -además dan desayuno.

Me reí y entramos.

Si ya estaba sorprendida por la fachada, casi me caigo de culo cuando vi como era el lugar por dentro. Simplemente hermoso, se le nota lo caro de acá a la china.

Fuimos hasta la recepción y Nico pidió la tarjeta de su habitación con un inglés qie me dió algo de risa.

Fue jugador del Manchester City un buen tiempo y no se le da muy bien el inglés, creo que podes salir de Argentina pero Argentina nunca sale de vos.

Caminamos hasta el inmenso ascensor y una vez dentro apretó el botón del piso más alto y yo casi podía imaginar la vista desde el balcón, seguro se ve toda la ciudad.
El ascensor paró y la puerta se abrió directamente en la habitación.

Era realmente enorme, parecía un departamento.

Corrí hasta el balcón, debido a la estación y la hora ya era de noche, la vista era hermosa, saqué una foto para subir después a mí historia y guardé mí celular.

Volví a dónde estaba el, en un sillón había dejado su bolso y la ropa de abrigo que llevaba mientras prendía un cigarrillo... Sin remera.

Todo argentino sabe que Nicolás Otamendi no es el hombre más sano. Pero por lo menos no se puso a armarse un porro.

Ignoré el detalle de su torso desnudo y decidí hablar de la habitación.

-Es hermoso boludo.
-Hermosa sos vos.

Sentí como mí cara tomaba un poco de temperatura.

El se acercó riéndose y puso sus manos en mí cintura.

-¿Que querés hacer?

Y en vez de responder me acerqué y terminé con la distancia uniendo nuestras bocas en un beso. Sentir el sabor al tabaco mezclado en el beso fue raro pero raramente exitante. El se separó de mí boca para darle una calada al cigarrillo y retener el humo en su boca y volver a besarme. Había fumado alguna vez en mí juventud, pero jamás había recibido el humo de una boca a otra.

¿Hace calor o soy yo?

El beso se tornaba cada vez más rápido, dejaba de ser un lindo e inocente beso y empezaba a dejar en descubierto las intenciones de ambos.

Su lengua se adentró a mí boca como si buscara algo escondido en ella, se encontró con la mis y sentí que mis rodillas se debilitaban de a poco.

Con mí mano busqué sacarle el cigarrillo que tenía entre sus dedos, lo agarré y me separé para ahora yo inhalar ese humo que aunque es tóxico te hace sentir tan bien.

Copié su acción pasada y lo besé reteniendo el humo en mí boca.

Su agarre en mí cintura se hacía más fuerte, sus dedos estaban clavados en mí piel y no me molestaba para nada.