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—¡Ohhh! Vamos Steve, no puedo creer que me obligues a ir a la fiesta de Bucky. —Cruzo mis brazos.
—Pasa o te las verás conmigo. —Steve es un grano en el culo continúo.
—Es que no entiendo muy bien la mierda esta a qué se debe. —Me pongo nerviosa, lo reconozco, no me gusta asistir a eventos dónde hay personas que no conozco.
—¿Aún con esas, Liv? ¿Qué te preocupa exactamente? —dice Steve mientras se aprieta el cinturón dejando sus oblicuos al aire.
—No quiero ver a Loki, es idiota. —Tal cual.
—Pero es el hermano de tu querido amigo Thor, además, hace muchísimo que no lo ves, ¿20 años? Quién sabe, lo mismo es un poco más agradable.
—Igualmente es idiota, los recuerdos que tengo de adolescente son ... ¿Cómo decirlo? ... ¿Irritantes? —Hago mientras una coleta y retoco el labial en el espejo del ascensor.
—No le hagas esto a Bucky, sabes que te adora.—Yo también, en todos los sentidos.
—Lo sé, por eso estoy en este ascensor con mi amigo culito prieto. —ríe.
—No tienes remedio.
—Tu culo tampoco.
Se abren las puertas y allí estaban todos los invitados. Respiro todo lo tranquila que puedo, me agobian las miradas sobre mí pero, por suerte Bucky me ve rápido, se acerca a mí.
—Hola preciosa, gracias por venir. —Recibo sus palabras con una sonrisa de oreja a oreja, mis brazos rodean su cuello y me levanta con una facilidad que asusta.
—De nada, por mi querido soldado de invierno lo que haga falta. —Me baja, observo sus ojos que hoy lucen particularmente brillosos.
—Feliz Cumpleaños. —digo susurrando en sus labios. La tensión es notable, nunca nos hemos acostado, pero a veces creo que lo desea tanto como yo.
—Si estás tú, es el mejor de todos. —Sin darme cuenta, me coje como un saco de patatas y entre risas me lleva hasta la barra del bar sentándome en ella. Mi risa es algo escandalosa, es algo que no puedo evitar.
—Pide lo que quieras, voy a seguir saludando a la gente. —asiento y veo cómo se marcha.
—Lamentable. —escucho y en mi cabeza sólo viene un recuerdo desagradable.
—Hola Loki, cuánto tiempo. —digo mientras me bajo de la barra y coloco mis ajustados pantalones de cuero. Elevo mi vista y su rostro es serio pero realmente bello, la última vez que lo ví tenía el pelo bastante corto y su cara aún era joven... Ahora el pelo es largo, ondulado, está más delgado y el blanco de su piel resalta sus ojos verdes.
—Parece que no lo suficiente para que madures, aún pareces una niña con tus actitudes infantiles. —mis ojos se abren alucinando en colores.
—Tienes razón, no ha pasado suficiente tiempo, sigues siendo un idiota. —digo tranquila dándome la vuelta, me coje fuerte de la muñeca y retrocedo.
